Primera vuelta de las elecciones en Argentina

La izquierda y los peronistas ganan la primera vuelta: Milei asusta, pero no tanto

Contra todos los pronósticos, el candidato peronista Sergio Massa -ministro de Economía de Alberto Fernández- ha supera a Javier Milei y ha contenido la ola ultra.

El candidato de Unión por la Patria -coalición sucesora del Frente de Todos- Sergio Massa ha ganado la primera vuelta de las elecciones argentinas con el 36,6% de los votos, sacando más de seis puntos de ventaja sobre el que casi todos los sondeos daban como favorito: el ultraderechista Javier Milei, que ha cosechado un 29,98%. El temido tsunami de votos ultras no se ha producido, y se ha quedado en mar gruesa.

Pero las espadas están en alto. El balotaje es el 19 de noviembre, y Milei ya ha ofrecido al macrismo -los terceros en liza con el 23,83% de los votos- con los que comparte postulados neoliberales y pronorteamericanos, sumar fuerzas. Las próximas tres semanas serán decisivas.

Contra la mayoría de los pronósticos, el candidato peronista Sergio Massa -ministro de Economía de Alberto Fernández- ha supera a Javier Milei y ha contenido una ola ultra que incluso amenazaba con llevar a Milei a la Casa Rosada en la primera vuelta. Pero el «león» (el animal con el que este estrafalario candidato ultra se identifica) no era para tanto. Menos de uno de cada tres argentinos han optado por él. Son muchos. Son demasiados. Pero son un tercio.

La coalición peronista-izquierdista, sucesora del Frente de Todos que ganó en 2019, ha acusado una notable erosión, perdiendo un 25% de los votos, pero esta viva. En ella confluyen dieciocho fuerzas muy diferentes: las dos principales ramas del penonismo (el Partido Justicialista de Alberto Fernández, y el Frente Renovador del candidato, Sergio Massa); tres partidos comunistas, entre los que están los maoístas de Partido del Trabajo y del Pueblo- PCR de Juan Carlos Alderete; hasta cuatro formaciones kirchneristas y tres socialdemócratas, varias organizaciones del Socialismo del Siglo XXI y cooperativistas, representantes del movimiento sindical de la CGT y la CTA, y hasta el Partido Conservador Popular, de derechas.

Massa había quedado tercero en las elecciones primarias obligatorias celebradas en agosto, detrás de Milei y la macrista Patricia Bullrich, pero ha remontado gracias a un sistemático trabajo de la base peronista e izquierdista en las barriadas populares del conurbano bonaerense, que han salido a alertar a las clases trabajadoras de las consecuencias de un Milei que promete acabar con los planes sociales, la educación y la salud pública, entre otras muchas barbaridades antipopulares.

En el otro lado del ring tenemos a un Javier Milei al que le costaba ocultar su decepción en la noche electoral. Era el elegido, pero ya no lo es tanto. Pero aún tiene peligro, mucho peligro. El ultraderechista ha tendido la mano a los macristas de Juntos por el Cambio y a su candidata, Bullrich, después de haberse pasado la mitad de la campaña lanzando diatribas demagógicas contra ellos, llamándoles «casta» y asegurando que había que sacarlos a patadas.

Pero ahora Milei necesita esos votos, y a priori conseguirá una buena parte. Los votantes macristas están radicalizados contra todo lo que huela a peronismo o izquierda, y muchos cuadros de Juntos por el Cambio han manifestado su preferencia por Milei. Pero lo delirante y estrafalario del discurso del ultraderechista puede espantar a buena parte de los derechistas más moderados, que pueden optar por quedarse en casa en noviembre.

La batalla por la segunda vuelta se adivina feroz y muy ajustada. Y trascendental para Argentina y para las condiciones de vida y de trabajo de sus clases populares.

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