Iberoamérica reduce las desigualdades

La crisis no es «global»

Mientras buena parte del mundo, especialmente los paí­ses que como el nuestro están sujetos a los mandatos de Washington, resbalan sin freno por una cuesta abajo económica y social (producto más que de la crisis, de las medidas impuestas para salir de ella) al otro lado del mundo, algunos paí­ses del Cono Sur -algunos tan pequeños como Ecuador- crecen económicamente y, es más, mejoran sus í­ndices de distribución de la riqueza en plenos negros tiempos de crisis.

“Es un milagro” dicen algunos. Pero no existen formulas milagrosas, ¿dónde reside el éxito de estas equeñas economías que hasta hace una década no pintaban nada en el mundo? Nadie habría apostado hace una década que algunos países de Sudamérica podrían empezar a recuperarse de una crisis económica como la actual, antes que muchas economías con un PIB mucho más elevado, como el nuestro. Pero eso es, justamente, lo que está ocurriendo. Según el último informe anual de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, perteneciente a la ONU) este año la economía de América Latina y el Caribe crecerá un 6% y para el 2011 se prevé que mantenga un crecimiento del 4,2%. Un cifra de crecimiento que es “una de las más altas de los últimos 60 años”, en palabras de Osvaldo Kacef, director de la División de Desarrollo Económico de la CEPAL. En términos generales, el desempleo se redujo en la región del 8,1% en 2009 al 7,6% de 2010 y se espera para el 2011 todavía una leve disminución hasta el 7,3%.Unas cifras alentadoras, fruto de que los “países de la región muestran una resiliencia en las variables sociales que no se había registrado en crisis precedentes” afirma la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena. ¿Por qué? ¿De dónde proviene esa capacidad para sobreponerse a la crisis? Hay que mencionar dos cuestiones que permiten comprender parte de las razones de este despegue. Primero, la recuperación de las economías asiáticas (particularmente las de China y la India) ha sido muy importante para la región, ya que estos países se han convertido en unos de sus principales socios comerciales en la última década. Ante esta evidencia, habría que preguntarse ¿cuál habría sido la suerte de Latinoamérica tras la crisis, de haber continuado siendo un apéndice de EEUU y dependiente de su economía? La respuesta quizá la encontremos en el caso mexicano, atrapado por las garras del TLC, que se expone más adelante en este mismo artículo. Y segundo, dentro de los países del Cono Sur, los que crecen a mayor velocidad son los del MERCOSUR y lo hacen al ritmo de la economía brasileña, que creció un 7,7% en 2009 y que “actúa como un motor muy fuerte de la demanda sus socios comerciales en la región como Argentina, Uruguay y Para­guay”, según la CEPAL. Por otra parte, no sólo se prevé un crecimiento de la región para el próximo año sino, lo más importante, a pesar de la crisis hay una disminución de la desigualdad social y, por tanto, de los índices de pobreza. Y es lo más importante porque el mero crecimiento económico no es sinónimo de disminución de la desigualdad, para la muestra el caso de nuestro país. Según el informe de la CEPAL, la pobreza y la indigencia disminuirán respectivamente 1,0 y 0,4 puntos porcentuales este año en relación a 2009, cuando la región sufrió el mayor impacto de la crisis económica. En cifras brutas, se espera que 32,1% de los habitantes latinoamericanos permanezcan en situación de pobreza y 12,9% en la indigencia en 2010, lo que representa 180 millones de pobres, de los cuales 72 millones estarían en situación de indigencia, retornando los niveles similares anotados en 2008. Disminuye la desigualdad porque existe tanto un aumento en los ingresos laborales de los hogares pobres como un incremento en las inversiones públicas para aminorar el impacto de la crisis. Es decir, aquellas medidas tomadas por los gobiernos progresistas de la región dirigidas a proteger a los sectores más vulnerables han conseguido frenar los efectos de la crisis en los sectores populares, sobre la base de la redistribución de la riqueza. De hecho en la región el gasto público social creció fuertemente entre 1990 y 2008, en términos absolutos pasó de 445 a 880 dólares por persona y en términos relativos pasó de 12,3% a 18,4% del PIB. Entre las políticas específicamente orientadas a la lucha contra la pobreza destacan la expansión de los denominados Programas de Transferencias Con­dicionadas (por ejemplo, programas que dan dinero a las familias más pobres bajo la condición de que los niños asistan a la escuela y de que las mujeres embarazadas y los niños se sometan regularmente a revisiones médicas), que ya benefician a 20% de la población latinoamericana y caribeña más vulnerable. Estos programas en diferentes versiones se han puesto en marcha en países como Venezuela, Ecuador, Brasil o Bolivia. Países en los que, gracias a las medidas económicas de sus gobiernos, por ejemplo, como en Bolivia la nacionalización de los hidrocarburos, han permitido que las regalías petroleras antes en manos de las multinacionales energéticas, ahora se redistribuyan entre la población a través de programas de ayuda familiar, salud o educación. Pero no todos los países de la región son lo mismo, ni que el crecimiento económico está ligado a la distribución de la riqueza. A continuación algunos casos representativos. Bolivia, espectacular reducción de la pobreza. Bolivia se encuentra a la cabeza del selecto grupo de cuatro países -Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela- que más redujeron la pobreza en esta década en comparación con la de los años 90. El país andino, de