Una exigencia popular clamorosa

La lucha por la vivienda se extiende, avanza y conquista victorias

2025 arranca con una nueva ola de movilizaciones por la vivienda. Un movimiento popular que no deja de extenderse a más y más provincias y capitales, arrancando victorias y marcando la agenda política.

El domingo 9 de febrero, más de 50.000 personas han llenado las calles de Madrid por otra gran movilización por la vivienda. Pero la influencia y el poder de este movimiento se ha dejado sentir también en Barcelona, donde una gran movilización vecinal ha conseguido detener el desahucio de la Casa Orsola, símbolo de la lucha contra los fondos buitre. Pero también en una Gala de los Goya llena de reivindicaciones, entre ellas la exigencia de una política de vivienda al servicio de la gente y no de bancos y especuladores.

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9F: otra gran movilización por la vivienda en Madrid

Las vecinas ya no aguantan, ¡Madrid se levanta!»

De nuevo Madrid ha sido el escenario de una gran movilización por la vivienda. Más de 50.000 personas han acudido a la manifestación «por una Vivienda Digna y Sostenible» convocada por la plataforma Hábitat24, que reúne hasta 39 organizaciones: desde la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) a sindicatos como CCOO y UGT, desde organizaciones de consumidores como Facua o ambientalistas (Greenpeace, Ecologistas en Acción) a varias PAH (Usera, Leganés y Arganda-Rivas).

La marcha, como la del pasado mes de noviembre, ha abarrotado de gente el trayecto desde Atocha hasta Sol, y en ella se han escuchado cientos de cánticos y consignas: “las vecinas ya no aguantan, Madrid se levanta» o “La vivienda es un derecho, no un negocio”. “Esos de ahí enfrente, desahucian a la gente”, gritan cuando la manifestación pasa por el Palacio de Cibeles, sede de la alcaldía de Madrid. “Manos arriba, esto es un atraco”, corean otros haciendo sonar sus llaveros.

Entre las principales demandas de las organizaciones, además exigir a la Comunidad de Madrid que aplique los topes al alquiler en cumplimiento de la Ley de Vivienda Estatal (que el gobierno de Ayuso se niega a cumplir), está la del saneamiento y puesta a punto de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS), de forma que esta entidad pueda dar acceso a la vivienda a los madrileños.

Exigen un parque público de viviendas que -como ya han hecho en repetidas ocasiones lo gobiernos del PP- no pueda luego ser vendido a bancos y fondos buitre

Exigen un parque público de viviendas que -como ya han hecho en repetidas ocasiones lo gobiernos del PP- no pueda luego ser vendido a bancos y fondos buitre. “Queremos que las casas que son del parque público permanezcan en ese régimen de por vida y no que a los 15 años se puedan vender o comprar”, dice Laura Barrio, una de las portavoces de Hábitat 24.

Los convocantes denuncian la dramática y crónica situación de la vivienda en Madrid, donde la especulación de bancos y fondos de inversión han subido de manera brutal el precio de los alquileres y de la vivienda en general, expulsando a las clases populares y de menor renta de la ciudad, haciéndola ‘inhabitable’. “La gente tiene que poder hacer su vida sin que la vivienda sea un problema, y lo que sucede en Madrid ya es escandaloso. Se están cargando la ciudad”, clama la portavoz de Hábitat24.

Y subrayan que «lo que sucede aquí es la consecuencia de unas políticas públicas de vivienda nefastas orquestadas por el PP desde hace 30 años”. No estamos ante un «error del sistema», sino ante “un sistema que funciona a pleno rendimiento, pero al servicio de las clases acomodadas”. «Especialmente sangrante ha sido la actitud del Gobierno de la Comunidad de Madrid cuyo empeño ha sido seguir favoreciendo los negocios de fondos de inversión, rentistas y especuladores”, han remarcado los convocantes.

En el comunicado, leído en una abarrotada Puerta del Sol, Hábitat 24 ha exigido que se aumente el parque de vivienda pública, por ejemplo poniendo las viviendas en manos de la Sareb -entidad rescatada con dinero público- en régimen de vivienda para alquiler social. Pero van más allá, exigen una ley autonómica que contemple que el 30% las viviendas sean protegidas. Además han clamado por el cierre de los pisos turísticos ilegales, y que se adopten urgentemente medidas para que ninguna persona pueda ser desahuciada sin alternativa habitacional.

