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Japón organiza un peligroso golpe contra la Constitución pacifista

El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, está organizando un peligroso golpe para anular los ideales pacíficos y democráticos del país surgidos en la posguerra, al ponerse a liberar los grilletes que legalmente atan a la nación militarmente y la voluntad guerrera a través de su Constitución que renuncia a la guerra.

No es coincidencia que el primer ministro esté buscando la luz verde para que el ejército de Japón pueda ejercer el derecho a la autodefensa colectiva el 1 de julio, 60 aniversario del establecimiento de las Fuerzas de Autodefensa Japonesas (SDF, siglas en inglés), a pesar de que la acción cambiará drásticamente la posición de defensa de Japón desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y posiblemente el país se vea arrastrado de nuevo a un conflicto sangriento en el futuro.

La nueva posición de autodefensa colectiva de Japón va en contra de la internacionalmente reconocida Constitución antiguerra del país, ya que su Artículo 9 estipula que «los japoneses renuncian para siempre a la guerra como un derecho soberano de la nación y a la amenaza y al uso de la fuerza como medios de resolución de las disputas internacionales».

Precisamente por la existencia del Artículo 9, la interpretación de los anteriores gobiernos japoneses definió estrictamente los conceptos de «autodefensa» y «uso de la fuerza», así como los de «fuerzas de autodefensa» y «ejército de defensa nacional» y, desde entonces, gracias a la ley suprema, Japón finalmente se ganó el espacio legislativo para la existencia legal de cientos de miles de efectivos de las SDF.

Abe, sin embargo, se ha apartado de los procedimientos normales para modificar la Constitución violando brutalmente el espíritu de la actual Constitución japonesa.

El golpe de Abe contra la Constitución también muestra su desprecio por la opinión pública, dado que muchas encuestas realizadas por los principales medios de comunicación japoneses han mostrado que cerca del 70 por ciento de la población se opone al plan de Abe para ejercer la defensa colectiva a través de la reinterpretación de la Constitución, y más del 60 por ciento afirma que está en contra de permitir a las SDF entrar en guerra fuera de Japón por ningún medio.

Irónicamente, «el estado de derecho» y «la democracia» son frases aparentemente preferidas del primer ministro para usarlas en discursos internacionales, pero lo que está haciendo es pisar la ley suprema del país y abandonar los fundamentos democráticos básicos de Japón.

El viceprimer ministro Taro Aso, un seguidor de confianza de Abe, habló anteriormente del cambio de la Constitución, sugiriendo que Japón debe hacerlo inmediatamente. «Puesto que en un día la Constitución de Weimar se convirtió en la Constitución nazi, sin que nadie se diera cuenta,¿por qué no aprendemos de este tipo de táctica?», dijo Aso.

Ahora, Abe está muy cerca de su meta a través de dicha «táctica nazi» y su acción ya ha infringido el Artículo 9 de la Constitución y ha salido del camino pacífico de la era de posguerra.

El plan anticonstitucional de Abe constituye un gran desafío para el orden internacional de posguerra que perdura desde hace siete décadas y que se basa en una serie de tratados internacionales y declaraciones, incluyendo la Declaración de El Cairo y la Proclamación de Potsdam.

La visita de Abe al santuario Yasukuni, donde se honra a 14 criminales de guerra de clase A de la Segunda Guerra Mundial, también desafía los fallos del Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente, y su reclamación de las islas disputadas con países vecinos desafía la esencia tanto de la Declaración de El Cairo como de la Proclamación de Potsdam.

Ahora, el volumen final de la «trilogía de la remilitarización de posguerra» de Abe se completará — romper el compromiso de paz con la comunidad internacional– si la resolución sobre la defensa colectiva es aprobada el martes.

Para sus propias «ambiciones», derivadas de una historia singular de querer dejar tal legado militarizado, Abe ha secuestrado a la nación en su camino de combate y ha arrojado una sombra tenebrosa sobre la seguridad de la región Asia-Pacífico e incluso todo el mundo.

Un legislador japonés se lamentó de que el «atardecer de la Constitución de Weimar» se vaya a repetir en Japón. Sólo podemos esperar que el atardecer de la Constitución pacifista de Japón no conduzca al hundimiento entero del sistema internacional de la posguerra.

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