SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Informe al Comité Central

Durante las dos últimas semanas se han oído ruidos en las tres vigas inestables. Crujidos en las tres crisis jamás vividas –juntas– por las generaciones posteriores al plan de Estabilización de 1959. La crisis económica, la crisis de Catalunya y la pavorosa crisis de confianza en el sistema político. Intentaré esbozar un informe. Uno. Las bolsas y los mercados financieros vuelven a emitir señales de nerviosismo e inquietud ante la parálisis económica europea y la posibilidad de un adelanto electoral en Grecia, con primacía del partido anti-austeridad Sirias. España presenta datos económicos alentadores, pero la Avenida de la Recuperación del año 15 no está tan despejada como se pensaba. El Gobierno necesita sacarse problemas de encima para fijar con potencia el discurso de la mejora económica, una vez desestimada la posibilidad de blindar sus alcaldías, en los comicios locales de mayo, con una reforma del sistema electoral que olía a cacicada. La renuncia a esa reforma, oficiosamente confirmada por el Partido Popular, es un dato político importante. Si la Avenida de la Recuperación presenta problemas de perspectiva en los próximos meses, el adelanto de las elecciones generales a mayo, para hacerlas coincidir con las municipales y autonómicas (13 regiones) se convertirá en una hipótesis más que plausible. El adelanto daría gravedad a la jornada electoral -«o estabilidad o caos», podría significar un cierto escudo de protección para los alcaldes y presidentes autonómicos del PP y evitaría un otoño muy tenso. Recordemos el via crucis del PSOE en 2011: primero perdió las locales y autonómicas con estrépito y después vivió unas generales dramáticas. El agotamiento de la legislatura hasta el último minuto necesitará la certeza de una robusta recuperación económica. Dos. Los gobernantes de Catalunya han decidido respetar la Constitución, eludiendo, aparentemente en el último minuto, el choque frontal. Artur Mas parece haber recuperado la iniciativa y al líder de ERC se le ha quebrado la voz. La transformación del 9-N en una consulta informal y alegal es una iniciativa astuta y arriesgada, que sitúa definitivamente la política catalana entre la verdad y la parodia. Realidad o ficción. Decidirán los ciudadanos. Entre la imaginación y el simulacro, Mas coloca al Gobierno Rajoy ante una disyuntiva algo complicada y deja a ERC a remolque, por primera vez en dos años. CDC va madurando la estrategia del ‘Partit del President’. Acentúa el liderazgo de Mas e intenta refundarse sobre la marcha aprovechando la excitación reinante. Un movimiento entre trotskista e italiano, sección Maquiavelo: generar un nuevo sujeto político –adiós Jordi Pujol, adiós–, captar independientes, absorber energías de la Assemblea Nacional Catalana y de Òmnium, atraer a los electores de ERC y envolver al comité republicano con la estratagema de la lista única. El sollozo de Oriol Junqueras es genuino. No es seguro, sin embargo, que el Gobierno se abstenga de impugnar, total o parcialmente, la consulta sucedánea. Tres. El pánico por el ébola está remitiendo después de dos semanas fatídicas que podían haber provocado un auténtico estallido social en Madrid. La enfermera Teresa Romero está mejorando y no hay nuevos contagios. Si la evolución a mejor se confirma, el Gobierno también saldrá de la zona de peligro. Test positivo para la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que difícilmente podrá ser movilizada para las elecciones municipales en Madrid. Se está confirmando como imprescindible en el complejo de la Moncloa. La ministra de Sanidad Ana Mato queda en situación de fusible roto. Cuatro. Rodrigo Rato y Miguel Blesa, conspicuos exponentes de la ‘beautiful people’ del aznarismo, han salido de la Audiencia Nacional con la responsabilidad de las tarjetas opacas de Caja Madrid a cuestas y con enormes fianzas. Blesa dice que no puede pagar y será embargado. Rato, hasta ayer intocable, se niega a devolver el carnet del PP. Rajoy, impasible, dice que todo se ha sabido gracias a la pulcritud del Gobierno. Rodrigo, si te he visto no me acuerdo. El socavón emite tanta radiactividad como el cráter Pujol en Catalunya. Como el cráter Fernández Villa en Asturias. Como el cráter ERE en Andalucía. Como el cráter Pokémon en Galicia. Como el Mar de las Tormentas en Valencia. Y ahora viene Catalunya Caixa. El paisaje es lunar. Cinco. Sobre ese paisaje lunar se acaba de posar un objeto político no identificado llamado Podemos, al que las encuestas ofrecen una expectativa de 50 diputados, o más. El azar ha querido que su asamblea coincida este fin de semana con el 40.º aniversario del congreso socialista de Suresnes, que también fue radical. Muy radical. En Suresnes, Felipe González y Alfonso Guerra defendieron el derecho de autodeterminación de las nacionalidades y el socialismo marxista. Los jóvenes líderes de Podemos se limitan a expresar su simpatía por el «derecho a decidir» y proclaman que España debe seducir más que imponer. El grupo dirigente de Podemos, confirmado en la asamblea de Vistalegre, es hijo de las nuevas clases medias. No son tipos marginales. Han estudiado. Su nivel intelectual es alto, más alto que el promedio de los actuales políticos profesionales. Tienen una idea de España en la cabeza y su programa radical-democrático, con evidentes rasgos populistas, puede evolucionar en distintas direcciones. Lo que vemos ahora tan sólo es un esbozo. En sólo cinco meses, Podemos ha logrado condicionar las hojas de cálculo de todos los demás partidos. Pueden triturar a IU y dejar al PSOE demediado. Y podrían alterar el resultado de las elecciones ‘plebiscitarias’ de Catalunya, si estas fuesen convocadas.

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