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Lo que el gobierno de Macron no ha querido -o no se ha atrevido- a hacer, lo ha hecho una abuela coraje.
Jacqueline Rivault, una francesa de 71 años, ha llevado a Israel ante los tribunales de su país. Sus nietos, Jenna y Obaida, de 6 y 9 años y nacionalidad francesa, murieron asesinados en Gaza al ser alcanzados por un bombardeo israelí.
Con el corazón roto para siempre, pero llena de determinación por detener el horror genocida que se ceba a diario sobre otros nietos, otros hijos y otros niños, Jacqueline ha decidido actuar contra los responsables. Con apoyo de su abogado y de organizaciones de derechos humanos, ha presentado una denuncia ante la sección de crímenes contra la humanidad del Tribunal de París.
Acusa a Israel de genocidio y asesinato. Dado que sus nietos tenían nacionalidad francesa, los Tribunales de París tienen competencia en el caso y han decidido admitir la denuncia.
Muchos pueden pensar que es David contra Goliath, pero a Israel se le abre un frente más. Junto a la causa de Sudáfrica en la Corte Penal Internacional, la denuncia de Jacqueline sienta un precedente histórico que además impacta de lleno en la opinión pública francesa y europea.