El Observatorio

Intentando volver a la casilla de salida

Paul Krugman, profesor de Economí­a en Princeton y Premio Nobel en 2008, se ha convertido en estos últimos meses en la «mosca cojonera» que, al decir todo lo que polí­ticos y banqueros quieren ocultar sobre la crisis, incluido Obama, resulta casi imprescindible seguir para saber qué se está cocinando realmente en los fogones del capitalismo mundial en cada momento. Y lo mismo que hace un mes le dijo a Zapatero en sus narices que a los españoles nos espera un verdadero infierno, o que dijo a continuación en Austria que ese paí­s era el más probable candidato a una futura quiebra en Europa, o que le ha dicho a Obama que sus planes son insuficientes, ahora nos alerta de una nueva «treta».

Según Krugman, aunque la Reserva Federal americana y la Administración de Obama aún siguen insistiendo en que es necesario imoner una regulación financiera más estricta y una mayor supervisión sobre el sistema bancario, en Wall Street, en determinados sectores políticos de Washington y entre algunos gurús económicos se está abriendo paso la idea de que, si los actuales planes de rescate funcionan y se inicia pronto una recuperación, aunque sea débil, ello será un signo inequívoco de que el "sistema" puede volver a funcionar otra vez como antes. Krugman cita un caso notorio: "¿Se acuerda alguien del caso de de H. Rodgin Cohen, un famoso abogado de Nueva York al que The New York Times describía como "una eminencia gris de Wall Street"? Salió fugazmente en los titulares en marzo cuando por lo visto rechazó el cargo de subsecretario del Tesoro a pesar de ser uno de los candidatos favoritos. Pues bien, a principios de esta semana, Cohen dijo que el futuro de Wall Street no diferirá mucho de su pasado reciente, y declaró: "No estoy ni mucho menos convencido de que el sistema tenga algún fallo inherente". Esta declaración, lógicamente, escandaliza a Krugman, que se pregunta: "Oye, ¿y ese pequeño detalle de que ha causado la mayor recesión económica mundial desde la Gran Depresión? Peccata minuta". Krugman, que no es un ingenuo, afirma: "Estas palabras dan miedo". Y, sin embargo, aunque tal vez no sean una convicción tan firme como en el caso del señor Cohen, eso es lo que secretamente anhelan en Europa toda la clase política y financiera. Que esto no sea más que una tormenta leve. Que se cure cuanto antes. Y que se pueda volver lo antes posible "a la casilla de salida", sin necesidad de cambiar nada o haciendo los ajustes mínimos. Bien, de acuerdo, el sistema financiero se ha cogido una "borrachera morrocotuda", sobre todo al otro lado del Atlántico, pero es eso, sólo eso, una borrachera, y ya se está pasando. Bastará con que el beodo haga acto de contricción y prometa no volver a los excesos. En todo caso, de vez en cuando, lo someteremos a una prueba de alcoholemia, pero muy laxa. Y eso es todo. De nuevo en la "casilla de salida", iniciemos otra vez la misma partida. ¿Se acuerdan de las "drásticas decisiones" adoptadas en la cumbre de Londres, donde, según Sarkozy, se iban a cerrar los paraísos fiscales? Pues los paraísos fiscales siguen ahí , tan mondos y lirondos. Y lo mismo podría decirse de casi todas las grandes "reformas" anunciadas. Si se ha nacionalizado algún banco, ha sido por estricta necesidad, y con la expresa voluntad de "devolverlo" al sector privado en cuanto vuelva a ser rentable. Si los bancos han estado utilizando las ayudas públicas para sanear sus cuentas, y en absoluto para prestar dinero a la economía real, ningún gobierno se lo ha reprochado. Krugman duda y con razón que la "crisis" se vaya a volatilizar tan rápido como piensan (o mejor, anhelan) políticos y financieros. Pero lo que más le asusta es que las "briznas de esperanza" detectadas en el presente (y sobre las que él mismo ve levantarse negros nubarrones) se empiecen a utilizar como una señal de que pronto "se podrán volver a jugar los mismos juegos que antes". Lo que asusta es que pretendan volver ya "a la casilla de salida", como si no hubiera pasado nada, como si no estuviera pasando nada.

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