La desconcertante postura de Berlí­n ante Grecia

«El ministro alemán de Finanzas también admite que siempre ha considerado que la unión monetaria era precursora de la unión polí­tica. Todo esto hace aún más difí­cil de entender su insistencia en la reestructuración de la deuda del Gobierno griego. Su amenaza de extender el vencimiento siete años amenaza con acabar con el euro. La frustración de Schí¤uble es comprensible. La divisa única no tení­a que ser un sistema de redistribución, declaró recientemente.»

El hecho de que algunos hayan fracasado no es resonsabilidad únicamente de gobiernos imprudentes e inversores irracionales. Los mercados responden a los incentivos: la decisión de establecer que los bonos de los gobiernos de la eurozona no penalizasen al capital de los bancos hizo que los inversores redujeran los costes de financiación en toda la eurozona. El riesgo moral estaba presente desde el principio. HOY.- Cuando terminó la Guerra Fría, algunos analistas proclamaron que la "geo-economía" había reemplazado a la geopolítica. El poder económico se convertiría en la clave del éxito en la política mundial – un cambio que, para muchos, conduciría a un mundo dominado por el Japón y Alemania. Hoy, algunos interpretan el incremento de la participación de la China en la producción mundial como un cambio fundamental en el equilibrio de poder global, pero sin considerar el poder militar. Sostienen que una potencia económica dominante pronto se convierte en una potencia militar dominante, olvidando que los Estados Unidos fue la principal economía del mundo durante 70 años antes de convertirse en una superpotencia militar. EEUU. The Wall Street Journal La postura de Schäuble sobre Grecia resulta desconcertante Simon Nixon A lo largo de su carrera, Wolfgang Schäuble ha sido un defensor confeso de la divisa única europea. El ministro alemán de Finanzas también admite que siempre ha considerado que la unión monetaria era precursora de la unión política. Todo esto hace aún más difícil de entender su insistencia en la reestructuración de la deuda del Gobierno griego. Su amenaza de extender el vencimiento siete años amenaza con acabar con el euro. La frustración de Schäuble es comprensible. “La divisa única no tenía que ser un sistema de redistribución”, declaró recientemente. De hecho, se suponía que la unión monetaria tenía que animar a los miembros despilfarradores a vivir dentro de sus posibilidades y mejorar su competitividad. En otras palabras, los estados miembros debían progresar en la dirección de Alemania. El hecho de que algunos hayan fracasado no es responsabilidad únicamente de gobiernos imprudentes e inversores irracionales. Los mercados responden a los incentivos: la decisión de establecer que los bonos de los gobiernos de la eurozona no penalizasen al capital de los bancos hizo que los inversores redujeran los costes de financiación en toda la eurozona. El riesgo moral estaba presente desde el principio. Schäuble señala que la única forma de restaurar la disciplina es obligando a los tenedores de bonos a compartir la factura. Pero hay una importante contradicción en su postura: bajo el Mecanismo de Estabilidad Europeo, que entrará en vigor en 2013, el ministro alemán indica que la implicación del sector privado será necesaria cuando la deuda se considere insostenible. Sin embargo, las autoridades europeas y el Fondo Monetario Internacional han dicho que el nivel de deuda de Grecia es insostenible si se ciñe a su programa. Así que Schäuble está proponiendo que la implicación del sector privado pase de ser un último recurso a una medida inmediata. Las consecuencias son ya evidentes. La rentabilidad de los bonos españoles ha subido claramente frente a la de los alemanes desde que se empezase a hablar de la reestructuración de la deuda de Grecia en abril. Como consecuencia de las subidas de los tipos de interés por parte del BCE –para evitar, irónicamente, un sobrecalentamiento de la economía alemana–, España afronta un ajuste monetario que amenaza su recuperación. Podría poner en peligro los esfuerzos por atraer inversión privada a las cajas de ahorros, que es fundamental para restaurar la confianza en su sistema financiero y reducir la presión sobre el Estado. Lo peor está por llegar si Schäuble insiste en su postura sobre Grecia. Las agencias de ráting advierten de que una extensión del vencimiento equivaldría a un impago, lo que imposibilitaría que, bajo las normas actuales, el BCE siguiera aceptando deuda griega como garantía. El BCE podría cambiar su reglamento, pero esto animaría a Portugal e Irlanda a cometer también impago. En el mejor de los casos, el BCE tendrá que financiar gran parte del sistema bancario de la periferia. En el peor, el euro se desintegraría, lo que tendría consecuencias incalculables para el sistema financiero global. Schäuble tiene que saber esto, lo que hace su postura aún más desconcertante. Tal vez se vea sometido a una extraordinaria presión política; o quizás forme parte de algún astuto plan para llevar a Europa al borde de la crisis y acelerar la unión política; también puede que haya perdido la fe en Europa y crea ahora que el euro ha sido un error. Debería explicar cuál es el caso. THE WALL STREET JOURNAL. 