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La Europa que protege a Italia pero no se fí­a de ella

La ahora famosa carta de intenciones firmada por Berlusconi y aprobada por los 17 países de la eurozona y en especial Alemania, Francia y la Comisión en Bruselas, se volvió a escribir y corregir en una larga conversación telefónica con Gianni Letta, que se produjo por la mañana con Bruselas, y fue entregada por la tarde por Berlusconi.

Esta noticia ya es oficial. De hecho, la carta fue escrita por los destinatarios y luego devuelta al remitente con su aprobación. Además, se tomó la decisión de encomendar al Presidente del Consejo Europeo y al de la Comisión Europea ponerse a la cabeza de un seguimiento permanente sobre el desempeño de las «intenciones», indicadas en la carta con un montón de números y el calendario.

Ayer, entre otras cosas, llegó la propuesta del FMI, aceptada por las autoridades europeas, para crear una red de seguridad adicionales para Italia y España, lo que confirma que las medidas adoptadas hasta la fecha no son suficientes, ya que están a cargo de un gobierno de dudosa credibilidad.

El mandato europeo a Italia está, por lo tanto, fuera de toda duda y es equivalente al que ya existe sobre Grecia, Irlanda y Portugal. Esta conclusión que se desprende de los hechos quiere decir que cuando hablamos de la carta del Sr. Berlusconi no estamos buscando su política económica, que no existe, sino la de las autoridades europeas. Lo que estamos examinando es el contenido de la «restricción externa» que Europa ha construido para incitar a los países reacios a aceptar la disciplina impuesta por los «protectores» (…)

Ahora que está clara la carta de intenciones escrita por el destinatario y aceptada por el remitente, acompañada de la vigilancia del «Lord Protector» y sus delegados, sigamos.La carta de intenciones contiene una serie de promesas y compromisos, algunos de los cuales son muy ornamentales con respecto a las verdaderas intenciones de los «protectores». La esencia del documento se basa en una compleja política económica: eliminación del déficit para el año 2013, equilibrar el presupuesto para el mismo año, la disminución de la deuda soberana hasta caer a un 90 por ciento del PIB en 2014 (ahora estamos en el 120%, con tendencia a aumentar), el crecimiento del PIB, que se ha estancado durante una década, la disminución del desempleo y en particular de los jóvenes, ajustar las pensiones a la esperanza de vida y, por último, el máximo de equidad social como lubricante esencial para que una política que impone recetas severas no ponga en peligro la cohesión social (…)

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