El Observatorio

La pata tranquila

Gran Bretaña, Italia y España -cada una con sus caracterí­sticas propias, cada una con su función especí­fica- llevan varios años jugando un papel muy destacado en la estrategia de EEUU en Europa: la de contrapeso al excesivo poder de Francia y Alemania, e incluso a veces la de arietes destinados a tumbar los planes de estos, cuando entran peligrosamente en contradicción con los de EEUU. Sin ir más lejos, el triplete Blair, Aznar y Berlusconi dinamitó la Constitución europea y frustró los planes del eje franco-alemán, los planes de Chirac y Schrí¶eder. Hoy, con Merkel y Sarkozy, los problemas de EEUU son menores, pero ello no es óbice para que el Imperio mantenga en pie esa estrategia de «contrapesos» que tan buenos resultados le ha dado en el pasado y que, ahora, con la volatilización de buena parte de su peso mundial, puede resultar más necesaria que nunca.

Pero ara ejecutar con la mayor eficacia posible esa política es preciso tener en Londres, Roma y Madrid a los “personajes” adecuados, a las “piezas” que mejor puedan interpretar y llevar a cabo ese “baile” que conviene a Washington, en unos momentos en que, además, EEUU necesita imperiosamente una mayor implicación europea en su actividad política, diplomática y militar global.Las estrepitosas campañas de “desalojo” de Brown y de Berlusconi, a las que estamos asistiendo estos días, obedecen probablemente a un proyecto de Washington de eliminar a dos personajes de los que, por una u otra razón, no acaba de fiarse, para acabar poniendo en Londres y Roma a dos hombres de mayor confianza, menos autonomía y más acusada lealtad: hombres que, ante todo, no tengan “proyectos propios” ni “proyectos de clase” ni “proyectos nacionales”.En el caso de Brown, la campaña ha adquirido ya los tintes de una verdadera “pelea a empujones” para echarlo fuera de la escena cuanto antes. Al monumental escándalo de los “abusos” y “despilfarro” de ministros y diputados, se ha sumado ahora la rebelión de sus ministros y diputados, y hasta un editorial del periódico laborista, “The Guardian”, pidiendo su dimisión. Conservadores y “Blairistas” forman piña para tumbarlo, a la espera de que los resultados de las europeas (las encuestas auguran al laborismo el 16% de los votos, un auténtico cataclismo) actúen como verdadera “puntilla” de un hombre que nunca ha contado con el “placet” de EEUU y cuyas ambiciones de recuperar para Gran Bretaña un papel activo en Europa y en el mundo parecen haberle llevado directamente a la tumba. EEUU no puede permitirse, en la actual coyuntura, no tener al frente de Gran Bretaña a un verdadero “incondicional”.En cuanto a Italia, la cuestión puede parecer paradójica: ¿por qué deshacerse de un hombre que tan buenos servicios ha prestado a EEUU en el pasado y que no deja de cantar loas a favor del entendimiento de Europa con USA? La respuesta, sin embargo, es sencilla:Berlusconi ha alcanzado demasiado poder en Italia y puede acabar convirtiéndose en un problema. Tras retorcerle el pescuezo a la izquierda italiana, europeísta y favorable al eje franco-alemán, Berlusconi tiene ahora mismo el “campo libre” para desplegar su propio proyecto, un proyecto ambicioso, autónomo, italiano, en cierta forma a “lo Mussolini”, para lo que cuenta con un enorme apoyo popular y un cierto respaldo de clase. En nombre de ese proyecto, Berlusconi está haciendo cosas no vistas en Italia en los últimos cincuenta años, como combatir la mafia napolitana. EEUU no puede permitir esa evolución de las cosas. Ni permitir que un “mussolini” italiano controle el poder en Italia. El equilibrio de “poderes” que en Italia ha permitido el control del país por EEUU los últimos 50 años, debe mantenerse por encima de todo. Y Berlusconi representa ya un “peligro” para eso. Berlusconi, como en su día Aznar, ha cruzado varias “líneas rojas”, y hay que apartarlo del poder. Las famosas “fotos de las velinas”, tal y como se dice estos días “sotto vocce” en Italia, son una clásica operación de la CIA.Londres, Roma,… ¿Y Madrid? ¿No hay al frente del gobierno de Madrid un peligroso “rojo”, un famoso “izquierdista”, un “antinorteamericano” cien por cien, que despreció la bandera americana en un famoso desfile y retiró las tropas españolas de Irak? ¿Cómo es que aquí no asistimos a una campaña de similares características? O, incluso, ¿cómo es que, en vez de eso, aparecen signos de “luna de miel” entre EEUU y España, anuncios de colaboración en energías renovables y en el AVE y hasta la impresionante declaración de la secretaria del PSOE, Leire Pajín, de que todos los “seres humanos” podemos prepararnos para el acontecimiento del siglo: la coincidencia, en 2010, de Obama y Zapatero al frente de EEUU y Europa? ¿Por qué el tercer vértice del triángulo Londres-Roma-Madrid muestra tan extraña estabilidad, mientras los otros dos se convulsionan?

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