La velocidad de crucero que ha tomado la economía española no está consiguiendo reducir uno de sus principales desequilibrios: su deuda externa neta. Y no lo logra ni cuando obtiene como ahora un saldo positivo con el exterior. De acuerdo con los datos del Boletín Económico del Banco de España fechados a cierre del tercer trimestre de 2014, la deuda externa o posición de inversión neta alcanzó por primera vez el billón de euros y se sitúa en el 95 por ciento del PIB, unas cotas sin parangón en el resto del mundo y que nos dejan en una situación muy delicada en el caso de que en algún momento se reproduzcan las turbulencias financieras.
¿Y a qué obedece semejante alza? Pues el BdE muestra una tabla harto reveladora: como se puede apreciar abajo, la posición neta de inversión internacional se eleva muy levemente en unos 0,2 puntos debido al incremento de los pasivos de las Administraciones Públicas y de las instituciones financieras. En cambio, el resto de sectores residentes, es decir familias y empresas, está haciendo los deberes y recortando su exposición al exterior.
A la hora de explicar estos resultados, otros factores también pueden estar desempeñando un papel muy importante. Por un lado, que las grandes empresas hayan iniciado un proceso de desapalancamiento que les obliga a vender activos en el exterior con minusvalías, lo que a su vez eleva nuestra posición deudora con el exterior.
Por otra parte, las variaciones del precio de los activos suelen influir mucho en estos datos. En el tercer trimestre de 2014, el euro todavía rondaba la franja de los 1,30 euros, razón por la cual los activos españoles en Latinoamérica que están valorados en dólares cotizaban a la baja y subían nuestra posición deudora neta.
Llama poderosamente la atención que España no haya recortado su exposición deudora a pesar de haber estado registrando superávits por cuenta corriente durante los dos últimos ejercicios. En principio, esos saldos positivos con el extranjero deberían haber servido para rebajar nuestro endeudamiento externo. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario y la posición ha empeorado. Seguimos dependiendo de los fondos de fuera.
Sin embargo, ¿cómo ha podido suceder eso? Si se examina la evolución de la deuda externa bruta reflejada en el documento mostrado a continuación, ésta se recortó durante 2013 en unos 120.000 millones, desde los 1,72 billones de euros del primer trimestre de 2013 a los 1,6 billones del cuarto trimestre de 2013. Pero a partir de ahí el endeudamiento volvió a repuntar y ha escalado en unos 100.000 millones repartidos entre todos los sectores, ya sean Administraciones Públicas, bancos, inversión directa u otros residentes.
En la actualidad, el montante de deuda asciende a los 1,7 billones, apenas 15.000 millones menos que el máximo alcanzado en el primer trimestre de 2013. Ahora bien, tal y como se puede comprobar en dicho gráfico, el sector público lidera los crecimientos y continúa engordando sus pasivos con el exterior a ritmos descomunales. No en vano, el 50 por ciento de la deuda pública en circulación se encuentra en manos foráneas, según datos del propio Tesoro.