Música

IDM: Música a Pincel

Mucho ha corrido la música desde que a finales de los 60´s Kraftwerk se atrevieran con la fusión hombre-máquina, buscando nuevos sonidos catapultados por el desarrollo cientí­fico y técnico aplicado a las producciones musicales. Quien le iba a decir al legendario Juan Atkins – Cybotron – en aquel medio bautismo de fuego, medio entrevista para The Face, que sus palabras pasarí­an a la historia: «Call it techno»

Desde aquel equeño tránsito de la melodía electropop a la línea de beats 4×4, el salto ha sido descomunal. Por el camino Detroit, Chicago, Londres, Francfort, Rótterdam… como una gran bola de nieve que en cada choque creara nuevos aludes, el techno se ha diversificado con un grado de creatividad inusitado. El Hardcore Techno y el Schranz alemán, el minimalismo de Robert Hood, la inyección de insulina del Speedcore y el Ghettotech detroités. Salvando la sencillez del Eurobeat y el Jpop, con presupuestos más enfocados a la comercialización, las diferentes formas que ha adoptado han trajinado siempre en el espacio de la complejidad conceptual, al tiempo que se reproducían caminos ya andados por otros estilos; el Dub Techno de la mano de Mauricio, el Quietschcore o el Mainstyle. Pero ha sido en Gran Bretaña donde la escena ha tomado vida propia en proceso de investigación artística que ha sobrevivido a la expresión más burda de la repetición. “No hay segundo igual al anterior, ni si quiera una máquina puede imponer el horrible imposible de la perfección idéntica” En fusión con el mundo Ambient surge el IDM – Intelligent Dance Music – del grupo Musicology. Aun con la variante del Experimental – mas en los beats 4×4 – el IDM hace cónclave con drum and bass, ambient, house, techno, hip hop, garage… B12 o De Giorgio se atreven con el jazz vía gotero. Hasta la “música clásica” de Iannis Xenakis se abre paso en un proceso en el que lo único que importa es la experimentación – sensaciones en estado empírico puro – y la investigación de nuevas texturas como si a pincel y color se compusiese. La alteración de secuencias arrítmicas o cadenciosas, la escurridera calma de golpes, gritos, ruido de motores, canto de pájaros o mugidos – al estilo de la música concreta de Pierre Schaeffer -, sometidos a las más diversas técnicas de procesamiento de audio componen una esfera que ha traspasado las fronteras del viejo techno. La islandesa Björk o los Matmos de Maryland – estos últimos solo aptos para curiosos – son dos vanguardistas ejemplos de cómo se pierden los límites y de difumina la conceptualización de una forma de hacer música en la que las sensaciones y la esencialidad a vencido a la tecnología, poniéndola a su servicio. Todavía quedan 5 meses para el Festival Sonar, pero ya se puede calentar motores escuchando a Orbital, una de las mejores noticias del evento. Los hermanos Hartnoll acuden a deslumbrar con nuevas probetas de compuestos explosivos.

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