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La lucha popular detiene el desahucio de Casa Orsola

Barcelona es poderosa: ¡si es pot!

La lucha de Josep Torrent -un profesor de matemáticas residente en Casa Orsola, un emblemático edificio modernista del distrito del Eixample de Barcelona- por resistir a su desahucio a manos de un fondo buitre, se ha convertido en todo un símbolo de la lucha popular contra el poder de las grandes entidades financieras -en su mayor parte extranjeras- que especulan y suben los alquileres en la Ciudad Condal. Casa Orsola fue adquirido en 2021 por Lioness Inversiones SL, que dejó de renovar contratos, forzando a los inquilinos como Josep a abandonar estas viviendas.

La movilización de cientos de frente a Casa Orsola, en Barcelona, detuvo por varias veces el desahucio de Josep.

Los símbolos tienen poder. Por eso el barrio entero, Barcelona entera, ha decidido poner pie en pared, haciendo propia la lucha de Josep y la Casa Orsola contra los buitres. Varias veces vinieron a desahuciarlo, y varias veces cientos y cientos de personas impidieron el lanzamiento, incluido el que intentaron ejecutar a las 4 de la madrugada.

El poder de la gente. El poder de un barrio, de los ciudadanos, de los sindicatos de inquilinos, de las PAH. Barcelona tiene poder, como dice la rumba de Peret.

El caso es tan emblemático que ha hecho que el ayuntamiento de Barcelona compre al fondo buitre la Casa Orsola, manteniendo a sus inquilinos en régimen de alquiler social. No pocos señalan que se premia al fondo buitre, pagando más de lo que costó el edificio en 2021, y que esta «solución» no se va a aplicar a los miles de pisos o edificios en la misma situación.

El poder de la gente, organizada para defender sus intereses. Esta es la conclusión.

Será así. Pero no es esa la lección que debemos sacar de la victoria de Casa Orsola. Porque sea como sea, es una victoria.

La conclusión más lúcida la ha pronunciado el actor catalán Enric Auquer, que ha participado muy activamente en las movilizaciones contra el desahucio de Josep en la Casa Orsola. Preguntado por esto en la Gala de los Goya, donde fue por su papel en la premiada «Casa en Flames», Auquer dijo: «juntos somos más fuertes. En Casa Orsola ha habido una pequeña victoria, quizá agridulce, pero yo la siento como una victoria. Una victoria de la que me siento orgulloso de haber participado. Y ahora es el momento de mucho antifascismo, mucha militancia y mucho sindicato».

El poder de la gente, organizada para defender sus intereses. Esta es la conclusión.

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La Vivienda en la Gala de los Goya

En una de las galas de los Goya más emocionantes y reivindicativas de los últimos años, con un amplio ramillete de proclamas por Palestina, los migrantes, el cambio climático, el feminismo y la solidaridad frente a los «tiempos oscuros» del trumpismo y la ultraderecha, la lucha por la vivienda brilló con luz propia.

Eva Valiño (Goya al Mejor Sonido) defiende el derecho a la vivienda en la gala del cine español

Una de las más claras fueron las de Salva Reina y Clara Segura, respectivamente premiados con un Goya a mejor actor y mejor actriz de reparto por «El 47», que cuenta la historia de la lucha vecinal que levantó en los 70 el barrio barcelonés de Torre Baró. «Por todos los ‘Torre Baró’ que hay», «que nadie se quede sin hogar», dijo Reina. «‘El 47’ es de los vecinos y vecinas de Torre Baró», dijo Segura.

También muy contundente fue Eva Valiño, Goya al Mejor Sonido, reivindicando la lucha «para que el acceso a la vivienda no sea un privilegio de unos pocos» y para «instaurar una ley que obligue a los promotores a dedicar el 30% de la obra nueva a vivienda pública y social». «Necesitamos gobiernos que de verdad apuesten por las personas y que no comercien con seres humanos»

Otro alegato fue el de Carolina Yuste, Goya a la Mejor Actriz. «Soy una privilegiada porque puedo pagar el alquiler de mi casa», pero otros no pueden, dijo reivindicado el derecho a una vivienda digna, y llamando a acudir a las protestas y manifestaciones que contra este problema se multiplican por toda España.

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