Perfil: Baltasar Garzón

Juzgar a la paloma, librar al cuervo

Garzón no es un juez cualquiera, es el juez con más prestigio social y el más peligroso para los «intocables». Entre los casos judiciales más trascendentes de los últimos veinte años, en muchos de ellos encontramos el nombre de Garzón. Desde el caso GAL a las investigaciones contra los capos de la mafia; desde el juicio a Pinochet al desmantelamiento del entorno del terror organizado en torno a ETA. Es uno de los principales magistrados de la Audiencia Nacional, un alto tribunal especializado en investigar los delitos más delicados, los de mayor trascendencia social y polí­tica. Con la Audiencia Nacional como plataforma Garzón se ha convertido en un referente para muchos, representando otro tipo de justicia que busca toda la verdad y juzgar a los últimos responsables.

En el caso GAL, Garzón no se conformó con detener a los resonsables policiales: los Amedo y Domínguez. Reconstruyó el organigrama completo, de abajo a arriba, buscando al famoso “Señor X”, el máximo responsable político, señalando, sin nombrarlo hacia el mismísimo presidente del gobierno, Felipe González. Al investigar los crímenes de ETA por primera vez, se consideró a ETA como una estructura criminal, que necesitaba no sólo del brazo armado, sino también cobertura política, económica e ideológica.La independencia y autonomía de Garzón le ha permitido no detenerse ante nada ni ante nadie. Ni ante el poder de EEUU en el juicio a Pinochet, ni ante las amenazas de ETA. Tras las investigaciones del juez sobre la transición española el gobierno de Zapatero dio órdenes al fiscal general de que paralizara la investigación de Garzón por todos los medios.Lo que está en juego aquí no es solo la carrera de Garzón sino el futuro de una línea en la justicia española independiente a la que quieren decapitar colocando a Garzón en la diana. No pueden permitir juzgar los crímenes del pasado porque supondría el primer paso para juzgar los crímenes del presente.¿Por qué es tan peligroso que los tribunales españoles juzguen el genocidio al pueblo maya en Guatemala, la dictadura de Chile o las Juntas militares argentinas?Los casos Chile y Argentina, alcanzaron su cenit cuando en el 2002 Baltasar Garzón llamó a declarar al ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Hoy en día para nadie es un secreto que sin Washington las dictaduras y represiones latinoamericanas de los 70, sencillamente, no habrían existido. El arresto del dictador chileno Augusto Pinochet así como la incriminación de Scilingo supusieron un paso más para juzgar las responsabilidades de Casa Blanca , que dio cobertura al terror en Argentina y lo sembró en Chile, Brasil, Uruguay, Guatemala, Perú…El juicio a Scilingo entonces fue posible por el giro decisivo en la justicia española en el 2004. El fiscal general del Estado, Conde-Pumpido, defendió la competencia de los tribunales españoles para perseguir delitos contra la humanidad. Como por ejemplo los crímenes cometidos durante las dictaduras de Chile y Argentina, y apoyar el recurso de Rigoberta Menchú para que España investigue el genocidio de Guatemala. Por eso lo que la Casa Blanca no puede permitir es la existencia de tribunales independientes. Porque sin jueces independientes no hay justicia.Garzón no es un peligro para la ultraderecha sino para el hegemonismo norteamericano. El Wall Street Journal, vocero de los intereses de la burguesía norteamericana, celebraba que, con el encausamiento de Garzón, “la jurisdicción universal se lleva su merecido”. No es uno de los suyos y quieren “eliminarlo “políticamente.EEUU ha concentrado sus esfuerzos en España para intentar liquidar el principio de “justicia universal”. El pacto entre el PSOE y el PP ha reformado la ley para impedir al juez español ser competente para juzgar actuaciones en otros países. Garzón después de que se ratificaran las medidas del Congreso contra la jurisdicción universal, acusó al “PSOE y PP de legislar para la impunidad en la Justicia universal”, que de esta manera España estaba “contribuyendo al fraude y a la impunidad” y que la razón de la nueva legislación es que “nos dieron dos guantazos desde fuera”.Lo han sentado en el banquillo y ahora quieren aislarlo, tachándolo de ”estrella”. Pero Garzón no está solo, no solo por el apoyo y solidaridad que se le expresa desde innumerables colectivos sino porque representa la cabeza más visible de una línea dentro de la justicia española comprometida con la lucha contra la impunidad. Y porque Garzón sin el coraje de las madres de la Plaza de Mayo que a contracorriente rompieron el silencio y el miedo que secuestraba a los ciudadanos, resucitando el espíritu de sus hijos, nunca podría haber juzgado a Pinochet. No sin Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María de Ponce asesinadas en 1977, por la infiltración de Alfredo Astiz, alias “el ángel de la muerte”, quien se hizo pasar por hijo de desaparecidos.Hablar de las madres no es hablar del pasado sino del presente. Los abogados de las causas contra los represores argentinos o contra Pinochet reconocen que es el empeño de las Madres de las Plaza de Mayo y los familiares de las víctimas la razón por la que los procesos continuaban abiertos incluso en los más duros momentos y que es gracias a este coraje que se han conquistado legislaciones progresistas para juzgar crímenes contra la humanidad. La Corte Penal Internacional o que los tribunales españoles fueran aptos para juzgar crímenes contra la humanidad como los crímenes del Congo, obligando la desclasificación de los documentos de la CIA que imputan al Estado norteamericano tras las dictaduras en Iberoamérica o tener causas abiertas contra el ex secretario de Estado Henri Kissinger, máximo responsable de la llamada “Operación Cóndor”.Gracias a ellas, y a todas las organizaciones, abogados, jueces, personalidades progresistas que se sumaron a la lucha contra la impunidad que se han creado las condiciones para juzgar a los últimos responsables.Entrevistado por el escritor español Manuel Rivas durante seis horas Baltasar Garzón se defiende de la polémica que envuelve su suspensión cautelar como juez de la Audiencia Nacional por una querella por prevaricación al declararse competente en la investigación de los crímenes de la Guerra Civil y el franquismo.Garzón se refiere al caso Gürtel como una mascarada montada por los medios como el principio de un acoso y persecución contra su persona. Suspendido de sus funciones en la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, recuerda al juez italiano Giovanni Falcone, asesinado por la red gladio en 1992 con una carga de explosivos. Garzón denuncia ser blanco de un acoso constante. “Han entrado a mi domicilio, han revisado la magistratura, al igual que a Falcone primero es el ataque profesional, personal, la desacreditación y si se puede nos lo cargamos” dice. Garzón recordó como fueron detectados planes para reventar su casa con explosivos, así como los preparativos para un atentado contra la Audiencia Nacional con 500 kilos de dinamita. “Algunos se lo toman a broma”, advierte.

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