La crisis en España vista por la prensa mundial

Ante la brutalidad inesperada de una recesión que está dejando su huella en la vida cotidiana, el equipo de gobierno da la impresión de improvisación permanente en la gestión de una crisis que negaba hace sólo un año. Su reciente decisión de aumentar la carga fiscal en 2010, y eliminar la nueva asignación de 400 euros a disposición de todos los contribuyentes, no es la primera contradicción de un Zapatero que se jactaba, hace cuatro años, que bajar los impuestos era de izquierdas. El desorden está ganando terreno incluso en las filas del PSOE

Privado de una mayoría en el Parlamento, donde se enfrenta a la intransigente oosición de un Partido Popular que siente ya el poder en la mano, su sostenimiento depende de los votos del Partido Comunista, los Verdes y los nacionalistas e independentistas. Trata de contentar a los primeros con una fraseología que no tiene nada de socialdemócrata y a los segundos con cheques. Lejos de intentar tomar la iniciativa para centralizar los esfuerzos del país para abordar la situación, todavía ha soltado más lastre, recientemente, frente a las autonomías otorgándoles una proporción mayor del pastel de los impuestos. THE WAL STREET JOURNAL.- Vale la pena echar un vistazo a España. Quizás ningún otro país ilustra mejor las ventajas enormes —y potenciales desventajas— de la moneda común europea. Adoptar el euro hace una década significó que de repente España pasó a disfrutar de tasas de interés mucho más bajas que antes. Sin embargo, la desventaja eran los costos en aumento para las empresas españolas, que les hacía perder competitividad contra otros países en la zona euro como Alemania. Ahora, el alto valor del euro también dificulta que España pueda elevar sus exportaciones a una porción más amplia del mundo. En consecuencia, el país debe recuperar la competitividad de la forma más difícil: bajar los sueldos y los precios en relación a otros países de la zona euro Francia. Les Echos Las grandes divergencias de Zapatero A la deriva. Más allá del pequeño ajuste de cuentas entre amigos por parte de un grupo de la prensa de izquierdas que ha perdido mucha de su influencia entre los socialistas desde que llegó al poder José Luis Rodríguez Zapatero, el título de un reciente dossier del periódico "El País", denunciando la errática política económica del gobierno no está lejos de resumir el sentimiento general en España. Ante la brutalidad inesperada de una recesión que está dejando su huella en la vida cotidiana, el equipo de gobierno da la impresión de improvisación permanente en la gestión de una crisis que negaba hace sólo un año. Su reciente decisión de aumentar la carga fiscal en 2010, y eliminar la nueva asignación de 400 euros a disposición de todos los contribuyentes, no es la primera contradicción de un Zapatero que se jactaba, hace cuatro años, que bajar los impuestos era de izquierdas. El desorden está ganando terreno incluso en las filas del PSOE, el partido del presidente. La reciente decisión de Pedro Solbes, ortodoxo Ministro de Economía y Finanzas hasta el pasado abril, de abandonar la política y su escaño en el Parlamento se ha analizado como una grave desavenencia. La gravedad de la situación, sin embargo, requieren una estrategia clara. Con la burbuja inmobiliaria, es una buena parte de la economía española la que, de hecho, ha estallado. La máquina se ha frenado de repente. De una tasa de crecimiento cercana al 4% hasta 2007, el Producto Interior Bruto (PIB) pasó a una caída del 4,2% interanual a finales del segundo trimestre de 2009. Mientras tanto, el número de desempleados aumentó de 1,7 millones (7,9% de la población) a 4,1 millones (17,9%). La deflación amenaza. El superávit del 2,2% del PIB hace dos años, se ha convertido en unas cuentas públicas que terminarán el año en números rojos, en torno al 9,5% según las estimaciones más optimistas. En dos años, más de 120.000 millones de euros se han evaporado en la naturaleza. Bruselas ve hoy en día en España al niño enfermo de Europa, que saldrá uno de los últimos de la recesión. Cuidadosamente ocultados