Salud

La Sencillez de la Esquizofrenia

En la revista especializada «Acta Psychiatrica Scandinavica» se ha publicado recientemente un estudio español que recoge datos de 895 pacientes ambulatorios diagnosticados con esquizofrenia en 283 centros públicos de salud mental de 14 comunidades autónomas. Los resultados concluyen que solo el 5% de los pacientes presentan alguna conducta agresiva, frente al 10% que se estima en la población en general. El psiquiatra Celso Arango del hospital Gregorio Marañón añade la lógica sencillez: «¿Cuántos de nosotros no nos defenderí­amos si pensáramos que la persona de al lado nos quiere matar?».

Arango continúa: “La violencia en la esquizofrenia es una resuesta justificada secundaria a un pensamiento erróneo”. Pero, ¿y si el diagnóstico también fuera erróneo? Resulta que los casos violentos dados en el estudio coinciden con el 15% de pacientes que se niegan a recibir tratamiento; en estos el porcentaje llega al 30% de respuestas violentas, seis veces más que la media. En el 2004 la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental – Feafes – solicitó una reforma de la ley para introducir el tratamiento de pacientes contra su voluntad; en la actualidad defienden otro camino. Según su presidente, José María Sánchez Monge “algunos estudios indican que la obligatoriedad del tratamiento farmacológico no es efectiva” Pero el problema sigue siendo el enfoque general y, por lo tanto, el tratamiento médico y social que se le da a la esquizofrenia y a la gente que sufre la conjunción de síntomas que así han sido clasificados. Silvano Arieti publicó en 1975 “Interpretación de la Esquizofrenia”, inaugurando el cuestionamiento del diagnóstico moderno desde el punto de la psiquis y no del biologismo. En él afirmaba que cuando el paciente “no puede cambiar la insoportable situación respecto a él, tiene que cambiar la realidad”. En la otra orilla de la neurobiología dominante en la actualidad, estas posiciones son minoritarias. Las que acuden a Freud y Lacan para entender, como afirma Concha León del Instituto Oncológico Teknon, “en los sueños está libre la transacción entre investidura de palabra e investidura de cosa, mientras que lo característico de la esquizofrenia es que este paso permanece bloqueado. […] Es así como podemos entender la afirmación de Jacques Lacan sobre la insistencia que pone el esquizofrénico en reiterar ese paso. En vano, puesto que para él todo lo simbólico es real” Mientras la consideración del diagnóstico no se atreva a cuestionar aquello ante lo que el “esquizofrénico” se rebela los fármacos serán el centro del debate. Empezando por considerar tratar “la desviación” que lleva a responder ante el conflicto de esta manera. Conflicto al que, puede suponerse, se enfrenta todo el mundo con una respuesta “normal”, o sencillamente no se enfrenta. Franco Basaglia, padre de la antipsiquiatría, afirmaba en una entrevista para la Fundación Carl Gustav Jung que “el equívoco es que nosotros, como psiquiatras, tomamos el aspecto burocrático de la enfermedad y no la necesidad que ésta expresa. […] No interesa ni sirve decir que los manicomios encierran “gente que rechaza su propia vida”. Eso no es teoría. La teoría sólo es posible cuando surge como reflexión sobre la propia práctica transformadora. […] Estamos viviendo un momento en que se tiende a complejizar permanentemente la explicación de los hechos. Se producen análisis complicadísimos – destinados a grupos selectos – sobre situaciones simples, porque la complicación está al servicio de la confusión y ésta, a su vez, es un arma del dominio.”

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