SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La destitución de Tomás Gómez en ocho claves

1. El tranvía de Parla iba a costar 93 millones de euros. Acabó saliendo por 142 millones y los intereses han elevado la factura final hasta los 256 millones; la carísima infraestructura ha dejado arruinada a esta ciudad, que es hoy de las más endeudadas del país. Los sobrecostes del ruinoso tranvía están bajo investigación penal porque, dice la Fiscalía y la UDEF, parte de las obras comprometidas en la ampliación del presupuesto jamás se hicieron. Fue un proyecto liderado por Tomás Gómez como alcalde, que continuó gestionando su número dos y sustituto en la alcaldía, José María Fraile: un político que está hoy en libertad bajo fianza, imputado por corrupción en la trama Púnica.

2. No, Tomás Gómez aún no está imputado. No está claro siquiera que lo vaya a estar. Pero independientemente de cómo acabe lo del tranvía o el caso Púnica –aún bajo secreto de sumario–, no es tolerable equiparar responsabilidad política con responsabilidad penal. No ser un delincuente condenado no puede ser el único requisito para gestionar lo público, por mucho que haya casos muchísimo más graves que el de Tomás Gómez en el lodazal de la política española y en la cloaca de Madrid, un lugar donde personas con el currículum de Ignacio González o Esperanza Aguirre pueden gobernar.

3. Tomás Gómez, en el mejor de los casos, se equivocó al confiar en un número dos como José María Fraile; tiene que asumir la responsabilidad directa por su nombramiento y también por no saber vigilar lo que ocurría en su propio partido y en su propia ciudad. También es el primer responsable de impulsar el proyecto del tranvía. Irónicamente –no dice nada bueno de nosotros como sociedad–, aquel tranvía ruinoso, inaugurado unas semanas antes de las elecciones, hizo de Gómez el alcalde más votado de España.

4. Tomás Gómez debería haber dimitido tiempo atrás, la semana en la que estalló la Púnica y su sucesor en el Ayuntamiento de Parla fue a prisión preventiva. En lugar de eso, ha preferido enrocarse en su despacho y complicar aún más la nada fácil situación del PSOE en Madrid, donde “invictus” parecía condenado a otra derrota más. Como decía Esperanza Aguirre en una frase tan cruel como acertada, Gómez se había convertido en un especialista en ganar los congresos por la mínima y perder las elecciones por la máxima. Después del espectáculo que está dando en estas horas el PSM –tan divido históricamente como la izquierda madrileña en general–, dudo que las expectativas de voto de los socialistas vayan a mejorar gran cosa, por mucho que haya quien así lo quiera vender.

5. Tomás Gómez no parecía ni el mejor candidato ni el mejor secretario general para el PSOE en Madrid. Pero las sombras sobre su gestión, aunque han aumentado en estas últimas semanas, hace meses que estaban presentes: la operación Púnica estalló a finales de octubre y, en noviembre, la dirección del PSOE le respaldó como candidato: tenía “la confianza absoluta” de Ferraz. ¿Qué ha cambiado en estos tres meses para que ya no sea así? ¿Por qué lo que entonces fue tolerable hoy ya no lo es? ¿Por qué tardó tanto la dirección del PSOE en actuar? Si las encuestas hubiesen dado a Gómez como ganador, ¿habría sido Pedro Sánchez tan contundente?

6 ¿Forma parte esta batalla de la nada disimulada guerra por el liderazgo del PSOE? Hay importantes dirigentes socialistas que creen que sí, y que relacionan la debilidad interna de Pedro Sánchez con sus dos grandes decisiones de estas última semanas: el cuestionado pacto antiterrorista con el PP y la gestora de Madrid. Pedro Sánchez ha decido dar un golpe de autoridad con una medida que está en sus atribuciones como secretario general y que es coherente con su discurso sobre la corrupción –y con lo que hizo con los implicados en las tarjetas black, cuando les expulsó antes incluso de ser imputados–. Pocos defienden a Tomás Gómez, pero muchos critican el método y el momento elegido para destituirle: nombrando una gestora en una federación tan importante como la de Madrid, sin una novedad palmaria sobre la mesa y a nada de las elecciones. Sánchez tomó esta decisión de forma unilateral, sin buscar antes el apoyo de los demás barones del PSOE; tampoco el de la poderosa presidenta andaluza. Se lo pueden hacer pagar.

7. Los golpes de autoridad suelen estar bien vistos entre el electorado, salvo cuando salen mal. Tal y como está ahora la situación en Madrid –más aún si se judicializa, como amenaza la dirección destituida del PSM–, esto solo puede acabar de dos formas: o con la muerte política de Tomás Gómez, o con la de Pedro Sánchez, por mucho que la dirección del PSOE no quiera exponer a su líder en este espinoso asunto y dejar que el secretario de organización, César Luena, y el máximo responsable de la nueva gestora, Rafael Simancas, den la cara en su lugar.

8. El nuevo número uno de la lista del PSOE a la Comunidad de Madrid se elegirá a dedo y sin primarias. Los candidatos con más posibilidades son dos exministros: Ángel Gabilondo y Trinidad Jiménez, la candidata hace años derrotada en las primarias de Madrid por el mismo Tomás Gómez ahora defenestrado. Los perdedores de otras procesos internos y otras elecciones –Rafael Simancas y Jaime Lissavetzky– van a ser ahora quienes dirijan la gestora. El precedente es peligroso para el propio Pedro Sánchez. A él también se lo pueden aplicar.

Deja una respuesta