e ignorados por los gobiernos, tanto a derecha e izquierda, durante los años del milagro económico que han visto a los españoles gastar más allá de lo razonable (si la deuda pública es de sólo el 40% del PIB, la deuda privada supera el 200%), los problemas estructurales que aquejan al país esperan todavía su resolución. Además de la excesiva dependencia del sector de la construcción, todos los informes, ya sea la OCDE, el Foro Económico Mundial o el propio Banco en España, destacan la pérdida de competitividad de la economía, debido a la rigidez del mercado laboral, la burocracia ambiente, el enorme atraso en la educación y la formación, por no mencionar la falta de unidad de un mercado, roto ahora entre las diecisiete comunidades autónomas… Reformar en tiempos de crisis no es ciertamente fácil. José Luis Rodríguez Zapatero se niega a hacerlo tanto por razones ideológicas como políticas. Creyendo que son los trabajadores los que han de pagar por una crisis de origen financiero y movido por la voluntad de preservar a toda costa la paz social, se alinea con la posición de los sindicatos que no quieren saber de la reforma del mercado trabajo. Privado de una mayoría en el Parlamento, donde se enfrenta a la intransigente oposición de un Partido Popular que siente ya el poder en la mano, su sostenimiento depende de los votos del Partido Comunista, los Verdes y los nacionalistas e independentistas. Trata de contentar a los primeros con una fraseología que no tiene nada de socialdemócrata y a los segundos con cheques. Lejos de intentar tomar la iniciativa para centralizar los esfuerzos del país para abordar la situación, todavía ha soltado más lastre, recientemente, frente a las autonomías otorgándoles una proporción mayor del pastel de los impuestos. El presidente español ha reducido también de golpe su ámbito de intervención en el corto plazo, al acudir a tapar los muchos agujeros que aparecen aquí y allá. Su plan de inversión local, de 8 mil millones ha permitido sin duda que los municipios mejoren sus carreteras y las empresas de construcción mantengan a más de 400.000 puestos de trabajo, pero la medida, limitada en el tiempo, está lejos de satisfacer las necesidades de inversión productiva de España. Para añadir confusión, esta política de golpe a golpe no se produce sin sobresaltos. El plan de ayuda para la renovación ha tenido que ser revisado dos veces antes de surtir un primer efecto sobre las ventas de automóviles. Anunció a principios de este verano la creación de un ingreso mínimo para los desempleados a los que se termina el subsidio, lo que ha dado lugar la semana pasada a negociaciones de última hora para definir la fecha de solicitud. Con lo que la factura del proyecto de ley casi se duplicó. El gobierno tiene ciertamente una carta en el proyecto de ley de la economía sostenible, cuya ambición es cambiar el modelo productivo español. Sin embargo, acabado de presentar, parece que tiene plomo en las alas. Para acompañar el inminente aumento de la presión fiscal, que combinará el aumento de los impuestos directos con el IVA, se ha previsto una congelación de los gastos estatales que podrían afectar a las dotaciones asignadas a las infraestructuras y la investigación y el desarrollo. ¡Exactamente las mismas herramientas en las que debería basarse la nueva gran reforma! LES ECHOS. 22-9-2009 EEUU. The Wall Street Journal Los problemas de España ilustran las dificultades de la zona euro T. Catan Incluso cuando Francia y Alemania comienzan a mostrar señales de recuperación económica, miembros más débiles de la zona euro siguen atascados en la recesión. Sin dolorosas reformas, países que comparten el euro como moneda parecen destinados a pasar años con un crecimiento magro, por lo cual les resultará más difícil pagar sus deudas. Eso suscita la pregunta: ¿podrían las distintas fortunas económicas de los países de la zona euro presentar un problema para la unión monetaria misma? El euro se encuentra en su nivel más sólido contra el dólar este año y las tasas de interés sugieren que los temores de los inversionistas a una cesación de pagos de deuda