ITALIA

La imposición de un nuevo gobierno del FMI agrava la crisis política en Italia

Un nuevo gobierno tecnocrático dirigirá Italia. Primero fue Mario Monti, en 2011, ahora el elegido es Carlo Cottarelli, ex directivo del FMI. Es el penúltimo episodio de una crisis política que ha dado un nuevo salto tras el veto del presidente de la República al gobierno, claramente anti UE, propuesto por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga.

Italia no es Grecia ni Portugal. Es la tercera economía de la zona euro, miembro del G-7 y país fundador del Mercado Común. Las sacudidas en el país transalpino, directamente relacionadas con el abierto desprecio a Europa exhibido por Trump, confirman que las grietas en el edificio de la UE están pasando de las habitaciones periféricas a los mismos cimientos.

La forma en que acabe resolviéndose la crisis italiana va a afectar al futuro de la UE, y a buen seguro tendrá también repercusiones en España.

Las alarmas se dispararon en Bruselas cuando el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga llegaron a un acuerdo para formar gobierno. Y se confirmaron con el candidato escogido para ocupar el cargo de ministro de Economía. Se trataba de Paolo Salvona, defensor de posiciones furibuntamente antieuro y antialemanas. Ha llegado a comparar a Merkel con Hitler y a afirmar que “los que se dicen europeístas son en realidad anti-italianos”.

La reacción del presidente de la República, Sergio Mattarella, ha sido contundente. Haciendo uso de sus atribuciones ha dado lo que no se puede definir sino como un golpe tecnocrático, nombrando presidente del gobierno a Carlo Cottarelli, ex directivo del FMI y experto en recortes del gasto público.

Frente al “peligro populista”, se entrega el gobierno de Italia ni más ni menos que al FMI. ¿Por qué se ha llegado a esta situación? ¿Cómo explicar un acuerdo de gobierno entre la izquierda del M5E y la derecha xenófoba de la Liga? ¿Qué relación tiene lo que sucede en Italia con la crisis que vive la UE?

De golpe a golpe

Todo comenzó en 2011, en medio de una crisis de deuda que, tras golpear Grecia, Portugal, Irlanda y España, se trasladó a Italia. Fue entonces cuando se dio el primer golpe tecnocrático, que aupó a Mario Monti, ex comisario europeo y ex asesor de Goldman Sachs y la Trilateral, a la presidencia del gobierno. Apenas duró un año y medio, pero sentó las bases de la “política de austeridad” -recortes y contención del gasto- que han seguido los gobiernos tanto de Berlusconi como de Renzi.

A ello se ha sumado la intransigencia alemana, imponiendo un estricto seguimiento de las políticas de ajuste que ha sumido a Italia en un estancamiento económico permanente. Es el país con menor crecimiento de la UE, tanto este año como en la última década. Provocando un empobrecimiento que, aunque a un nivel diferente al de Portugal o España, los italianos han sentido, y evidentemente rechazan.

Ahora, para intentar resolver las derivas provocadas por los efectos del primer golpe… se ejecuta otro, que lejos de resolver los problemas no puede hacer sino agravarlos.

Crisis política abierta

Las sacudidas tecnocráticas y el rechazo de una parte importante de la población han dinamitado el modelo político italiano, sin que se divise un recambio en el corto plazo.

La esperanza de un bipartidismo imperfecto, sostenido a la derecha por la Forza Italia de Berlusconi y a la izquierda por el Partido Democrático de Renzi, se ha esfumado. Ambos partidos han sido duramente castigados en las urnas. El Partido Democrático ha caido desde el 40% al 19%, y se ha producido un impensable sorpasso en la derecha, con la Liga superando a Forza Italia, confirmado con la exclusión de Berlusconi de la formación del nuevo gobierno.

Mientras dos formaciones hasta ahora marginales, el M5E y la Liga, son ahora los dos principales partidos con diferencia. Ambas formaciones han modulado muchas de sus posiciones. El M5E ya no aboga por una salida del euro o la UE. Y la Liga ha abandonado los sueños de la “independencia de la Padania”, quitando de sus siglas la palabra “Norte”.

Pero lo que explica el antinatura acuerdo entre un referente de la mayoría progresista como el M5E y la derecha xenófoba de la Liga es el visceral rechazo a las imposiciones alemanas y a la vieja clase política.

