Emanuele Mazza nació en Italia, pero desde hace años vive y trabaja en Valencia. Es investigador independiente del Laboratorio de Luz, destacado grupo de investigación de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), desde donde lleva a cabo tanto su obra individual como un sinfín de colaboraciones con otros artistas o equipos interdisciplinares. Además de esto, se dedica a «facilitar la vida» a otros creadores que buscan en las nuevas tecnologías herramientas para expresarse y plasmar su obra, creando utilidades especialmente pensadas para ellos. La última es Gamuza, un software completamente abierto y gratuito, aplicado a sistemas de video-detección.
Mazza se resenta habitualmente como investigador independiente, dentro de una universidad pública; esta cuestión que aparentemente puede resultar contradictoria, define precisamente su particular perfil. Desde su formación técnica ha tomado una determinación más que seria en acercarse al mundo del arte, y lo constata en su particular aclaración: Mi relación con el Laboratorio de Luz empezó de forma casual mas o menos en el 2004, en aquel entonces solía apuntarme de oyente a varias asignaturas de Bellas Artes, todas aquellas que me provocaban cierta curiosidad y/o interés, y de este modo llegué a conocer un par de profesores miembros del laboratorio. Enseñándoles mis trabajos y mis inquietudes nos encontramos con varias cuestiones en común, y de esta manera, de forma orgánica llegamos a colaborar en varios proyectos y a establecer un flujo de aprendizaje bidireccional, algo que se suele llamar feedback mutuo. No sólo es un rasgo que define a Emanuele. Las prácticas artísticas relacionadas con las nuevas tecnologías conducen inevitablemente a una interdisciplinaridad latente. Los ingenieros colaboran con los artistas, los artistas aprenden informática y electrónica, los informáticos se introducen de lleno en el mundo de la creación artística… En este sentido se abren varias contradicciones, especialmente en lo que respecta al futuro de los métodos de creación y la ubicación de determinados trabajos dentro del espectro cultural. Mazza se encuentra especialmente a gusto navegando entre estas contradicciones formales. Personalmente no creo que haya necesidad de ubicar en lugares específicos los trabajos artísticos –afirma tajante-, los recorridos que se eligen a lo largo del tiempo están constantemente influenciados tanto por lo que nos rodea como por lo que no nos pertenece pero se hace a veces inevitable. De lo que me interesa hablar es de que no somos puntos aislados en el océano, si no que somos nodos en continua comunicación, activamente y pasivamente, que lo queramos o no, estamos involucrados en dispositivos de curvas de enunciación y curvas de visibilidad (citando al filosofo francés Foucault), en donde no hay directrices concretas, porqué el mismo hecho de buscarlas hace que cambien de posición. En este sentido pone como ejemplo su propia práctica dentro de la creación artística: Yo empecé con el video y la gráfica, me enamoré de lo sonoro, descubrí lo interactivo y su relación con la tecnología, me apasionó lo de la programación y la electrónica, me perdí en las relaciones entre imagen y sonido, volví a encontrarme en el contexto performativo, el directo, la pieza única, manteniendo a mi lado todo lo que seguía manteniendo viva mi curiosidad, y dejando atrás todo lo que iba perdiendo mi interés. En 1998, el destacado teórico y artista Xavier Berenguer, publica un artículo titulado “Arte y tecnología: Una frontera que se desmorona”. En él localiza el momento en que ciencia y arte toman caminos opuestos, justo después de los descubrimientos de Newton. Sin embargo empieza a dibujar un horizonte en el que, como ocurría en el Renacimiento, los científicos se atrevan con planteamientos más “creativos”, y los creadores se acerquen a la ciencia para desarrollar sus obras. ¿Qué consecuencias sociales consideras que pueden tener estas actitudes en el mundo contemporáneo? ¿Están las instituciones científicas y artísticas más importantes preparadas? Probablemente las mas importantes serán las ultimas en estar preparadas en algo nuevo. Yo creo en los cambios sociales desde abajo, horizontales y orgánicos. Las consecuencias provocadas desde arriba, desencadenadas verticalmente, lo que generan es inconsciencia y domesticación preestablecida. Y no, los cambios tienen que ser provocados localmente, es responsabilidad social de cada uno de nosotros compartir nuestra cultura y crear movimiento en nuestro entorno, esperar que nos digan como cambian las cosas es un error histórico en el que seguimos viviendo. La última obra de Emanuele Mazza fue una mezcla entre performance en directo e instalación escultórica, que pudo contemplarse en el Centre de Cultura Contemporània Octubre de Valencia. Se trataba de un homenaje al influyente artista norteamericano John Cage, en la que desarrollaba una “orquesta” de electrodomésticos que él mismo dirigía en directo mediante sistemas de video-tracking. La pieza viene de la performance "Water Walk" de John Cage del 1960, en donde 34 objetos distintos, todos relacionados con el agua, se transformaban por 3 minutos en instrumentos musicales. Desde aquí lo que yo planteo con mi trabajo es transformar 8 electrodomésticos normales y corrientes en una orquesta, y trasformar a mi mismo en el director de la orquesta(cosa que obviamente no soy), y utilizar todo este montaje tanto para criticar la tecnología que uso como para criticar los mismos patrones "académicos" del mundo de la performance. Lo que me permite conseguir esto es por un lado un sistema que en un principio responde a mis ordenes y que a lo largo de la performance empieza a no respetar al director, hasta pasar completamente de el. Y por otro lado una interpretación corporal que comienza con solemnidad y acaba de forma ridícula, con un director de orquesta que acaba su concierto desenchufando los instrumentos para que se callen.