La clase trabajadora en España

«El informe señala que el crecimiento de la productividad en España durante el periodo 2007-2009 fue el mayor (5,4%) de los paí­ses de la OCDE, cuyo promedio fue de -1,1%. El de Estados Unidos fue menor que el de España, un 4%, lo que contrasta con la mayorí­a de paí­ses de la OCDE, que sufrieron un descenso de su productividad. España fue también el paí­s que destruyó más empleo, con una tasa negativa de producción de empleo (-7,2%).»

Es también interesante analizar los salarios. Esaña tiene los más bajos de la OCDE (junto con Grecia y Portugal). Su compensación salarial por hora en la manufactura (cuyos trabajadores son los mejor pagados en cualquier país) es sólo el 85% del de EEUU. La mayoría de los países de la UE-15 están muy por encima de EEUU (Dinamarca 172%, Suecia 147%, Noruega 197%, Alemania 153% o Austria 144%). Tales datos muestran que no pueden justificarse los bajos salarios de España recurriendo al argumento de una supuesta baja productividad. En realidad, España no está a la cola de la productividad de la OCDE. Sí que está, en cambio, a la cola de los salarios. (PUBLICO) LA REPÚBLICA.- Vuelve la marejada a los mercados financieros. No está claro todavía si se trata de algunas olas rizadas o si hay auténtica mar de fondo. En lo que afecta a nuestro país, algunos, como la Sra. Ministra de Economía apuesta por lo primero, algo que seguramente es, sobre todo, un buen deseo. Otros, entienden que esa marejada es signo de algo mucho más profundo y que en el fondo hay especies abisales, incluso monstruos marinos desconocidos, propios y ajenos. EL PAÍS.- Sugerir que un país socio incurrirá a fecha fija en suspensión de pagos ha sido tan "monstruoso" como anunciar una devaluación. Es lo que hizo el ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schauble, anticipando la hipótesis de ese percance, para junio, en Grecia. Reestructurar la deuda es el seudónimo de la suspensión de pagos o el concurso de acreedores, del default. Fue esa declaración del jueves pasado a Die Welt lo que reanudó al instante la turbulencia en el mercado de la deuda soberana. Y machacó a la española, que había logrado separarse de la portuguesa incluso después de que Lisboa pidiera el rescate LA VANGUARDIA.- La economía mundial vive una situación sin precedentes en la historia. La potencia dominante acentúa su declive y parece adentrarse en una espiral de deuda como único motor de la actividad. Tanto es así que por vez primera desde 1941 la agencia de calificación de riesgos crediticios Standard and Poor’sredujo la perspectiva de su calificación de “estable” a “negativa”. La paradoja es que la segunda economía mundial, un país emergente con una renta per cápita diez veces inferior a la de los estadounidenses, se ha convertido en el banquero de Estados Unidos y en el mayor tenedor de bonos del Tesoro norteamericanos del mundo con un billón de dólares Opinión. Público La clase trabajadora en España Vicenç Navarro El Economic Policy Institute de Washington, uno de los centros de investigación económica más conocidos y prestigiosos de EEUU, publica cada dos años un informe sobre la situación de la población trabajadora en EEUU (The State of Working America) que es una referencia muy utilizada –incluso por el Congreso de EEUU– por su documentación exhaustiva sobre el mundo del trabajo en aquel país. Incluye también información sobre las condiciones laborales en la mayoría de países de la OCDE de semejante nivel de desarrollo económico, presentando datos y gráficos que son de una gran utilidad para los estudiosos del mundo laboral en los países con mayor nivel de desarrollo económico. En su último informe, publicado hace sólo unas semanas, hay datos económicos y sociales que cuestionan claramente los datos que constantemente se utilizan en los centros que reproducen la sabiduría convencional de España. Así, en el capítulo sobre horas anuales de trabajo por trabajador, España (presentado frecuentemente como un país de gran laxitud e indisciplina laboral) aparece como uno de los países en los que los trabajadores trabajan más horas al año. Concretamente 1.654 horas, muy por encima del promedio de los países de la OCDE, 1.628 horas. Otra sorpresa es el indicador que contradice otro elemento de la sabiduría convencional que habla constantemente del escaso crecimiento de la productividad como causa de la escasa recuperación económica española. El informe señala que el crecimiento de la productividad en España durante el periodo 2007-2009 fue el mayor (5,4%) de los países de la OCDE, cuyo promedio fue de -1,1%. El de Estados Unidos fue menor que el de España, un 4%, lo que contrasta con la mayoría de países de la OCDE, que sufrieron un descenso de su productividad. España fue también el país que destruyó más empleo, con una tasa negativa de producción de empleo (-7,2%). Otro dato interesante es el nivel de productividad, dato diferente al del crecimiento de la productividad. De nuevo, las cifras contradicen la visión promovida por conservadores y neoliberales que constantemente se refieren a España como un país con muy baja productividad. El informe señala que la productividad española está por encima no sólo de Grecia, Portugal e Italia, sino también de Japón y Nueva