Arte

La afilada cuchilla de Póster Boy

Virtuosos enmascarados que con una cuchilla y un bote de pegamento se enfrentan a la publicidad que devora las calles y las estaciones sub-urbanas de la Gran Manzana. Los millones de carteles que fagocitan la ciudad se convierten en el material artí­stico con el que elaboran este arte urbano, popular y gratuito. Atractivos reclamos publicitarios convertidos hábilmente en mensajes «anti-consumo» o de crí­tica social, que arrancan una sonrisa en los anónimos ciudadanos que caminan rápidamente. El principal artí­fice del movimiento: un joven que se hace llamar Poster Boy (El chico de los carteles). En menos de nueve meses todos los grandes medios neoyorquinos han hablado de su trabajo, los ciudadanos aplauden su mensaje y fotógrafos como Terry Richardson y raperos como Kanye West le buscan para trabajar con él.

Pese a que existe una ersona que inició esta corriente artística, él mismo admite, preservando su anonimato, que Poster Boy es un movimiento, y este seudónimo empieza a ser utilizado por mucha gente. Al igual que ocurrió hace unos años con el nombre Luther Blisset, que era utilizado masivamente, sobre todo a través de Internet, como firma para todo tipo de comunicados, convocatorias de manifestaciones y acciones, e incluso una novela histórica.Sin embargo, pese a la calidad y la buena acogida de esta corriente artística, que bebe directamente de las fuentes del mejor Pop Art, sus artistas son perseguidos por la justicia. El alud de quejas que han lanzado los poderosos anunciantes ha alertado a las autoridades neoyorkinas, que se han lanzado a la caza del artista, y en defensa de las corporaciones. El joven Henry Matyjewicz, de 27 años, fue detenido en una inauguración en una galería del SoHo, donde se anunciaba a través de un flyer la presencia de obras de Poster Boy. La defensa para este tipo de juicios siempre se ampara en el hecho de que Poster Boy son muchas personas.El anónimo ideólogo del movimiento concluye: “Desde el principio quise que tuviera un componente social, que fuera una idea que no se puede comprar ni vender. Cualquiera puede tomar el nombre y hacer este tipo de obras. Se trata de recuperar nuestro entorno y de utilizar el arte como una forma de reivindicar nuestro derecho a ocupar el espacio público que nos roba la publicidad. Hay que devolver las calles a los ciudadanos.”Arte efímero, popular y además, que bebe de las mejores fuentes de la historia del arte, como el mencionado pop e incluso el surrealismo. Frescura creativa frente a la creciente elitización del arte… porque las vanguardias siguen naciendo en la calle, y siguen estando prohibidas.

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