Educación

La calma antes de la tempestad

En el 2010 un 28,4% de los jóvenes entre 18 y 24 años dejó de estudiar sin haber conseguido ningún tí­tulo, ni universitario, ni de FP. Esto supone tres puntos menos que en el 2009, cuando ya se registró una tendencia a la baja. Teniendo en cuenta que todos los estudios señalan al fracaso escolar como un lastre de la economí­a, parece ser una buena noticia. Sin embargo no todos los expertos opinan igual: «Con un 43% de paro entre los jóvenes la tendencia es a no abandonar los estudios o volver a ellos». Esta mejorí­a podrí­a servir para justificar que, en lo fundamental, nada cambie.

Profesionales como Miguel Recio, de la Fundación 1º de Mayo de CCOO, o Rafael Reito, sociólogo de la Universidad Comlutense de Madrid, afirman que la tendencia a la baja se corresponde con el empeoramiento de las condiciones de vida desde que estalló la crisis. Las familias españolas han reducido ya un 25% sus salarios y rentas, lo que estaría provocando que los estudiantes hicieran lo posible por continuar estudiando ante la falta de expectativas en el mercado laboral, o que incluso se reincorporaran a la Universidad o a la FP. Pese a que ésta sea un factor determinante a la hora de explicar estos resultados, no pueden entenderse estructuralmente, es decir, no se puede considerar una relación directa entre las dificultades económicas y la disminución del fracaso escolar. No solo por lo reaccionario de la combinación, sino porque en el tiempo es a todas luces insostenible. En primer lugar porque una coyuntura así se asienta sobre la base de una serie de conquistas sociales que tienen fecha para su funeral. Los recortes, que ya avanzan en todos los ámbitos de la vida del país, empiezan a agudizar sus consecuencias en la Sanidad y pronto lo harán en la educación. Necesariamente esto conllevará un deterioro del sistema educativo, más de lo que lo está ya, un aumento del abandono y el fracaso escolar. Y en segundo lugar, porque pese a que en algunos foros se afirme que el fracaso escolar se ha debido a “distorsiones del sistema como la repetición y los criterios de evaluación”, es el diseño del sistema mismo el que falla. ¿O es que puede alguien entender que un país a la deriva tenga en su sistema educativo solo algunas distorsiones?. Todo sea que se considere que España no va a la deriva… que se lo pregunten a Portugal.

Deja una respuesta