SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La farsa de la recuperación económica

Frente a la verborrea oficial, una batería de indicadores económicos publicados en los últimos días confirman algo de lo que ya venimos avisando desde estas líneas con suficiente antelación. España ha entrado en el peor de los males económicos, deflación por endeudamiento. Permítanme entonces mi hartazgo por todos aquellos que despectivamente nos señalan a los economistas como parásitos que solo valemos para explicar el pasado.

Si algo ha fracasado es la teoría económica dominante que se enseña en la mayoría de las universidades, el paradigma neoclásico y su implementación práctica, el «Consenso de Washington». Es la hoja de ruta que sirve de guía para la inmensa mayoría de las élites occidentales. Tiene apariencia de tecnócrata, pero está cargada de ideología. La economía no tiene alma, carece de pasión, las mejoras de las condiciones de vida de los ciudadanos son secundarias. Todo se reduce en aras de una eficiencia que no es tal. No hay visión de nada.

Pero vayamos a lo nuestro, y desgranemos los últimos datos. Primero se revisó a la baja el PIB del último trimestre de 2013, desde un crecimiento intertrimestral del +0,3% a +0,17%, tratando de salvar el primer decimal y dejarlo en el +0,2%. No se preocupen, la Contabilidad Nacional del segundo semestre de 2013 se revisará a la baja en agosto de este año, para decirnos con posterioridad, en agosto de 2015, que donde dije «positivo» quería decir «negativo», pelillos a la mar.

Salarios y precios

Después se dio a conocer el estudio de Banco de España que confirma algo que es un secreto a voces, los salarios se están hundiendo y más allá de lo que dicen las cifras oficiales. Los economistas de Banco de España responsables del estudio han elaborado unas estimaciones sobre salarios reales netos de efectos de composición, con las que se han logrado mitigar posibles inexactitudes derivadas del aumento del peso relativo de los trabajadores de mayor cualificación, al aumentar la temporalidad y cebarse el desempleo especialmente en trabajadores con menor nivel educativo y experiencia profesional. Fátima Bañez y Cristóbal Montoro deben estar «encantadísimos» con este análisis riguroso de Banco de España.

Pero la guinda de la semana fue la publicación del IPC preliminar de febrero. Oiga, que ni con esas, de nuevo la variación interanual del IPC entra en territorio negativo, -0,1%. Las caídas salariales y las tasas de inflación negativas ponen de manifiesto el carácter desestabilizador de la flexibilidad de precios y salarios en una recesión de balances como la nuestra, y que tanto han cacareado e incentivado desde el entorno de Rajoy. En vez de ayudar a enderezar la economía hacia la creación de empleo, en realidad reduce la demanda efectiva (paradoja de costes). La economía es dirigida por la demanda y no por las restricciones que dependen de la oferta. Algún día «se enterarán», pero será demasiado tarde y ya nos habrán «enterrado».

El ajuste salarial en España ha sido vergonzoso. En muchas empresas se ha sustituido mano de obra especializada y bien pagada por otra más joven, inexperta y muy mal remunerada. Además, los aumentos de productividad han sido aparentes, se ha producido menos con muchísima menos gente. Pero hay algo todavía peor. Nuestra economía solo muestra ciertos brotes amarillentos cuando se dispara el gasto público. El sector privado está muerto, en recesión de balances.

Deflación por endeudamiento

Pero, ¿cuáles son los verdaderos riesgos de la deflación? Para ello debemos distinguir entre sus versiones positiva y negativa, la deflación benigna, y deflación por endeudamiento. La deflación benigna consiste en un descenso en los precios asociado a progresos tecnológicos y mejoras de productividad, bien sea en determinadas industrias o en la economía en general. Como consecuencia con el mismo salario tenemos más capacidad de compra. Para que sea benigna, la deflación generalizada debe estar bajo control, ser moderada en cuanto a su evolución, y estar asociada a un continuado crecimiento económico. Éste, obviamente, no es nuestro caso.

En España tenemos la deflación mala -sin duda mayor de lo que sugieren las cifras oficiales-. La deflación por endeudamiento consiste en un descenso en los precios causados por la incapacidad de los deudores para pagar sus deudas. Predomina el efecto dinámico que funciona a través de las expectativas. Si la gente espera que la deflación continúe, prevén que los precios serán aún más bajos en el futuro que ahora. Como consecuencia se abstienen de hacer adquisiciones en espera de poder beneficiarse de unos precios inferiores; son reacios a pedir préstamos a cualquier tipo de interés nominal, porque tendrán que devolver el préstamo en unos euros que valdrán más cuando los precios sean inferiores a los de ahora. La deflación “causa” depresión.

Ya saben nuestro diagnóstico y previsiones. Por mucho Banco Central Europeo, España experimentará una tormenta perfecta que se retroalimentará: crisis de deuda, crisis bancaria y deflación por endeudamiento. El detonante y acelerador de esta nueva ruptura de la tendencia de fondo será un empeoramiento significativo en los mercados financieros. La mayor parte de activos financieros están sobrevalorados, solo es cuestión de tiempo esperar que se desate la siguiente fase de venta masiva de los mismos. Y ya veremos entonces qué pasa con nuestra banca y la del resto de países occidentales.

Deja una respuesta