Zelanda. Es también interesante analizar los salarios. España tiene los más bajos de la OCDE (junto con Grecia y Portugal). Su compensación salarial por hora en la manufactura (cuyos trabajadores son los mejor pagados en cualquier país) es sólo el 85% del de EEUU. La mayoría de los países de la UE-15 están muy por encima de EEUU (Dinamarca 172%, Suecia 147%, Noruega 197%, Alemania 153% o Austria 144%). Tales datos muestran que no pueden justificarse los bajos salarios de España recurriendo al argumento de una supuesta baja productividad. En realidad, España no está a la cola de la productividad de la OCDE. Sí que está, en cambio, a la cola de los salarios. En realidad, el nivel salarial responde más a causas políticas que a causas económicas. Así, la variable que tiene un gran poder determinante del nivel salarial (y también, por cierto, de la actividad redistribuidora del Estado) es el poder sindical. A mayor poder sindical, mayores salarios, menores desigualdades y mayor productividad. Otro dato de gran interés es que, en el análisis del sector público, el informe señala que España es uno de los estados menos redistributivos. El indicador que el informe utiliza para medir la capacidad redistributiva del Estado es el porcentaje de la población en situación de pobreza antes y después de las intervenciones del Estado. El Estado, a través de impuestos, por un lado, y las transferencias públicas, por el otro, afecta a la distribución de la renta de un país. Pues bien, España es uno de los países donde el Estado tiene menos impacto en la reducción de la pobreza. Esta pasa de ser el 17,6% de la población, antes de que intervenga el Estado, a un 14,1%, sólo 3,5 puntos menos. En la gran mayoría de países, la reducción es mucho mayor. EEUU, uno de los países con mayores desigualdades, reduce la pobreza 9,2 puntos, más del doble que España. Y si vamos a países de tradición socialdemócrata como Suecia, vemos que la reducción de la pobreza es de 21,4 puntos. España, repito, sólo 3,5 puntos. Esto quiere decir que los impuestos son muy regresivos y las transferencias públicas muy escasas. Los países nórdicos, junto con Francia, son los más redistributivos. España, junto con Holanda, Japón y EEUU, son los menos redistributivos. Es interesante señalar que los países más redistributivos (Suecia, Noruega, Dinamarca) están por encima del promedio de productividad de la OCDE. Noruega es el país del mundo con mayor productividad, y también uno en los que su Estado tiene mayor impacto redistributivo. Esto cuestiona el dogma neoliberal según el cual la eficiencia económica requiere inequidad. Lo que también llama la atención son los datos sobre igualdad de oportunidades medida por la tasa de movilidad vertical (de padres a hijos) entre generaciones. España, junto con Italia, Irlanda y EEUU, es uno de los países que tiene menos movilidad social. El sistema educativo tiene escaso impacto en igualar las oportunidades de las distintas generaciones. Esto está relacionado con el sistema educativo dual con las clases pudientes enviando sus hijos a la escuela privada, y las clases trabajadoras y medias enviando sus hijos a la escuela pública. En estos países, los hijos de la clase trabajadora lo tienen más difícil para alcanzar niveles de clases de renta superior. Y ahí termina la fotografía –no muy halagadora– de la situación de la clase trabajadora en España. PÚBLICO. 21-4-2011 Opinión. La República de las Ideas Ondiñas venen e van Luis de Velasco Vuelve la marejada a los mercados financieros. No está claro todavía si se trata de algunas olas rizadas o si hay auténtica mar de fondo. En lo que afecta a nuestro país, algunos, como la Sra. Ministra de Economía apuesta por lo primero, algo que seguramente es, sobre todo, un buen deseo. Otros, entienden que esa marejada es signo de algo mucho más profundo y que en el fondo hay especies abisales, incluso monstruos marinos desconocidos, propios y ajenos. En el Mediterráneo, vuelven (aunque nunca se fueron) una vez más las dudas sobre Grecia y su capacidad para crecer y reembolsar sus deudas. El “rescate”(es un rescate no de la economía griega sino de sus acreedores pues cambia dinero privado por público) ha agravado su situación financiera y ha deteriorado su economía productiva, lastrando brutalmente su crecimiento. Parece probable un reescalonamiento de su deuda con la correspondiente quita. Portugal, una economía estancada en el último decenio, mira lo ocurrido y ya ha puesto sus barbas a remojar. No está todo dicho allí. Atención, además, a Finlandia. Al otro lado del Atlántico, lo nunca visto ( esta crisis financiera primero y global y productiva después, nos permite ver cosas antes inimaginables): una de las vilipendiadas, con razón, agencias de calificación de riesgos, ha mantenido la calificación de la deuda soberana de Estados Unidos pero la ha degradado de “estable “a “negativa”. Un toque importante sobre la solvencia del país ancla de las finanzas mundiales alertándole de que no puede sostener indefinidamente su permanente déficit público. Tema no fácil de resolver en un sistema político del que acertadamente se ha dicho qua tiene tres gobiernos: el ejecutivo, la Cámara de Representantes y el Senado. Hoy la batalla central se da en torno a las