Vivimos tiempos turbulentos. La Paz Mundial está en peligro, como también la libertad o la democracia a escala global. Quien la amenaza es la superpotencia, de mano de la política de la actual administración estadounidense, la más reaccionaria, agresiva y aventurera en décadas.
No son los delirios de un autócrata, rodeado sólo de aduladores o tecnooligarcas, los que provocan sacudidas y tensiones. La política de Trump es la alternativa de la fracción hegemónica de la burguesía norteamericana. Está respaldada por los grandes buques insignias de Wall Street, por los principales monopolios de la industria energética y extractiva, y desde luego por el grueso del poderoso complejo militar-industrial, desde los gigantes armamentísticos hasta las grandes corporaciones de Silicon Valley.
Desde su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump ha desplegado un proyecto global extremadamente agresivo, una ofensiva supone una auténtica dictadura. No es una denominación agitativa, ni una exageración propagandística, como tampoco lo era la dictadura terrorista mundial de G.W. Bush.
Sí, es una dictadura. Una dictadura hegemonista mundial.
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Una dictadura mundial
Ante la agudización del ocaso imperial, provocado por la lucha de los países y pueblos del mundo y especialmente por la emergencia de China y los BRICS, la linea Trump ha dado un golpe encima de la mesa, enterrando la linea de «hegemonía consensuada» de Biden-Obama. Los «viejos» y convencionales medios para mantener su hegemonía ya no bastan: hay que tomar medidas mucho más extremas, agresivas y disruptivas.

La línea Trump ha decidido hacer saltar por los aires la legalidad internacional en todos los ámbitos, mostrando de forma abierta que no hay más ley que la de la fuerza y los dictados de la superpotencia.
Han declarado que están dispuestos a apoderarse por la fuerza de Groenlandia o el Canal de Panamá; a convertir a Canadá en su estado 51. Han decidido demoler la ONU, los tribunales internacionales, en la medida que consideran que han sido «colonizados» por la fuerza creciente del multilateralismo.
Amenazando la Paz Mundial, han dado carta blanca a Israel para que lleve a cabo su «solución final» en Gaza -el exterminio y la limpieza étnica de 2 millones de palestinos- mientras se empieza a «gazificar» Cisjordania, para incendiar todo Oriente Medio o para atacar con drones a las ONGs en medio del Mediterráneo.
Tratando a los países europeos como vasallos antes que como aliados, están alentando abiertamente a los gobiernos y las fuerzas de la ultraderecha, buscando la disgregación de la UE para imponer tratados bilaterales mucho más leoninos. Están empujando hacia un rearme europeo que es una imposición hegemonista
Han declarado una guerra comercial con el objetivo de imponer que el conjunto del planeta le entregue 300.000 millones de dólares al año en «tributos imperiales». Usan los aranceles como un garrote para imponer a cada país sus imperativos económicos, políticos y militares.
Una de sus principales apuestas estratégicas es la de atraer a la Rusia imperialista a su sistema de alianzas, -formándose, entre Trump, Putin y Netanyahu, un macabro «Trio de la Muerte»-en el camino de ir socavando sus vínculos con China. Negociando una infame componenda imperialista con Rusia, están forzando a Ucrania a aceptar la anexión del 20% de su territorio a Moscú… y la entrega de las riquezas minerales y energéticas a Washington.
Con esta dictadura mundial, la linea Trump busca al menos cuatro objetivos estratégicos
El primer y más importante de sus imperativos es contener el ascenso de China -que es la principal amenaza para la hegemonía norteamericana y la principal impulsora de un orden mundial multipolar- y del conjunto de los BRICS+. Pekín, encabezando a las potencias emergentes, procedentes en su abrumadora mayoría del Tercer Mundo, ha cruzado “líneas rojas” inadmisibles para la superpotencia,. Detrás de muchas actuaciones de EEUU -ambiciones sobre Groenlandia, guerra comercial…- está la búsqueda del refuerzo del cerco a China
El segundo objetivo estratégico de la dictadura mundial de Trump es fortalecer la posición global de EEUU en todos los ámbitos. Especialmente en el militar, lanzando un rearme para mantener su superioridad militar, especialmente en alta tecnología. Pero también en el resto de los terrenos: político, económico y hasta territorial.
