Mesa de diálogo Gobierno-Generalitat

La mesa de diálogo echa andar con un Govern dividido

El intento de sabotear, por parte de Junts, el inicio de la mesa de diálogo entre Gobierno y Generalitat, ha propiciado que sólo Aragonés y los consellers de ERC acudan al encuentro con Sánchez y sus ministros.

El tenso matrimonio de conveniencia que ERC y Junts mantienen en el Govern catalán ha vuelto rechinar de forma estridente, evidenciando las diferencias irreconciliables que mantienen ambas formaciones independentistas. Dando un golpe de autoridad, el president Pere Aragonés, de ERC, dejó en suspenso la participación de los delegados que Junts había propuesto para la mesa de diálogo entre el gobierno de España y la Generalitat de Cataluña.

El motivo del veto: el partido de Puigdemont, que nunca ha ocultado su desconfianza -cuando no su inquina- con esta mesa de diálogo había designado como representantes de Junts a dos de los indultados del procés -el secretario general de la formación, Jordi Sànchez; y el exconsejero Jordi Turull- y la portavoz del partido en el Congreso Míriam Nogueras.

Ninguno de ellos son miembros del ejecutivo catalán, y «la mesa de diálogo tiene que estar formada por miembros de los gobiernos”, ha insistido una y otra vez Aragonès, que ha ofrecido a sus socios a proponer otros consejeros de Junts, invitación rechazada por los exconvergentes.

La mesa de diálogo comienza así con sillas vacías, evidenciando la enésima pugna entre ERC y Junts y exhibiendo la fractura en el procesismo.

Es evidente que para el gobierno de Pedro Sánchez era políticamente inaceptable sentar en la mesa a dos de los condenados por el procés y que posteriormente fueron indultados.

El veto de Aragonés

La apertura de la mesa de diálogo entre Moncloa y la Generalitat es uno de los asuntos de mayor voltaje político para ambos ejecutivos. Desde el comienzo de su gobierno, Pedro Sánchez siempre ha prometido que buscaría una salida dialogada a lo que él llama «conflicto con Catalunya». Una voluntad de diálogo y distensión que tuvo otro momento culmen el pasado mes de junio, cuando el Consejo de Ministros aprobó los indultos a los condenados del procés. Ciertamente ya hubo una primera mesa de diálogo en febrero de 2020 con el Govern de Quim Torra, pero el estallido de la pandemia obligó a aparcar los encuentros. Y el escenario -tras un año y medio de Covid y de crisis económica, y tras unas elecciones catalanas que han certificado el retroceso del procesismo, y que han relegado a Junts al segundo lugar en la Generalitat- ha cambiado radicalmente.

Pero más importante aún es esta mesa para una ERC y un Aragonés que -al tiempo que busca mejores condiciones y concesiones para el autogobierno, aspira a que la mesa sirva para abrir una «vía a la escocesa» para un futuro referéndum de autodeterminación pactado con Madrid. Esta última posibilidad ha sido negada una y otra vez por los socialistas -«no cabe en la Constitución», han dicho- que sí que están dispuestos en cambio a pactar con el Govern un mayor autogobierno y una mejor financiación para Catalunya, que se plasme en un nuevo Estatut aprobado en referéndum.

La apertura de la mesa de diálogo entre Moncloa y la Generalitat es uno de los asuntos de mayor voltaje político para ambos ejecutivos.

En estos días, entre las filas de ERC se había visto cierto nerviosismo ante la indecisión mostrada por Pedro Sánchez sobre si asistir o no al encuentro. Pero no se esperaban este golpe de sus socios independentistas, una maniobra que los republicanos consideran un boicot sin paliativos a la mesa de diálogo y un ataque directo contra uno de los elementos centrales de actual política de ERC: los esfuerzos por lograr un referéndum pactado por la autodeterminación.

Comunicándolo primero a la prensa y sin debatirlo en el Consell Executiu, Junts per Catalunya anunciaba que sus representantes en la mesa de diálogo eran el vicepresidente del Govern Jordi Puigneró; dos de los indultados del procés: el secretario general de la formación, Jordi Sànchez; y el exconsejero Jordi Turull -ambos inhabilitados-; y la portavoz del partido en el Congreso Míriam Nogueras.

Es evidente que para el gobierno de Pedro Sánchez era políticamente inaceptable sentar en la mesa a dos de los condenados por el procés y que posteriormente fueron indultados. Los nombramientos de Junts suponían dinamitar la mesa de diálogo. Por eso el president, sin poder ocultar su enfado, dijo que “tenemos una oportunidad y no la pienso desaprovechar. La mesa de diálogo tiene que estar formada por miembros de los gobiernos”.

En un alarde inédito de autoridad, el president firmó un decreto que deja en suspenso la participación de sus socios de Junts en la mesa de diálogo con el Gobierno central, y que confirma a los representantes de ERC en la misma: él mismo, Pere Aragonés, y los consejeros Laura Vilagrà y Roger Torrent. El president deja la puerta a que Junts se sume a la mesa si rectifica (“La puerta de la delegación está abierta para otros miembros del Gobierno que propongan”, dijo), pero desde el partido de Puigdemont han vuelto a invocar el victimismo y han achacado a «las presiones de Madrid» el veto de Aragonés.

Desde Moncloa han aplaudido la decisión de Aragonés, que certifica que en la mesa de diálogo solo se sienten los convencidos por esa salida al conflicto territorial. “El marco siempre ha sido el de dos delegaciones de trabajo de ambos gobiernos. No entendemos otro marco, por eso apoyamos la propuesta que acaba de lanzar el president de la Generalitat”, ha dicho la ministra portavoz, Isabel Rodríguez.

Junts, saboteando la mesa de diálogo

El partido de Puigdemont -partidario siempre de la vía unilateral hacia la secesión, de la línea del «cuanto peor, mejor» y de la confrontación directa con el Estado- siempre ha tratado de boicotear, abiertamente o no, la puesta en marcha de las mesas de diálogo con el Gobierno Central. Fuentes de ERC han manifestado su malestar con el permanente cuestionamiento de Junts de la manera en la que estaba planteada la mesa.

Junts -partidario siempre de la vía unilateral hacia la secesión, y de la confrontación directa con el Estado- siempre ha tratado de boicotear, abiertamente o no, la puesta en marcha de las mesas de diálogo

La voluntad saboteadora de Junts también ha sido denunciada de forma contundente por Jessica Albiach, presidenta del grupo parlamentario de En Comú Podem. El gesto de hoy de Pere Aragonés ha constatado que con Junts no se puede ir ni a la esquina”, ha dicho. La líder de En Comú Podem ha celebrado que ERC haya plantado cara a los posconvergentes y ha perdido al presidente de la Generalitat que aparte a Junts de las negociaciones con el Gobierno “de forma definitiva”. “No se puede empezar la mesa de diálogo con quien la quiere dinamitar”, ha añadido Albiach, “si queremos que esta sea la legislatura del diálogo, tenemos que protegerlo, y esto pasa porque Junts quede fuera de la mesa de diálogo de forma definitiva”.

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