la mano de su presidente Evo Morales, redujo la pobreza en 16% entre 2000 y 2009, siendo el líder de la región en este aspecto. Si en el 2000, la pobreza llegaba al 51% de la población, hoy se redujo al 35%.Las políticas sociales de redistribución de la riqueza (como los bonos sociales que otorga el gobierno) están dando sus frutos. También hay importantes incrementos salariales en algunas ramas de la producción, lo que ha permitido elevar el consumo de servicios básicos como electricidad, agua y gas. Argentina, disminución de la desigualdad. En Argentina en el año 2010 se redujo levemente la brecha entre ricos y pobres con respecto al año 2009. La brecha per cápita entre el 10% de los hogares más ricos frente a la misma porción de hogares pobres fue de 21,45 veces, contra las 21,90 veces del segundo trimestre de este año. Para verlo en perspectiva hay que tener en cuenta que en el año 2005 la diferencia del ingreso per cápita entre los hogares más ricos y los más pobres era de 33,3 veces. En 2008 llegó al 24,3 y subió nuevamente durante la crisis a 26,4 veces y durante este año descendió nuevamente a 21,45 veces. Los datos oficiales sobre la mejora en la distribución del ingreso durante el período analizado indican que la recuperación económica de este año frente a los resultados del año pasado repercutió en una mejora en las condiciones de vida de los sectores populares. Ecuador sube los sueldos. Mientras muchos países recortan sueldos y pensiones, el Gobierno de Ecuador anunció un incremento del 10% al salario básico unificado de los trabajadores, que desde el próximo 1 de enero del 2011. De esta manera el salario básico pasará a ser de 264 dólares mensuales, lo que supone un aumento de 24 dólares al salario básico actual de 240 dólares. Con medidas como esta el gobierno de Ecuador ha conseguido disminuir, tan sólo este año, del 44.7% al 42.2% los índices de pobreza en el país y en las zonas rurales ha logrado pasar del 57% al 52% de pobres. Ecuador lleva adelante un programa social sin precedentes en su historia destinado a la mejora de la sanidad y la educación. Brasil, menos pobreza. Desde la llegada al gobierno de Lula en el 2003, la desigualdad social en Brasil ha disminuido un 0,7% anual. Brasil ha reducido el número de pobres en 20 millones y creado 2 millones de empleos fijos. Hoy, a pesar de la crisis, ha continuado con este ritmo de disminución de la pobreza que ha caído un 1,5% en el último periodo. Venezuela, en estancamiento. Este año la economía venezolana tuvo un crecimiento negativo en su PIB del 1,6%, en parte como consecuencia de la parálisis en la producción petrolera y el aumento de la inflación. Sin embrago, este país está considerado entre los cuatro primeros en el región en la disminución de la pobreza. Durante los últimos diez años la pobreza en Venezuela cayó en total un 37%; actualmente afectando al 27% de la población, uno de los índices más bajos de la región. México, la otra cara de la moneda. Sin duda el caso paradigmático de las nefastas consecuencias que la dependencia a Washington acarrea en la región es México. Lamentablemente unido a EEUU a través del TLC (Tratado de Libre Comercio con EEUU y Canadá), el país azteca se ve arrastrado por una suma de imposiciones imperiales contrarias a su propio desarrollo. Como consecuencia, la desigualdad aumenta en México, según la ONU este año el país cayó dos puestos en el índice de Desarrollo Humano. La economía de México se contrajo 6.5% en el 2009 y aunque se espera que en el 2010 cierre con un crecimiento cercano al 5%, el PIB volverá a descender en el 2011. En cuando a la desigualdad, se estima que una décima parte de los mexicanos concentran una riqueza de 439 597.2 millones de dólares (41.3% del ingreso total). “Hoy prácticamente uno de cada cinco mexicanos no tiene recursos para cubrir niveles mínimos de nutrición, salud y educación. Aunque es cierto que la situación en términos de pobreza sería peor sin los programas sociales asistenciales y, especialmente sin las remesas (vergonzosamente la segunda fuente de divisas, símbolo patente de la incapacidad del estado para generar empleos y bienestar)” declara el economista mexicano Gerardo Esquivel. Independencia política, la clave para salir de la crisis A la pregunta ¿dónde reside el éxito de estas pequeñas economías que hasta hace una década no pintaban nada en el mundo? Habría que contestar que la independencia política ganada por los países más progresistas de Latinoamérica en esta década se ha traducido en la libertad de aplicar medidas económicas a favor de los intereses nacionales, una vez estalla la crisis. Los recortes y ajustes para las clases populares en países como el nuestro, no son la consecuencia natural y necesaria para salir de la crisis, tal y como nos la quieren representar. Es la consecuencia natural, pero de la dependencia de los que bailan al compás de Washington. La realidad económica es que todos aquellos países con algún grado de independencia crecen económicamente y disminuyen, no aumentan, la desigualdad social como llave maestra para salir de la crisis. Si Brasil, Ecuador, Bolivia, Venezuela o Argentina hubiesen estado tras la crisis bajo la tutela del FMI o el Banco Mundial, como ocurría hasta hace una década, el expolio de habría sido inminente y las consecuencias sociales serían, sin duda, el aumento de la pobreza y el abismo social. Por ello es la independencia política lo que ha permitido a este conjunto de países tomar sus propias decisiones soberanas en cuanto a las medidas sociales y económicas que se corresponden a los intereses nacionales y populares.

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