por parte de un miembro de la zona euro se han calmado a comparación de unos meses atrás. Sin embargo, los tiempos más difíciles de la región podrían estar por venir. Para entender por qué, vale la pena echar un vistazo a España. Quizás ningún otro país ilustra mejor las ventajas enormes —y potenciales desventajas— de la moneda común europea. Adoptar el euro hace una década significó que de repente España pasó a disfrutar de tasas de interés mucho más bajas que antes, porque el Banco Central Europeo (BCE) en Francfort establece una tasa de interés única para toda la zona monetaria. De hecho, las tasas de préstamos del BCE se mantuvieron por debajo de la tasa de inflación de España durante muchos años, así que los hogares y las empresas del país tenían un enorme incentivo para pedir prestado. Y lo hicieron con gusto. La deuda de los hogares españoles escaló por encima del 130% del ingreso disponible en 2007, mientras el consumo experimentó un auge. Con un sector de la construcción que fue alimentado por ese exceso de deuda, España recibió un impulso que la llevó a convertirse brevemente en la novena economía del mundo. El ingreso por ciudadano superó al de Italia. Los salarios aumentaron a un ritmo casi dos veces mayor que el del resto de la zona euro, lo que hizo que los españoles se sintieran adinerados. Sin embargo, la desventaja eran los costos en aumento para las empresas españolas, que les hacía perder competitividad contra otros países en la zona euro como Alemania. Ahora, el alto valor del euro también dificulta que España pueda elevar sus exportaciones a una porción más amplia del mundo. El resultado es una economía que aún se contrae mientras muchos otros países se vuelven a expandir. Se prevé que España caiga hasta un 4,2% este año, y su tasa de desempleo del 18,5% es el doble que la del resto de la Unión Europea. Habitualmente, los países pueden devaluar su moneda para restablecer su competitividad. Antes de la introducción del euro, España —al igual que Italia— lo hizo en repetidas ocasiones para escapar de las recesiones. Sin embargo, ya no tiene su propia moneda que devaluar, o su propia tasa de interés que recortar. En consecuencia, el país debe recuperar la competitividad de la forma más difícil: bajar los sueldos y los precios en relación a otros países de la zona euro. Eso significa años de estancamiento salarial en un país en el que las personas se acostumbraron a estándares de vida notablemente mejores. Algunos economistas predicen una "década perdida" en España, al estilo de la de Japón. La gran mayoría de los españoles apoya el euro. Muchos economistas afirman que España hubiera estado en una situación peor sin la moneda común, y apuntan al colapso de Islandia como un ejemplo. Pero la experiencia de España ilustra las dificultades de implementar una política monetaria en 16 países con distintos gobiernos y economías muy variadas. Un gran problema para el euro son los grandes desequilibrios dentro de la unión monetaria. Países como España, Italia y Grecia han acumulado amplios déficit comerciales; Alemania y Holanda, a su vez, tienen superávit generosos. Eso funcionó bien mientras el crédito barato y disponible les permitió a los países comprar más bienes y servicios del exterior que los que vendían. La crisis financiera, no obstante, provocó una caída en la demanda doméstica a lo largo de Europa —y en especial en España— lo que ejerció presión sobre exportadores de la talla de Alemania. A no ser que ambos lados equilibren sus economías, es decir que Alemania absorba más exportaciones e impulse la demanda doméstica y países como España e Italia den pasos para mejorar su competitividad, los países más débiles de la zona euro podrían más adelante afrontar onerosas deudas en los sectores privado y público, afirman cada vez más economistas. Aunque ningún miembro de la zona euro está en peligro de caer en cesación de pagos, un puñado de economistas cree que años de estancamiento podrían conducir a una crisis de deuda pública en el futuro (…) THE WALL STREET JOURNAL. 21-9-2009

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