La búsqueda de una derrota dulce

«Como La Moncloa era un manicomio, Ferraz una guarderí­a y las federaciones un reino de Taifas, surge la necesidad de un dictador dotado de plenos poderes para afrontar las elecciones, readecuar su polí­tica al socialiberalismo y reestructurar su organización. í‰stos son los tres objetivos de Rubalcaba.»

Primero. En búsqueda de una derrota dulce.Se trata de reducir el abismo electoral resecto al Partido Popular señalado por todas las encuestas a niveles tolerables que impidan, además, a Rajoy alcanzar una mayoría absoluta. Si en los tiempos agónicos de González, el portavoz Rubalcaba pudo perder frente a Aznar por tan sólo 300.000 votos, ahora el portavoz Rubalcaba puede repetir la faena. (EL MUNDO) LA REPÚBLICA DE LAS IDEAS.- El jefe de la patronal, ese empresario tan eficiente y amigo de Esperanza Aguirre, se despachó el otro día a gusto afirmando que hay que trabajar más y ganar menos. Ése es el progreso que algunos nos prometen. Lo más grave en cualquier caso es que las palabras de Díaz Ferrán no parecen ser tan excepcionales. Expresiones parecidas se repiten a menudo en los medios de comunicación intentando hacernos creer que los beneficios sociales y laborales del pasado no son factibles en la actualidad. EL PAÍS.- Conviene de entrada despejar un malentendido: el problema detectado no era solo de errores de comunicación, ese tópico al que suelen recurrir los políticos para decir que lo hacen estupendamente, pero fallan al vender el producto, sino también de falta de ideas; es decir: de argumentos. Cuando las cosas iban bien tenía menos importancia, pero desde que van mal ha sido manifiesta la irritación de muchos ciudadanos con el discurso de madera (estamos trabajando con toda dedicación, etcétera) de algunos gobernantes, en dura competencia con los portavoces del PP (la solución es que se vaya Zapatero). Opinión. El Mundo La búsqueda de una derrota dulce Fernando López Agudín No estamos ante el último Gobierno de Zapatero sino ante el primero y último de Rubalcaba. A través de él, quienes ostentan los derechos de propiedad intelectual del PSOE posfranquista intentan superar el caos existente hoy entre sus cuadros, militantes y electores tras el golpe económico socioliberal dado en mayo contra su ideología, programa e identidad socialdemócrata. Como La Moncloa era un manicomio, Ferraz una guardería y las federaciones un reino de Taifas, surge la necesidad de un dictador dotado de plenos poderes para afrontar las elecciones, readecuar su política al socialiberalismo y reestructurar su organización. Éstos son los tres objetivos de Rubalcaba. Primero. En búsqueda de una derrota dulce. Se trata de reducir el abismo electoral respecto al Partido Popular señalado por todas las encuestas a niveles tolerables que impidan, además, a Rajoy alcanzar una mayoría absoluta. Si en los tiempos agónicos de González, el portavoz Rubalcaba pudo perder frente a Aznar por tan sólo 300.000 votos, ahora el portavoz Rubalcaba puede repetir la faena. Si no cabe frenar la sangría electoral por su izquierda, sí cabe frenarla por su centro-derecha. No piensa vencer, es muy inteligente para pensarlo, pero sí piensa perder por la mínima. Segundo. Coordinar el avance elástico sobre la retaguardia. O sea, orden en la retirada. El retroceso ha de ser coordinado. En ese enfoque jerárquico del partido, el PSOE debe de ser como una casa cuartel de la Guardia Civil que sepa tanto avanzar como retirarse sin rechistar. Mandos sólidos, doctrinas claras, prietas las filas, Prisa vuelve a ser del PSOE o más bien el PSOE de Prisa, como primer paso hacia el contraataque cuando los populares lleguen a La Moncloa. De hecho, este Gobierno es ya un gobierno en la sombra de la oposición a un inevitable gobierno del Partido Popular. Su primera tarea es que Rajoy entre en La Moncloa cojo, manco y tuerto. Tercero. Barrer el infantilismo político de Ferraz. Durante una década, el PSOE ha sido la casa de tócame Roque, una agencia de colocaciones, etcétera. Cualquier cosa menos un partido. La sublevación de Madrid, imponiendo a Tomás Gómez frente a la señorita Trini, ha sido la gota que ha rebasado el vaso. Centralizar la organización, terminar con las primarias, disciplinar el partido, son condiciones sine qua non para blindar con un cinturón de hierro el golpe socioliberal dado en mayo último frente a cualquier crítica de los socialdemócratas. Tan importante como perder el Gobierno por la mínima es no perder el Partido Socialista. 2010 no es 1995. Cinco millones de parados, despido barato, pensiones en capilla de ser guillotinadas, todo el drama social que vive la mayoría de la sociedad española pesan mucho más que el terrorismo de Estado o el botín de los fondos reservados. Si pudo tapar aquellos agujeros, no podrá tapar el agujero negro del socialiberalismo. Es cierto que política que no se explica no funciona, pero menos aún funciona una política de derechas explicada a un electorado de izquierda. Hay que estar bastante enfermo de cretinismo parlamentario, el vicio de reducir la política al sólo juego de aparatos e instituciones, para caer en ese gran error. Aquí la pasión conspirativa choca con la realidad descarnada. Ya recordaba Marx que, cuando la historia se repite, se repite como farsa. Le va a ser muy difícil no ser la caricatura del portavoz que fue. EL MUNDO. 