Cine

La gran pantalla en el Sahara

El Festival de Cine del Sahara (FiSahara) nació hace 6 años y lo hizo con vocación de desaparecer, puesto que su fin último es contribuir a resolver la dramática situación que viven los refugiados del Sahara Occidental. Para ello, FiSahara, dentro del proyecto Cine por el Pueblo Saharaui, aporta su granito de arena, acercando a la opinión pública internacional la realidad diaria de este pueblo. Los rostros más conocidos del cine español, encabezados por Álex de la Iglesia, Jacier Fesser, Guillermo Toledo o Eduardo Noriega, han estado presentes en esta última edición, mostrando su apoyo a la independencia de la antigua colonia española, actualmente ocupada y asfixiada por Marruecos.

FiSahara es una muestra de cine no cometitiva, que funde educación, cultura y ocio bajo la forma de un cine sin techo con proyecciones al aire libre en 35 mm. Su realización es impulsada fundamentalmente desde España, fruto del esfuerzo voluntario de muchas personas y con el soporte de varias instituciones como la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) o del Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA).El festival se desarrolla en las condiciones adversas propias de un campo de refugiados, y en esta ocasión se ha celebrado, por tercer año consecutivo, en la Wilaya de Dajla, el campamento de refugiados más alejado de la ciudad argelina de Tinduf y, por lo tanto, el más aislado. En este espacio han sido proyectadas durante estos días películas como Camino (Javier Fesser), Los Crímenes de Oxford (Álex de la Iglesia), El Lince Perdido (Manuel Sicilia y Raúl García) o Los Limoneros (Eran Riklis), así como una sección dedicada a lo mejor del cine hecho en África, y otra dedicada a películas que tengan como centro argumental la causa saharaui.Pese a que el espíritu del festival no es competitivo, sino divulgativo y solidario, existe un premio otorgado por el propio público asistente, que este año ha recaído en la película Che: Guerrilla, de Steven Soderbergh, a la que le fue entregada una camella blanca, símbolo del reconocimiento del pueblo saharaui, y una réplica en miniatura de la misma. También recibió un reconocimiento del público la película argelina Nabia Charabi. El festival fue clausurado con el ya tradicional concierto, que en esta ocasión corrió a cargo del grupo catalán Macaco.Los participantes expresaron su preocupación por las duras condiciones de la población del Sáhara Occidental, y su compromiso de apoyar la lucha de ese pueblo, pidiendo el desmantelamiento del denominado "muro de la vergüenza", calificado como un crimen contra la humanidad y el muro más largo de separación en todo el mundo. Se asienta así la idea de un festival que no se utiliza como elemento de promoción o competición cinematográfica, sino un importante gesto de compromiso del mundo del cine, especialmente del cine español, con la justicia y la libertad de un pueblo que sufre la más brutal opresión desde hace décadas, negándosele su propia identidad."El Festival Internacional de Cine en el Sáhara Occidental ha sido una oportunidad para atraer a un gran número de interesados en el cine que han sido testigos de la realidad política saharaui y del sufrimiento del pueblo saharaui en lucha desde hace tres décadas", indicó la ministra saharaui de Cultura, Jadiya Hamdi.

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