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La cuerda se rompe

El debate abierto en Cataluña sobre el derecho a decidir ha quedado reducido en manos de CiU y su socio de gobierno ERC a una senda que ineluctablemente desemboca en la independencia. La cuerda con la que tiraban de esa ficción se rompió el lunes en la cumbre de partidos y municipios convocada por el presidente de la Generalitat precisamente para hacer acopio de fuerzas en torno a la consulta y definir su agenda. Lejos de aparecer como un frente compacto, la cumbre puso de manifiesto el poder corrosivo de lo que se está convirtiendo en una evidencia cada vez más incómoda: que el bloque soberanista está instrumentalizando de forma partidista el proceso para avanzar hacia la independencia, objetivo que está lejos de alcanzar el mismo grado de apoyo.

La última encuesta del CIS revela que dos tercios de los catalanes no apoyan la independencia y, sin embargo, el presidente de la Generalitat, en un claro abuso de la alta función para la que fue elegido, actúa como si no fuera presidente de todos los catalanes, sino solo de la fracción que pretende la independencia. Mientras por un lado aparenta reforzar el consenso en torno a una consulta legal y pactada, como exige el PSC, en paralelo no deja de utilizar los instrumentos de poder a su alcance para dejar claro que dicha consulta solo puede servir para un objetivo: la independencia. En las últimas semanas el Gobierno catalán se ha prodigado en gestos de alta significación simbólica y escaso valor jurídico destinados a construir un Estado propio que dé forma a esa independencia.

Esta es la maniobra de la que ayer se distanciaron tanto el PSC como Iniciativa per Cataluña. Ambos se mantuvieron en las posiciones expresadas en la resolución parlamentaria sobre el derecho a decidir, que cuenta con el apoyo de 107 de los 135 diputados del Parlament, pero recriminaron a Mas las artimañas para capitalizar este consenso y utilizarlo además para ocultar sus carencias en la gestión de la crisis. Incluso en el escenario más favorable posible —que el Gobierno del PP le permitiera extender el límite de déficit hasta el 2,1%— la caída de ingresos fiscales es tan acusada que no podría evitar tener que aplicar nuevos recortes. Y ERC ya ha dicho que si hay recorte, no hay presupuestos.

El proyecto de Mas se resquebraja por todos los frentes. El pacto con ERC ni siquiera le garantiza este oxígeno, y en cambio, le obliga a quemar etapas en la agenda soberanista a una velocidad políticamente suicida. Ante esta evidencia, la propuesta federal del PSC aparece como una alternativa sin concesiones a la aventura rupturista de CiU y ERC. La nota desafinada ha llegado con la intervención de Carme Chacón al exigir en carta abierta a Pere Navarro que los socialistas abandonen la cumbre, atribuyendo al PSC una sumisión al proyecto independentista. Chacón deja claro que piensa más en su propia carrera en el PSOE que en las dificultades del PSC para lidiar el desafío de Mas en Cataluña.

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