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La incertidumbre polí­tica en Portugal afecta al euro

¿Alguien dijo que la crisis del euro había terminado?

¿Mario Draghi pensaba que tendría otra aburrida reunión de política en el Banco Central Europeo este jueves?

Para ambas preguntas la respuesta probablemente sea sí.

Durante unas pocas semanas todo parecía fácil.

Los rendimientos de la deuda de naciones deudoras estaban nuevamente en retroceso, hay señales de una recuperación de la economía de la eurozona y el euro superaba los US$1,30.

Y luego apareció Portugal, como un recordatorio de que hay un costo humano si se quiere resolver la crisis de deuda, y que ese costo podría estar resultando demasiado alto.

Primero, el ministro de Finanzas del país renunció en protesta ante la sostenida austeridad que está destrozando al país.

Después se retiró el ministro de Relaciones Exteriores luego que el primer ministro, Pedro Passos Coelho, dejara claro que mantendría su postura al nombrar como ministra de Finanzas a Maria Luís de Albuquerque, quien hará justo eso.

Ahora se dice que otros ministros estarían considerando renunciar y que el gobierno de Coelho parece estar al borde del colapso.

Los temores sobre qué significará esto para la política portuguesa y la capacidad del país para continuar pagando su deuda hicieron tambalear a la mayoría de los mercados de la eurozona, como un recordatorio de que la crisis del euro está lejos de haber concluido.

Si Coelho se ve obligado a convocar elecciones anticipadas, podría verse confrontado a un creciente voto de protesta que dificultará que cualquier gobierno futuro mantenga el ritmo de las reformas.

Los inversionistas ya están en alerta. Los rendimientos de los bonos portugueses a 10 años fueron impulsados a cerca del 8%, muy por encima del nivel de 7% que en general es considerado insustentable. Si esto persiste y Portugal encuentra que ya no puede cumplir con sus obligaciones de deuda, el país se verá forzado a buscar más ayuda del BCE.

Si ése es el caso, el BCE finalmente podría tener que usar las denominadas transacciones monetarias directas que anunció hace casi un año para ayudar a controlar la crisis.

Derek Halpenny, de Bank of Tokyo Mitsubishi UFJ, resumió la posible reacción del mercado de la siguiente manera: «Este escenario atemorizará a los inversionistas y está afectando al euro».

Pero ese no es el único problema que enfrenta el BCE.

Datos económicos recientes han comenzado a mostrar las primeras señales de una mejoría económica. No obstante, esto rápidamente podría ser cortado de raíz, no sólo debido a los crecientes costos de la deuda, sino por la noticia de que la economía china, el mayor socio comercial de la eurozona, está desacelerándose, y los precios del petróleo crudo están una vez más en aumento.

De ser así, el BCE y Draghi podrían encontrar que sólo la promesa de un mayor expansionismo de la política monetaria, y sólo el discurso de que las transacciones monetarias directas están disponibles, tal vez ya no sean suficientes para controlar la crisis y el euro en alza.

Por el contrario, el banco tal vez necesite tomar más medidas para evitar una extensión del contagio y que los inversionistas se retiren de otras naciones deudoras como España e Italia.

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