Perú, Operación militar contra Sendero Luminoso

La guerra continúa en las zonas Cocaleras

Los remanentes del PCP ( Sendero Luminoso) amenazaron con continuar en 2009 su «guerra revolucionaria» en la zona del Vizcatán, a unos 600 kilómetros al sur de Lima, y expandirla a otros territorios de Perú.

Siete resuntos integrantes de Sendero Luminoso fueron capturados en la zona de Vizcatán, el considerado último bastión del grupo terrorista y ubicado en el sur de Perú, informaron hoy fuentes de las Fuerzas Armadas de ese paí­s.Vizcatán es una zona agreste en medio de la selva en la zona de los Valles de los rí­os Apurí­mac y Ene (VRAE), considerado el último bastión histórico de Sendero Luminoso.El lugar, que se calcula albergaba a unos 300 miembros de la guerrilla del PCP (Sendero Luminoso), fue atacado desde agosto pasado por unos 800 miembros de las fuerzas especiales del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.Durante los combates, los senderistas causaron unas veinte bajas a los militares, entre muertos y heridos, y atacaron a los helicópteros que transportaban a las tropas.Los remanentes del PCP ( Sendero Luminoso) amenazaron con continuar en 2009 su «guerra revolucionaria» en la zona del Vizcatán, a unos 600 kilómetros al sur de Lima, y expandirla a otros territorios de Perú, informó el diario La República.»En el 2009 seguiremos en el Vizcatán y la guerra revolucionaria se habrá expandido a otros lugares del paí­s», señala un documento suscrito por el Comité Central del Partido Comunista del Perú y que fue interceptado a finales de diciembre por los servicios de inteligencia militar.Este texto hace un balance de la respuesta senderista a la agresiva campaña iniciada en agosto pasado por las Fuerzas Armadas en el Valle de los Rí­os Apurí­mac y Ene (VRAE), especialmente en la zona boscosa del Vizcatán, considerado hasta hace poco bastión inexpugnable de la organización.Los remanentes de Sendero Luminoso que no reconocieron el alto al fuego ordenado por su fundador, Abimael Guzmán, en 1992, operan en las zonas cocaleras del VRAE, bajo el mando de Ví­ctor Quispe «camarada José», así­ como en el Alto Huallaga (noreste), bajo las órdenes del único lí­der histórico en libertad, el «camarada Artemio».Según el documento difundido por La República, los dirigentes senderistas calificaron la ofensiva militar en el VRAE como un fracaso dado que las fuerzas del orden han perdido a 24 de sus efectivos y hasta el momento no se ha capturado a ningún jefe de la organización.El «Camarada Artemio», pidió a finales de diciembre al Gobierno de Perú que acceda a una «solución polí­tica» para terminar con su lucha armada.Sendero firmó en 1993 un acuerdo de paz con la administración del Presidente Alberto Fujimori, y su presencia se redujo a dos bases de apoyo en el valle del Huallaga, que se mantuvieron hasta 2003. Hoy sus bases se han incrementado a siete y están en las regiones de San Martí­n, Huánuco y Ucayali, aunque también hay presencia en Ayacucho, Juní­n, Huancavélica y el Cusco, siete de las veinticinco regiones que componen Perú. Sendero Luminoso nació en 1968 y comenzó sus acciones militares en 1980, en el segundo gobierno de Fernando Belaunde Terry. El «camarada Artemio» heredó el mando de Abimael Guzmán (el «camarada Gonzalo»), recluido en la Base Naval del Callao desde 1992. La guerra que padeció el pueblo peruano durante décadas, lo hizo quedar entre dos fuegos. Por un lado las fuerzas militares ,entrenadas en la infame «escuela de las Américas» , por la CIA y el ejercito norteamericano en tácticas «antisubversivas», las cuales llevaron a desapariciones, matanzas de campesinos, utilización de métodos de exterminio, hasta hornos crematorios en los cuarteles para hacer desaparecer los cadáveres. Y por otra Sendero Luminoso, que conforme avanzo la guerra empezó a deslindarse del pueblo y a perpetrar ajusticiamientos en comunidades de campesinos bajo el epí­teto de «Justicia popular», practicando el «estas con migo o contra mi», incubando una base de principios ajena a la unidad con el puebloEn la etapa más crí­tica de la guerra desatada por Sendero Luminoso y de la acción contraterrorista, miles y miles de pobladores perdieron la vida en ejecuciones extrajudiciales, degollados o tiroteados, y sus cadáveres fueron enterrados en un número no determinado de fosas comunes.En aquella época el miedo, en el grado de pavor, era el sentimiento compulsivo que dominaba a los pobladores de miles de comunidades andinas. Quien era «reclutado» por las columnas senderistas o detenido por efectivos militares encapuchados, podí­a considerarse muerto.Esto provoco que la población, eminentemente pobre e indí­gena, sufriera en sus carnes, un genocidio que según el informe de la comisión de la verdad, cifra en más de 70.000 personas entre muertos y desaparecidos.

Deja una respuesta