disparatadas rebajas impositivas acordadas en época de Bush para los super ricos, mantenidas todavía y que los demócratas quieren eliminar o reducir. En el lado del gasto, centro de la atención de los republicanos, la batalla se da en los “entitlements”, es decir los gasto comprometidos: Medicare, Medicaid y Seguridad Social, o sea el centro del magro estado del bienestar de ese país. Las turbulencias están ya presentes en nuestra casa. ¿Flor de un día o algo más? Para quienes, como el presidente del Gobierno, afirman que “los deberes están ya hechos”, lo primero. Para quienes dudan de eso y argumentan que el compromiso de déficit choca con las Autonomías, que insisten en lo que esconden los balances de parte del sistema financiero (la historia de la CAM es como Alí Babá y los cuarenta ladrones) y, sobre todo, para los que insisten en que la capacidad de crecimiento de nuestra economía en los próximos cinco años es ridícula,el tema es de mar de fondo, con monstruos acechando. Seguramente nuestra mejor defensa es el convencimiento de los poderosos de la UE de que somos demasiado grandes para caer y demasiado grandes para ser rescatados. Ellos, sus entidades financieras, se juegan mucho en esta partida. LA REPÚBLICA. 20-4-2011 Opinión. El País El deber de mentir Xavier Vidal-Folch Solo en contadísimos momentos las autoridades tienen el deber de mentir. Uno de ellos es en las vísperas de la devaluación de una moneda. Si dicen la verdad de lo que van a hacer, el resultado es la catástrofe. Los especuladores hacen su agosto, anticipan el cambio y lo desnaturalizan, todo ello en perjuicio de la ciudadanía. En economía, a diferencia de en el amor, nada es gratis. Sugerir que un país socio incurrirá a fecha fija en suspensión de pagos ha sido tan "monstruoso" -así lo califica en la intimidad una alta y conspicua autoridad bancaria europea- como anunciar una devaluación. Es lo que hizo el ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schauble, anticipando la hipótesis de ese percance, para junio, en Grecia: "Estamos esperando un análisis detallado de la sostenibilidad de la deuda de Grecia (…). Si este informe concluye que existen dudas sobre la sostenibilidad de la deuda de Grecia, algo habrá que hacer". Y concretó como una solución "la reestructuración de la deuda [que] sería posible de forma voluntaria" hasta 2013. Reestructurar la deuda es el seudónimo de la suspensión de pagos o el concurso de acreedores, del default. Fue esa declaración del jueves pasado a Die Welt lo que reanudó al instante la turbulencia en el mercado de la deuda soberana. Y machacó a la española, que había logrado separarse de la portuguesa incluso después de que Lisboa pidiera el rescate, en medio de alabanzas de las instituciones internacionales al nuevo rumbo del Gobierno. Las desgracias nunca vienen solas. Luego, el domingo, saltó el resultado euroescéptico y rescate-fóbico de las elecciones de Finlandia. Y el lunes, el primer castigo de una agencia de descalificación, S&P, a Washington. A perro flaco, todo son pulgas. Y aunque esté engordando, cualquier brisa le enferma: es lo que ocurre con la economía y la deuda españolas. Por eso no basta con que los españoles lo hagan bien. Deben hacerlo bien también sus socios, más aún los mayores. El dinero adicional que le cuesta al Tesoro -o sea, a todos los contribuyentes- el encarecimiento de las subastas de esta semana hay que apuntarlo al debe de Schauble. Y aquí surge el desconcierto. ¿Por qué lo ha hecho? Aunque sus servicios han insinuado que se trataba de una mala interpretación de la prensa anglosajona (¡fue toda!), la literalidad de su torpedo a Grecia es evidente. ¿Quieren decir que se le fue la lengua, tu quoque, Brutus, filii mei? Difícil de creer. Wolfgang Schauble es un tipo muy serio y respetable. Es un democristiano de envergadura, en la estela de Helmut Kohl y no de sus imitadores y socios menores. Muy duro: pero muy europeísta. Muy contundente: si quiere transmitir un mensaje, lo deletrea claramente, como ya hiciera desde 1994, en su documento clave sobre la Europa a dos velocidades, redactado con Karl Lamers. Por tanto, queda ¿solo? otra explicación: Alemania milita ya activamente en provocar la suspensión de pagos de Grecia. Como signo de dureza hacia el electorado; para que, como siempre ha querido, paguen parte de la factura de la crisis de la deuda los bancos privados que la compraron, incluso antes de lo acordado, que es a partir de 2013; para suturar algunos sarpullidos especulativos; quizá para procurar que, como en Islandia (que no pertenece a la UE), cada palo aguante su vela… Algunos de esos deseos son válidos. Otros, simplones. Frente a ellos, las razones contra una suspensión de pagos en la zona euro son abrumadoras: se las prometo para pronto. Pero anticipemos la principal: provocaría un descrédito sideral hacia la UE, el BCE, el Eurogrupo y el FMI. Ellos bendijeron los planes de austeridad de Atenas. Ellos confeccionaron el plan de rescate a la medida de una economía intervenida… por ellos. Ellos suavizaron el 11 de marzo sus condiciones. ¿Nada de eso valía? Crédito viene del latín credere. Sin creer, sin confiar, se acabó el crédito. Y el negocio. EL PAÍS. 21-4-2011

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