Es un fenómeno generalizado. Italia, donde se firmó el Tratado de Roma que dio origen al Mercado Común, es ahora el segundo país de Europa, solo por detrás de Grecia, con un mayor porcentaje de la opinión pública en contra del euro y de la UE.

Lo que daba carácter al acuerdo de gobierno entre el M5E y la Liga era que constituía una enmienda a la totalidad a la actual UE bajo hegemonía alemana. Esto, y no las medidas anti inmigración que incluía, es lo que ha provocado el veto del presidente de la República.

Eliminaron los puntos más radicales presentes en un primer borrados, como establecer mecanismos para la salida del euro. Pero la propuesta final incluía el cuestionamiento de pilares de la UE como la política monetaria, el Pacto de Estabilidad, el Pacto Fiscal o el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Prohibiendo que pueda realizarse ningún “rescate” desde Bruselas.

En el terreno económico defendía una política expansiva, que necesita liberarse de los corsés impuestos por la UE, con un aumento de las inversiones y medidas que palíen los efectos de los recortes, como una renta ciudadana de 780 euros durante dos años o la derogación del aumento de la edad de jubilación a los 69 años.

El invitado americano

Es significativo que, en contraposición con el enfrentamiento con la UE, el acuerdo entre el M5E y la Liga afirme explicítamente que se mantendrán todos los compromisos con la OTAN, abriendo la puerta a un mayor acercamiento con Rusia. Una política exterior a contrapelo de la doctrina oficial de Bruselas, pero que no cuestiona los intereses norteamericanos.

A través de la UE, Alemania ha intervenido la intentar encauzar la crisis política en Italia. Propusieron antes de las elecciones una “gran coalición” entre Berlusconi y Renzi, y ambos partidos fueron duramente castigados en las urnas. Movieron todos los hilos para evitar un acuerdo entre el M5E y la Liga, pero este finalmente se produjo.

Bruselas mantiene su presión. La Comisión Europea ha exigido a Italia nuevas medidas de ajuste por valor de 5.000 millones de euros este año y 10.000 en 2019. Y Mattarella ha dado el golpe de gracia vetando la posibilidad de un gobierno que se enfrentara a los dictados de Bruselas.

Pero EEUU, o al menos algunos sectores de la burguesía norteamericana, también ha intervenido azuzando la crisis italiana.

Cabe recordar que se produce justo en el momento en el que la administración Trump está llevando al límite la degradación de Europa. Primero respaldado el Brexit, luego menospreciándola con la ruptura unilateral del tratado con Irán, o amenazándole con la imposición de draconianos aranceles a sus productos. Esta por ver que hay de realidad en la amenaza de Trump de “dinamitar la UE”, pero está claro que la Casa Blanca quiere rebajar a sus aliados europeos para someterlos a un mayor control.

Y en Italia hay una grieta donde golpear. Quien anunció un futuro gobierno M5E-Liga, cuando todos lo daban por imposible, fue Steve Bannon, ex asesor de Trump, que trasladó su residencia a Milan durante unos meses para “seguir el caso italiano”, prestando apoyo a la Liga.

Hay que tener en cuanta que la intervención norteamericana ha sido mayor en Italia que en otros países. La Red Gladio, el entramado paralegal bajo dirección de la CIA que gobernó de facto Italia durante décadas, así lo demuestra. Es esa intervención norteamericana la explicación de la inestabilidad política crónica, con 67 presidentes en los últimos 72 años.

Todavía no sabemos cual será el saldo de la crisis italiana, que ha entrado en un momento de extrema imprevisibilidad. El gobierno Cottarelli tiene casi imposible conseguir la aprobación de un parlamento donde el M5E y la Liga tienen mayoría. Todo parece indicar que nos abocamos a nuevas elecciones en otoño, en las que es más que probable que los partidos más anti UE mejoren sus resultados.

Lo que sí es seguro es que va a agudizar la crisis de la UE, que ya afecta a sus mismos cimientos. Lo que tendrá repercusiones sobre España. Mostrando que las sacudidas provocadas por los proyectos hegemonistas se trasladan desde la periferia al corazón de Europa. Y colocando en otra dimensión lo que suceda en España, la cuarta economía de la zona euro, cuya estabilidad política también están en cuestión.

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