El tercer objetivo de la linea Trump es imponer a los “Estados vasallos” más y mayores “tributos” que sufraguen la ofensiva norteamericana, así como un mayor encuadramiento militar y político frente a China y los BRICS.
Y el cuarto rasgo de la dictadura mundial de Trump es que busca imponer un modelo económico y social al servicio de la gran burguesía norteamericana, con una mayor explotación, y que ofrece al resto de burguesías monopolistas, presentándolo como beneficioso para incrementar sus ganancias. El «laboratorio» es la Argentina de Milei. Con sus feroces discursos xenófobos y sus políticas migrairoas crear una sub-clase obrera migrante, fácilmente identificable por su color de piel o sus rasgos culturales, despojada de derechos y a la que poder hiperexplotar.
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Una ofensiva… a la defensiva

La dictadura mundial de Trump es extremadamente agresiva y reaccionaria. Supone un peligro aún mayor para la Paz Mundial, la democracia y las libertades, y para las condiciones de vida y trabajo de miles de millones de personas en todo el globo.
Y sin embargo, detrás de toda esta virulencia no hay fortaleza, sino debilidad. No hay ofensiva, sino defensiva. La clase dominante norteamericana no está tomando este camino porque estén en la cima de su poder, sino porque están sumidos en una acelerada decadencia, y porque el mundo se les escapa.
China, un país socialista, no sólo lidera a los BRICS y alienta el avance del multilateralismo, sino que su influencia económica y política no deja de crecer. China es el principal socio comercial de 60 países , casi el doble de los que tienen a Estados Unidos en ese pueesto. Su influencia en la ONU y en sus agencias es cada vez más preponderante. Frente a unos EEUU que imponen una dictadura mundial, China se ha convertido en la principal defensora de un orden mundial basado en reglas.
Los BRICS+ -que a excepción de Rusia, son todos países del Tercer Mundo- lejos de detenerse ante los ataques de EEUU, se amplían de cinco a once miembros, a los que hay que sumar otros 12 «Estados socios» que son candidatos a próximas adhesiones. Su PIB conjunto es el 26% del total mundial, lejos del 43% del PIB conjunto del G7. Pero si este indicador se calcula con paridad de poder adquisitivo, tenemos que los BRICS+ suponen un 35% del PIB mundial, frente al 30% de Washington y sus grandes aliados. Los BRICS+, con 3.570 millones de personas, suman el 43% de la población mundial.
Pero el auge es de todo el Tercer Mundo, que ha pasado de suponer el 18,7% de la economía global al 43%. Esto es fruto de la lucha incesante e imparable de estas naciones por su propio desarrollo e independencia.
En América Latina una mayoría de gobiernos progresistas en la reciente cumbre de la CELAC -30 de los 33 miembros- aprobaron una resolución para fortalecer su soberanía frente a los aranceles, los chantajes y amenazas de los EEUU de Trump. En África avanza una corriente imparable antiimperialista de gobiernos -Senegal, Burkina Faso, Mali, Niger, Ghana, Malawi- que están nacionalizando sus recursos minerales, arrebatándoselos a EEUU o a Francia. Asia, especialmente el sudeste asiático, se convierte en el nuevo centro del mundo, y fortalecen su cooperación en el seno de la ASEAN.
Pero también surgen importantes corrientes de oposición a EEUU en el Segundo Mundo. En Canadá ha ganado el candidato liberal, furibundamente opuesto a Trump. Japón y Corea del Sur han firmado una declaración conjunta con China y la ASEAN para oponerse a los aranceles de Trump. Y hasta Europa y China eliminan las sanciones mutuas para impulsar la relación bilateral en medio de la guerra comercial de Trump.
Frente a los climas de opinión que tratan de apabullarnos ante la agresividad de la «ola reaccionaria» de Trump y la ultraderecha, la realidad es que lo que avanza es la lucha de los países y pueblos, y la revolución.
temi dice:
Estoy totalmente de acuerdo con la mayor parte de lo que dice este artículo.