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La carta de Bárcenas

El tiempo aquí pasa muy despacio». «Mi espíritu es fuerte». «Me está tocando vivir una situación que sigo sin entender». «Me han condenado por anticipado en base a decisiones contaminadas por prejuicios sin escrúpulos morales y con arbitrariedades». Estas frases están entresacadas de la carta que me ha escrito Luis Bárcenas y que publico íntegramente en esta columna. El preso de Soto del Real, con la grafía de sus famosos papeles, afirma que aguanta pacientemente la tremenda injusticia que viene sufriendo y las desventuras a las que comportamientos de lo más abyecto le han llevado.

Es respuesta a un artículo mío anterior en el que me quejaba de que Luis no me escribía, Rosalía Iglesias ni siquiera se ponía al teléfono y el Tercer Hombre estaba sometido a una colonoscopia. También me preguntaba por qué lo tienen encerrado tanto tiempo sin juicio y por qué el juez ha rechazado cuatro veces la petición de libertad provisional del único preso que hay en España por delito fiscal y blanqueo.

He aquí la respuesta:

«Querido Raúl:

Leí tu columna de hace unos días y tu comentario sobre la falta de noticias del que suscribe pero, como entenderás, desde mi cautiverio no es tarea fácil. En cualquier caso, me decido a estas líneas, para que puedas afirmar que ‘Raúl sí tiene quien le escriba‘.

El tiempo aquí pasa muy despacio, un día es exactamente igual al siguiente y la soledad y la angustia por la familia es quizás lo más duro. En cualquier caso hay que aceptar las cosas como vienen y, aunque la copa desborde amargura, mi espíritu es fuerte y al final tan sólo es el orgullo el que se siente herido.

Afortunadamente, tengo buenos amigos, ya sabes, amigos en la adversidad; es decir, ‘verdaderos amigos‘. Por otra parte, nunca he confiado demasiado en la ayuda de los otros y eso ayuda a no sentirte desvalido.

La privación de libertad produce un sentimiento de opresión que ningún hombre de una pieza le desearía a otro. Mucho he debido de irritar a la divina providencia para que me esté tocando vivir una situación que sigo sin entender. En todo caso, tengo que agradecer el no haber perdido el equilibrio psicológico y mantener la fuerza necesaria para aguantar pacientemente las desventuras a las que comportamientos de lo más abyecto me han llevado. En fin, la miseria humana.

Por otra parte, en este lugar te acostumbras a pensar con más frialdad, es el único remedio para que los recuerdos no te hagan daño. Ahora conozco mejor a los demás y me conozco mejor a mí mismo. A pesar del limitado alcance de mi inteligencia, el estudio y la contemplación en este eremítico retiro me dan fuerza para sobrellevar con dignidad mi situación, aunque mi alma en algún momento se atormente ante la tremenda injusticia que vengo sufriendo.

Ahora me ha tocado bajar unos peldaños, pero sólo he retrocedido para coger impulso y hacer frente a los que me han condenado por anticipado, en base a decisiones contaminadas por prejuicios, sin escrúpulos morales y con arbitrariedades que nunca tendrían cabida en una conciencia moral sólidamente moldeada. Finalmente, anclado a mi piolet y con el deseo de que podamos vernos pronto en la noria del ‘Prater’, recibe un fuerte abrazo de Luis Bárcenas».

Cuando dice estar anclado en el piolet contesta a lo que yo insinuaba: «El piolet del montañista con las grabaciones de Génova ya se ha oxidado». Y, en cuanto a la «noria del Prater», hace referencia a la noria gigante de la película El tercer hombre, que es como llamábamos a un amigo que en otro tiempo me pasó información del caso y ahora ha sido ingresado para que le hagan una colonoscopia.

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