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La economí­a de EEUU sufre por mantener su Guerra contra el Terror

En un momento en que el buque estadounidense navega a la deriva hacia un ajuste fiscal sin precedentes, el aniversario de los terribles atentados del 11 de septiembre de 2001 llegó acompañado de un trágico ataque al Consulado estadounidense en Benghazi, que culminó con la muerte de cuatro miembros del equipo diplomático, entre ellos J. Christopher Stevens, el embajador de EEUU en Libia. A sólo 50 días de las elecciones presidenciales, la pregunta que ronda por la cabeza de muchos es simple: ¿podrá la economía más grande del mundo soportar su lucha contra el terrorismo?

La respuesta no es sencilla. Once años después del atentado que cambió el rumbo de la historia, el gobierno de Estados Unidos ha conseguido desestabilizar a Al Qaeda y eliminar a Osama Bin Laden pero el precio a pagar ha sido demasiado alto. Según las últimas estimaciones realizadas por el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz y la profesora de Harvard, Linda J. Bilmes, la factura supera ya los 2,5 billones de dólares, si tenemos en cuenta los conflictos bélicos en Irak y Afganistán fruto de la denominada ?Lucha contra el Terror?.

Para explicar parte del colosal endeudamiento del país cuya deuda sobrepasa ya los 16 billones de dólares y cuyo déficit presupuestario alcanza ya los 1,2 billones de dólares cabe destacar que EEUU ha financiado sus esfuerzos por garantizar la seguridad del país enteramente a través de préstamos. El gasto en guerras y en reforzar la seguridad del país ha sido responsable de más de la cuarta parte del aumento total de la deuda del gobierno desde 2001. Tampoco hay que pasar por alto que el gobierno de George W. Bush remató su decisión con una reducción de impuestos que todavía sobrevive y que expirará a finales de este año. Esta fórmula que cuenta con menores ingresos y un enorme gasto, al que habría que añadir el azote de la ?Gran Recesión? en 2009 ha llevado al país a su actual estancamiento económico y político.

Cierto es que la Guerra contra el Terror se ha convertido en un arma de doble filo para EEUU. Es cierto que por cada 1.000 millones de dólares gastados en defensa se han creado alrededor de 8.555 puestos de trabajo e inyectado alrededor de 565 millones de dólares a la economía. Sin embargo, esos mismos 1.000 millones de dólares podrían haberse empleado para acometer nuevos recortes fiscales que habrían estimulado la demanda y creado hasta 10.779 puestos de trabajo, según explica Kimberly Amadeo, presidenta de World Money Watch y autora del libro ?Más allá de la Gran Recesión: Qué sucedió y cómo prosperar?.

Desde que ocupó la Casa Blanca, el presidente Barack Obama dio por finalizada la guerra de Irak pero, a cambio, aumentó la presencia de tropas estadounidenses en Afganistán al mismo tiempo que trazó un plan para la retirada a finales de 2014. Su administración también dio el visto bueno para que las fuerzas aéreas del país lideraran la campaña de la OTAN que ayudó a derrocar al gobierno libio. Sin embargo, ante la presión generada por el descontrol del gasto federal, Obama y el Congreso, liderado por el partido republicano, han acordado recortar 487.000 millones en gastos militar durante la próxima década.

Aún así desde la campaña del delfín republicano, Mitt Romney, se apuesta por un incremento de las fuerzas armadas, incluyendo el número de tropas y buques de guerra, añadiendo así casi 100.000 millones de dólares para el presupuesto del Pentágono en 2016. De hecho, el candidato presidencial utiliza los recortes en el Departamento de Defensa como arma arrojadiza contra el mandatario. Romney asegura que en estados clave como Virginia, Ohio, Florida o Colorado más de 200.000 empleos podrían llegar a desaparecer tras las decisiones presupuestarias del presidente.

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