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La gran derrota de Emilio Botí­n

Andan los días como aciagos, con infantas desimputadas por incomprensibles decisiones judiciales, ministros que relacionan, “pero no demasiado”, los asesinatos de ETA con la vindicación del derecho al aborto, y jóvenes socialistas insinuando que detrás de los movimientos sociales, esos que llevan dos años anegando de indignación y pueblo calles y plazas, pueda esconderse el tapado de la derecha. En momentos como estos es cuando uno hasta echa de menos al ex ministro Federico Trillo, único político capaz de exabruptar el oportuno “manda huevos” y que parezca Shakespeare.

Entre todo este marasmo de alegres noticias y pizpiretas declaraciones, poca gente ha reparado en una curiosa novedad de muy honda trascendencia. La cosa empieza hace unos meses, cuando un juzgado mallorquín da la razón a un matrimonio al que el Banco de Santander había vendido preferentes. O sea, que tal juzgado reconoce el timo, la estafa, la ratería, el apaño o como se llame eso que te hacen los bancos cuando les dejas en prenda la piruleta de tus dineros, y de la piruleta solo te devuelven el palo.

Los de Emilio Botín recurrieron sin éxito esta sentencia condenatoria ante la Audiencia Provincial de Palma. Y, después, ya comprensiblemente coléricos, hasta recurrieron más, obligando a la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo a estudiar su recurso extraordinario, que es un rimbombante instrumento al que echan mano nuestros banqueros para darle a entender a los jueces y fiscales que están muy enojados con el tema de la separación de poderes y, ya más particularmente, con Polibio, con Aristóteles, con John Locke y con Rousseau.

Sin embargo, el otro día, de manera inopinada, se le pasó el enfado a Botín, se conoce que por la cosa de la primavera, y retiró dicho recurso, dándole la razón al matrimonio preferentista por lo gratis. Ah, se asombrarán las almas de cántaro: por fin ha vencido la justicia, el obrero ha tumbado al banquero, David contra Goliat y tal y cual, Blas ha domeñado a Epi, los enanitos han gozado los favores amatorios de Blancanieves y ya no tendrán que volver a entonar más estúpidas cancioncillas… Pues va a ser que no, asombradizos lectores. La aparente victoria de este matrimonio mallorquín esconde uno de los mayores atentados contra los afectados por el timo de las preferentes. Un paso más en la estafa. Una huida simultánea hacia delante y hacia atrás, que es una habilidad muy desarrollada entre nuestros banqueros, que siempre han sido muy cintureros y danzones.

Me explico. Al retirar su recurso Emilio Botín, mañana no habrá pleno sobre las preferentes en el TS y no se sentará jurisprudencia, que es lo que iba a suceder, para terror de los banqueros, si el Santander volvía a perder la razón y la compostura. Eso de que se siente jurisprudencia no es cosa que agrade al banquero. La jurisprudencia solo la sientan en sus rodillas, los banqueros, cuando le quieren meter mano al ya citado Rousseau o a nosotros los paletos en general.

En altas esferas de nuestra judicatura y banca, en las que me muevo con soltura porque soy un obrero y a tan principales señores les parezco transparente, se hacen muchas conjeturas sobre las razones que puedan haber llevado a Botín a perder voluntariamente esta batalla, con lo altanero y gallardo que es nuestro más grande y políglota banquero. La primavera como motivo, tal que yo apuntaba arriba, quedó descartada casi instantáneamente: un señor con tanta pasta vive en eterna primavera, me explican los que saben.

Se conjetura más bien otra variante: “Seguro que ha sido un acuerdo del Santander con otras entidades más afectadas por este asunto, que han apretado a Botín para evitar que les hagan polvo con una sentencia del Supremo, sentencia que haría que ya colaran como churros todas las demandas de preferentes”, me dice un eminente perito auditor especializado en estas procelas y simonías. En resumen: que Botín ha soslayado su amor a la justicia en favor de otros más altos y nobles designios, cuales son no devolver el dinero estafado a la plebe preferentista por sus amigos banqueros.

No suena mal.

Lo que a uno le deja un tanto atribulado es que nuestra justicia, con fama secular de independiente y libertaria, no encuentre mecanismos para investigar de forma conjunta esta enorme estafa de las preferentes. O, caso contrario, para demostrarnos a los ciudadanos que estamos equivocados, que nuestros banqueros, una vez más, se han portado como generosos benefactores de este pueblo ignaro y dubitante, que se confabuló para firmar todo lo que le pusieran delante, contratando preferentes como firman autógrafos las estrellas del pop. Como un humilde servidor, señores oligarcas, que firma esto sin pensar demasiado en las terribles consecuencias que puedan acarrear una o dos palabras libres o verdaderas. No sé si me explico bien o mal, pero me explico. Y me quedo, como ustedes cuando roban, bien a gusto.

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