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Japón y los lí­mites del poder militar

http://www.nytimes.com/2014/07/03/opinion/japan-changes-limits-on-its-military.html?partner=rssnyt&emc=rss&_r=0

El primer ministro, Shinzo Abe, ha perturbado a muchos en Japón y aumentado la ansiedad en Asia reinterpretando la Constitución pacifista de posguerra de su país para que los militares puedan desempeñar un papel más resuelto de lo que lo han hecho desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras que un cambio en el papel militar de Japón no iba a ser fácilmente aceptado por muchos, la política nacionalista del señor Abe hace este cambio aún más difícil de tragar en una región que necesita reducir la tensión. Es difícil exagerar la importancia de lo que el señor Abe ha hecho. Desde 1947, la Constitución de Japón, escrita e impuesta por el ejército estadounidense, ha permitido a los militares, conocidos como las Fuerzas de Autodefensa, participar sólo en defensa propia. Eso significaba que grandes y tecnológicamente avanzadas fuerzas armadas quedaban excluidas de la «autodefensa colectiva» -ayudando a países amigos bajo ataque- y por lo tanto eran mucho más limitadas que las de otras naciones. Con la reinterpretación militar, Japón todavía se enfrentaría a restricciones sobre lo que podría hacer, pero se le permitiría por primera vez, por ejemplo, ayudar a defender un barco estadounidense bajo ataque, destruir un misil norcoreano en dirección a Estados Unidos o jugar un papel más importante en las operaciones de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas. Abe ha defendido durante mucho tiempo el cambio de la Constitución sobre la base de que Japón debe afirmarse como un país «normal», libre de las limitaciones impuestas en la posguerra como consecuencia de sus atrocidades en tiempos de guerra y de la derrota. Ahora tiene otro argumento para ampliar el papel de los militares: Japón, la tercera economía más grande del mundo después de Estados Unidos y China, tiene que ser un socio más pleno con Estados Unidos en la lucha contra China, ya que exige demandas cada vez más conflictivas con Japón y otros países del Sudeste asiático y del Mar de China Meridional. Washington ha instado desde hace tiempo a Tokio a asumir una mayor carga en la seguridad regional. Lo que obstaculiza el camino del señor Abe es el artículo 9 de la Constitución. Dice que el pueblo japonés «renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o el uso de la fuerza como medio de solución de controversias internacionales.» Cualquier cambio debería haber exigido una revisión de la Constitución, lo que significaría ganar la aprobación de los dos tercios de ambas cámaras del Parlamento, seguido por un referéndum. En lugar de ello, el Sr. Abe eludió ese proceso haciendoque su gobierno reinterprete la Constitución. Esta no es la primera vez que los líderes japoneses han ido por esta ruta. Gobiernos anteriores han reinterpretado la Constitución para permitir la existencia de un ejército permanente y autorizar misiones de no combate en el extranjero. Pero este paso va más allá.

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