Televisión

Interrogando a una adolescente

«¿Tú sabes que has estado enamorada de un asesino? Mí­rame a los ojos. ¿Te ha pegado alguna vez? ¿Te ha insultado?», estas eran algunas de las crueles preguntas que el periodista Nacho Abad dirigió a una menor de edad en pleno directo. La entrevista se convirtió en un auténtico interrogatorio pseudo-policial al lí­mite de la legalidad, pero el objetivo no era contribuir a descubrir al culpable, ni siquiera honrar la memoria de la fallecida. El programa aprovecho la necesidad de expresarse de una adolescente traumatizada, para hacer un lamentable espectáculo de sensacionalismo.

El reconocido sicólogo Javier Urra, presente como invitado en el plató, se vio obligado a intervenir interrumpiendo al presentador. Urra advirtió contundentemente que la entrevistada era una menor, una niña de 14 años, amparada por la ley, y que en ningún caso merecía el trato que estaba recibiendo, que rozaba lo vejatorio. El presentador, completamente a la defensiva, se justifico afirmando que habían cubierto la cara de uno de los detenidos, como indica la ley del menor. ¿De donde vienes? Manzanas traigo. La escasez de interés informativo del programa quedo explícitamente denunciada, más aún cuando se dedicaban a proteger al criminal y a acosar a una de las víctimasPorque, al fin y al cabo, es perfectamente comprensible que una adolescente herida en su vida personal, pero también por su entorno social y mediático, accediera a hablar en público acompañada de su madre, para que cesaran las retorcidas interpretaciones y juicios que sobre ella pesaban. Desgraciadamente el objetivo de los responsables del programa no era el mismo. El interés por ayudar a la joven era pura ficción, y el morbo de arañar con avaricia todos los resquicios que deja un crimen mediático era motivo suficiente para someter a la niña a tan doloroso interrogatorio.La persecución legal de este tipo de espectáculos macabros no debe quedar reducida a la Ley del Menor. Las evidencias mostradas ayer así lo demuestran. El tratamiento morboso y la utilización de las víctimas, no solo no ayuda sino que entorpece enormemente los procesos judiciales. Pero mucho más peligrosas son las consecuencias que pueden provocar en los afectados por estos episodios, que son engañados, y dejados caer en medio de un esperpéntico Vodevil, que se vuelve más perverso al ser vendido falsamente como tratamiento informativo.

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