SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Inquietud en la polí­tica ante el sórdido crimen de León

El suceso de León ha provocado un denso silencio en la política española. Un silencio respetuoso. Un silencio atemorizado. Un silencio sólo alterado por las hordas bárbaras. Los bárbaros, tituló el escritor italiano Alessandro Baricco un ensayo sobre el declive de los valores e imposturas de la cultura tradicional -duración, autenticidad, profundidad, búsqueda, aparente o real, de la verdad-, en beneficio de la instantaneidad, la provisionalidad, la navegación por la superficie, el artificio, la espectacularidad, el flash y el efectismo en la nueva dimensión formateada por internet. El mundo que viene -que ya está aquí- será de los bárbaros que en 2008 retrataba el escritor turinés Baricco, conocido en España tras el éxito de la novela Seda, un tanto dulzona. Ellos serán los señores del nuevo orden. Hay bárbaros geniales. Hay bárbaros creativos. Hay bárbaros insurgentes. Hay bárbaros reflexivos. Y hay bárbaros con antifaz que aprovechan el anonimato digital para decir barbaridades. Antes, una carta al diario exigía nombre y apellidos, carnet de identidad y número de teléfono -aún hoy, así lo exige La Vanguardia-. En las redes sociales rige el viejo orden de la Serenísima República Veneciana: con máscara se puede decir cualquier cosa. No hay límites. El asesinato de Isabel Carrasco no ha sido una excepción. El ministro del Interior anunció ayer acciones legales contra los autores de los comentarios más injuriosos vertidos en la red y dejó entrever la intención del Gobierno de abrir un nuevo frente narrativo en el campo del orden. «Hay que limpiar las redes sociales de indeseables», dijo Jorge Fernández Díaz. Control del libertinaje digital. Poca broma con los antifaces venecianos. He ahí un mensaje rotundamente político, mientras se investigan los motivos que empujaron a dos mujeres de Astorga, madre e hija, ambas afiliadas al Partido Popular, a dar muerte a la jefa provincial de su partido y enérgica presidente de la diputación leonesa. Lo importante es el marco. Lo decisivo es el control del marco narrativo, dicen los nuevos ingenieros de la comunicación política. Mientras la policía investiga lo sucedido y el país capta o intuye el sórdido y pesimista mensaje del crimen de León, el ministro del Interior quiso dibujar otro marco y preanunció un nuevo campo de batalla: orden en internet. Dos concejales socialistas gallegos – de Vilagarcía de Arousa y de Meis– presentaron su dimisión ayer tras difundir mensajes agresivos en Twitter. Uno de ellos, dirigiéndose al presidente de la diputación de Pontevedra, escribió: «Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar». (67 caracteres.) A través de internet, el PSOE desmintió que tenga el propósito de pedir una regulación de las redes sociales, extremo que, por la mañana, había sugerido el diputado socialista José Martínez Olmos, portavoz en la comisión de Sanidad del Congreso. En señal de respeto, el PSOE pidió la suspensión del debate televisado que debían protagonizar Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano.Luto, silencio y preocupación en la política. Mensajes de condolencia y minutos de silencio en toda la geografía española, incluida Catalunya. Desde los estamentos oficiales y desde los grandes altavoces mediáticos españoles nadie, o casi nadie, enfocó ayer el suceso de León como síntoma de una creciente crispación política en España. El marco de la crispación esta vez no era el deseado. ¿Habría ocurrido lo mismo si el suceso hubiese ocurrido en Barcelona, o en otra localidad catalana». Hace dieciséis días, el bofetón de una señora de Terrassa al primer secretario del PSC, Pere Navarro, abría los noticiarios y era objeto de gran atención, así en los medios de comunicación convencionales, como en las redes sociales, donde también hubo anotaciones barbáricas. La bofetada de Terrassa ha alimentado teorías en Madrid. El periodista Eduardo San Martín escribió en un blog que ese suceso delata la existencia de un «terrorismo de baja intensidad» en Catalunya, no menos peligroso que el de ETA.Estamos ante el bofetón más comentado de la historia de España desde el cachete que en 1830 la infanta Luisa Carlota dio al ministro absolutista Francisco Tadeo Calormarde, firme defensor de la ley Sálica. A Calomarde se le atribuye una frase que enamora a los castizos: «Manos blancas no ofenden».Las manos que presuntamente abofetearon al dirigente socialista Navarro fueron identificadas ayer por los Mossos d’Esquadra y motivaron una multitudinaria conferencia de prensa del conseller de Interior, Ramon Espadaler, en Terrassa. La toma de Kíev por las tropas rusas no habría provocado una mayor expectación. Los tiempos también han cambiado en Barcelona. Barbarismes. Drama en León. El suceso y su contexto. Tristeza, perplejidad y sordidez. Preocupación transversal en la política por los tiempos que vienen. Inquietud y temor, mientras va creciendo la fronda de la Gran Coalición.

Deja una respuesta