12-6-2011 Ecuador. Hoy ¿El poder económico reemplazó al poder militar? Joseph S. Nye Cuando terminó la Guerra Fría, algunos analistas proclamaron que la "geo-economía" había reemplazado a la geopolítica. El poder económico se convertiría en la clave del éxito en la política mundial – un cambio que, para muchos, conduciría a un mundo dominado por el Japón y Alemania. Hoy, algunos interpretan el incremento de la participación de la China en la producción mundial como un cambio fundamental en el equilibrio de poder global, pero sin considerar el poder militar. Sostienen que una potencia económica dominante pronto se convierte en una potencia militar dominante, olvidando que los Estados Unidos fue la principal economía del mundo durante 70 años antes de convertirse en una superpotencia militar. Los observadores políticos debatieron durante mucho tiempo qué es más importante, si el poder económico o el poder militar. La tradición marxista considera a la economía como la estructura subyacente del poder, y a las instituciones políticas como una simple superestructura, una presunción compartida por los liberales del siglo XIX que creían que la creciente interdependencia en el comercio y las finanzas tornarían obsoleta la guerra. Pero, si bien en el año 1914 Gran Bretaña y Alemania eran, entre sí, los socios comerciales más importantes, eso no impidió una conflagración que retrasó la integración económica global durante medio siglo. El poder militar, que algunos llaman la forma esencial de poder en la política mundial, requiere una economía próspera. Pero si son los recursos económicos o los recursos militares los que producen más poder en el mundo de hoy depende del contexto. Una zanahoria es más efectiva que un palo si queremos llevar a una mula al agua, pero un arma puede ser más útil si nuestro objetivo es privar al oponente de su mula. Muchas cuestiones cruciales, como la estabilidad financiera o el cambio climático, simplemente no son sensibles a la fuerza militar. Hoy, la China y los Estados Unidos son altamente interdependientes económicamente, pero muchos analistas malinterpretan las implicancias de esto para la política del poder. Es verdad, la China podría poner a los Estados Unidos de rodillas si amenazara con vender sus tenencias de dólares. Pero hacer esto no solo reduciría el valor de sus reservas ya que el dólar se debilitaría, sino que también pondría en peligro la demanda estadounidense de importaciones chinas, lo que se traduciría en pérdidas de empleos e inestabilidad en la China. En otras palabras, poner a los Estados Unidos de rodillas podría significar que la China terminara sometiéndose a una situación aún peor. Juzgar si la interdependencia económica produce poder requiere analizar el equilibro de las asimetrías. En este caso, se asemeja a un "equilibrio de terror financiero", análogo con la interdependencia militar de la Guerra Fría en la que tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética potencialmente podían destruir al otro en un intercambio nuclear. En febrero de 2010, un grupo de altos oficiales militares chinos, furiosos por las ventas de armas de los Estados Unidos a Taiwán, instaron al Gobierno de la China a desprenderse de los bonos del Gobierno estadounidense en represalia. Su sugerencia no fue tenida en cuenta. Los recursos económicos pueden producir un comportamiento de poder blando así como un poder militar duro. Un modelo económico exitoso no solo financia los recursos militares necesarios para el ejercicio del poder duro, sino que también invita a otros a emular su ejemplo. El poder blando de la Unión Europea al final de la Guerra Fría, y el de la China hoy, le deben mucho al éxito de los modelos económicos estadounidense y chino. Los recursos económicos son cada vez más importantes en este siglo, pero sería un error descartar el papel del poder militar. Como dijo el presidente estadounidense, Barack Obama, cuando aceptó el Premio Nobel de la Paz en 2009: "Debemos empezar por reconocer la dura verdad de que no erradicaremos el conflicto violento mientras duren nuestras vidas. Habrá veces en las que los países –en una acción individual o concertada- encontrarán que el uso de la fuerza no solo es necesario sino que está moralmente justificado". Aún si la probabilidad del uso de la fuerza, o la amenaza del uso de la fuerza, entre estados es menor ahora que en épocas anteriores, el alto impacto de la guerra lleva a los actores racionales a comprar costosos seguros militares. Si el poder duro de la China asusta a sus vecinos, ellos probablemente intenten buscar esas políticas de seguro, y los Estados Unidos quizá sean el principal proveedor. Esto conduce a un punto más importante sobre el papel de la fuerza militar. Algunos analistas sostienen que el poder militar es de una utilidad tan restringida que ya no es la varilla de medición final. Pero el hecho de que el poder militar no siempre sea suficiente para decidir situaciones particulares no significa que haya perdido toda utilidad. Si bien existen más situaciones y contextos en los que la fuerza militar es difícil de usar, sigue siendo una fuente vital de poder. Los mercados y el poder económico descansan en marcos políticos, que a su vez dependen no solo de normas, instituciones y relaciones, sino también de la administración del poder coercitivo. Un estado moderno bien ordenado es un estado que ejerce un monopolio en el uso legítimo de la fuerza, y que permite operar a los mercados internos. A nivel internacional, donde el orden es más tenue, las preocupaciones residuales sobre el uso coercitivo de la fuerza, aunque sea una probabilidad baja, pueden tener efectos importantes inclusive un efecto estabilizador. De hecho, metafóricamente, el poder militar ofrece un grado de seguridad que es al orden lo que el oxígeno es a la respiración: se percibe poco hasta que se vuelve escaso, momento en el cual su ausencia domina todo lo demás. En el siglo XXI, el poder militar no tendrá la misma utilidad para los estados que tenía en los siglos XIX y XX, pero seguirá siendo un componente crucial del poder en la política mundial. HOY. 11-6-2011

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