23-10-2010 Opinión. La República de las ideas Trabajar más y ganar menos J. F. Martín Seco El jefe de la patronal, ese empresario tan eficiente y amigo de Esperanza Aguirre, se despachó el otro día a gusto afirmando que hay que trabajar más y ganar menos. Ése es el progreso que algunos nos prometen. En estas condiciones ¿resulta tan extraño que haya quien esté dispuesto a devolver el billete y a rechazar la globalización y la Unión Europea? Lo más grave en cualquier caso es que las palabras de Díaz Ferrán no parecen ser tan excepcionales. Expresiones parecidas se repiten a menudo en los medios de comunicación intentando hacernos creer que los beneficios sociales y laborales del pasado no son factibles en la actualidad. Se afirma que resulta imposible mantener los niveles alcanzados en la protección social, que el sistema público de pensiones es inviable, que la estabilidad en el empleo es cosa de otros tiempos; en fin, que hay que trabajar más y ganar menos. Los que pueden trabajar, claro, porque incluso esto les está vedado a los millones de parados. Durante siglos, al mismo ritmo que la ciencia y la innovación tecnológica perfeccionaban los sistemas de producción, incrementaban la productividad y multiplicaban los bienes y servicios producidos, las condiciones laborales y sociales de los trabajadores mejoraban, la jornada laboral se reducía, aumentaban las retribuciones de los asalariados y el Estado, mediante sistemas fiscales progresivos, garantizaba con carácter universal la cobertura de las necesidades consideradas básicas. La mayoría de las personas tenían la seguridad de que la vida de sus hijos sería mejor que la que a ellos les había tocado en suerte y, a su vez, todos los jóvenes esperaban contar con más oportunidades que las que pudieron disfrutar sus progenitores. Pues bien, desde hace treinta años esta certeza se está diluyendo. A pesar de que la productividad ha seguido creciendo y, como consecuencia, también la renta per cápita; a pesar de que en todos los países, al menos en los desarrollados, la producción y la renta nacional se han multiplicado por dos o por tres, el mensaje que se lanza a los trabajadores es que ya no son posibles las conquistas sociales y laborales alcanzadas en el pasado. Bien es verdad que al mismo tiempo el excedente empresarial absorbe cada vez una porción mayor de la renta y que los sistemas fiscales se hacen más regresivos. Basta señalar cómo, por ejemplo, en España el tipo marginal del impuesto sobre la renta ha pasado del 65 al 43 por ciento. ¿Puede sorprendernos, por tanto, que se multipliquen las protestas, huelgas y manifestaciones como las que están acaeciendo estos días en Francia? Dicen que en ellas aparece con un protagonismo especial el elemento estudiantil, lo cual no puede por menos que traernos a la memoria el Mayo del 68. Existe, sin embargo, una gran diferencia. En aquellos días, los estudiantes protestaban en aras de una sociedad mejor y distinta a la que habían conocido sus padres. Hoy, se contentan con que no se produzca un retroceso y puedan disfrutar, al menos, de las mismas condiciones que conocieron sus progenitores. LA REPÚBLICA DE LAS IDEAS. 23-10-2010 Editorial. El País El regreso El nuevo ministro portavoz regresó ayer a la tarea que tuvo en el último Gobierno de Felipe González. Expuso su poética (cómo se propone representar ese papel), y a continuación la aplicó en el coloquio con los periodistas. Al igual que Zapatero al presentar los cambios, Rubalcaba insistió en la importancia que se le quiere dar a la capacidad de explicación como un rasgo del nuevo Gobierno. Al respecto, conviene de entrada despejar un malentendido: el problema detectado no era solo de errores de comunicación, ese tópico al que suelen recurrir los políticos para decir que lo hacen estupendamente, pero fallan al vender el producto, sino también de falta de ideas; es decir: de argumentos. Cuando las cosas iban bien tenía menos importancia, pero desde que van mal ha sido manifiesta la irritación de muchos ciudadanos con el discurso de madera (estamos trabajando con toda dedicación, etcétera) de algunos gobernantes, en dura competencia con los portavoces del PP (la solución es que se vaya Zapatero). Dijo Rubalcaba que todos los ministros deberán explicar la política del Gobierno, y hacerlo de acuerdo con las prioridades (déficit, paro, reformas) del momento. Seguramente nadie les prohibía hacerlo en el pasado, pero se evidenció incompetencia argumentativa de algunos y timidez -no entrar en un terreno que se consideraba presidencial- en otros. Explicar es lo que hizo en la Transición el ministro de Economía, Fuentes Quintana, en vísperas de los Pactos de la Moncloa: aparecer en TVE para informar de que la economía española estaba al borde de la ruina y que salir de esa situación requeriría sacrificios de todos. La primera pregunta que se le hizo a Rubalcaba fue sobre las detenciones de miembros de la cantera de ETA y sobre las declaraciones de Zapatero en relación a Batasuna: que sus pasos últimos eran insuficientes, pero no "en balde". Rubalcaba respondió que lo primero aclaraba lo segundo. Es decir, que las detenciones demostraban que no había cambio de estrategia antiterrorista, y que eso mismo se deducía de las palabras de Zapatero. Pudo haber añadido que lo mismo probaba el acuerdo con el PP anunciado el lunes para reformar la ley electoral a fin de dificultar los intentos de Batasuna de burlar la Ley de Partidos y comparecer en las elecciones de mayo. Ese acuerdo es importante por su contenido, destinado a impedir maniobras como presentar candidatos empotrados en las listas de un partido legal o desvelar a última hora su apoyo a unas siglas legales colonizadas al efecto. Pero es importante también como expresión del consenso entre los dos principales partidos en política antiterrorista. Un consenso que, según Rubalcaba, es más necesario que nunca con vistas a la fase final de ETA. Y que requiere explicación y claridad, pero también evitar visiones paranoicas como las que interpretan el cambio de Gobierno como parte de una estrategia para negociar con la banda. EL PAÍS. 23-10-2010

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