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La reforma que vendrá del frí­o

Mariano Rajoy está jugando a los enigmas con una frase. “La reforma constitucional vendrá por Europa”. La primera vez que la pronunció fue el 27 de diciembre del 2013, en la conferencia de prensa de final de año en Moncloa. La Vanguardia fue uno de los pocos diarios que la destacó. Unas líneas más adelante explicaré por qué. La frase quedó varada en la playa de los inmovilismos, para reaparecer el pasado 16 de marzo en la portada del diario de ABC. Una primera página enigmática, si tenemos en cuenta la semiótica dominante en Madrid. “La gran reforma constitucional vendrá por Europa”.

El 27 de diciembre, concluida la conferencia de prensa de balance del 2013, un miembro de la oficina presidencial me dijo: “Presta atención a lo que ha dicho sobre Europa. Esta puede ser una de las claves de los próximos meses. Europa podría ser el argumento para afrontar cambios que ahora parecen difíciles”.

Días antes, el Rey había defendido la reforma de la Constitución, de manera elíptica, pero con suficiente claridad, en el mensaje de Navidad. Semanas antes, de forma más explícita, se pronunció a favor de la reforma el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada.

Ahí quedó la cosa, hasta la portada de ABC en marzo. Rajoy visitó las instalaciones del diario con motivo de su 110.º aniversario. En conversación con la periodista Mayte Alcaraz, subdirectora, el presidente volvió a soltar la frase críptica, sin ninguna apostilla. “Le diré una cosa, la gran reforma de la Constitución española vendrá por Europa”. Titular principal y una gran foto del presidente, con mirada enigmática. Parecía un autor de novela negra.

El tópico dice que Rajoy es en estos momentos más gallego que nunca. Decisiones que tardan en tomarse, por ejemplo, la candidatura del PP a las europeas; silencios espesos y prolongados, frases abstractas que se dejan caer, a ver si alguien las recoge y les da un sentido. Varios amigos gallegos me han hecho saber que comienzan a estar un poco hartos del abuso del tópico. En Galicia hay gente muy diversa. Hay gallegos que suben y bajan escaleras sin ningún tipo de confusión o ambigüedad sobre el sentido de la marcha. Hay gallegos herméticos y gallegos volcánicos. No sabría decir cuál de los dos tiene más voluntad de poder. Hay jóvenes periodistas gallegos que escriben tan bien como Cunqueiro y gustan mucho en Madrid por su sutil manejo de las abstracciones. Y también impresiona esa figura gallega y nietzscheana que Valle-Inclán colocó en el centro de las Comedias Bárbaras: don Juan Manuel Montenegro, mayorazgo. En Portugal ocurre algo parecido. Hay un carácter portugués aéreo, metafísico y sebastianista que parece haber caído de pequeño en la marmita del poeta nacional Pessoa, y hay un portugués terrenal, recio y rocoso como un paseo de José Saramago por la isla de Lanzarote. Cosas del Atlántico.

Rajoy posiblemente haya alcanzado un estadio por el que ya han pasado otros presidentes. Una vez absorbida y procesada toda la información disponible, trazan líneas, esperan el desarrollo de los acontecimientos y se interesan por la política internacional. A Adolfo Suárez le dio por hablar del estrecho de Ormuz, lugar clave para la distribución mundial del petróleo. Felipe González se sumergió en Latinoamérica hasta convertirse en un personaje de García Márquez: hablador hasta la extenuación y taciturno. José María Aznar descubrió el mundo en un rancho de Texas y ya no quiso salir de allí. José Luis Rodríguez Zapatero era de poco viajar, pero quiso conciliar civilizaciones. Rajoy está pendiente de Europa. Se ha rodeado de personas que conocen los engranajes europeos. Después de dos años de mandato, podría decirse que es un disciplinado oficial del orden europeo realmente existente. No ha movido ni una pestaña contra la reciente sentencia del Tribunal de Estrasburgo. Y un día, siguiendo el patrón alemán, podríamos verle al frente de una gran coalición con los socialistas.

“La reforma de la Constitución vendrá por Europa”. Sin ser hermeneuta del actual ciclo gobernante, diría que el presidente sopesa abrir una reforma constitucional con la justificación de un mejor engarce con la trama jurídica europea. En el interior de ese discurso, difícil de combatir por la derecha de la derecha, se intentaría el encaje catalán. Bajo observación europea.

¿Cuándo? Primero han de celebrarse las elecciones de mayo, que van a ser muy importantes. Importantísimas. Populares y socialistas saldrán de esos comicios con mayor necesidad de entendimiento, puesto que el zarpazo de los populistas euroescépticos será importante y quizá desestabilizador en algunos países. Rajoy se propondrá como garante español de los equilibrios resultantes, puesto que la Italia del joven Renzi puede entrar en un tiempo de inventos y cabriolas. Lo mejor que puede hacer el catalanismo en las fechas venideras es colgar la bandera de Europa en el balcón el día de Sant Jordi.

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