Humillación griega, altivez alemana

«Una arrogante y altiva Alemania no sólo está humillando a un Gobierno, sino a toda una nación. ¿Por qué Merkel adopta este enfoque moral? Una explicación serí­a exigir responsabilidad a aquel al que vas a ayudar con el dinero de tus contribuyentes. Pero, ¿por qué ser tan exigente con un paí­s en apuros que necesita unas cuantas decenas de miles de millones de euros y tan poco con los banqueros negligentes y defraudadores que han recibido cientos de miles sin castigo ninguno?»

Los déficits úblicos no son la causa de la crisis, sino su consecuencia. Es importante tenerlo en cuenta, porque si no, la medicina será equivocada. Al confundir causas con consecuencias, Alemania propone para Grecia una medicina que la empobrecerá durante al menos una generación. Y al hacerlo empobrece también al resto de Europa, y a sí misma. Es como escupir al cielo. (EL PAÍS) EL PAÍS.- José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a intentar insuflar optimismo y ha proclamado que ha empezado la recuperación, pero los españoles cada vez tienen una impresión más negra del panorama económico. Su mensaje no cala entre los ciudadanos y hasta un 62% teme un efecto contagio del terremoto griego. Y lo que es peor: desconfían de la capacidad de las autoridades españolas y europeas para poner freno a la crisis y acabar con el colapso griego, mientras la valoración de los principales líderes políticos es la peor de toda la legislatura. Nunca antes los españoles habían tenido una opinión tan negativa del presidente y del líder de la oposición, especialmente de este último. EL CONFIDENCIAL.- El mismo miércoles en que se conoció “por error” la EPA del primer trimestre del año, la agencia Standard & Poor’s volvió a rebajar el rating de España. El mundo empresarial y financiero español vive desde entonces en una permanente sensación de pánico. “Esto se va a la mierda”, es la expresión más oída estos días en labios de gente muy principal. Sería interesante, por eso, conocer lo que el Banco de España sabe sobre la salida de capitales al exterior. ¿Dónde está el problema? En la desconfianza radical que se ha instalado entre inversores, analistas y mercados en general sobre la capacidad del Gobierno Zapatero para hacer frente a la situación. Le ha costado, cierto, pero el ancho mundo ha terminado por darse cuenta de la calidad del paño que los españoles guardábamos en el arca de Moncloa. Arranque de un artículo aparecido en France-Soir el 14 de marzo pasado: “Han tardado seis años en descubrir que detrás de la sonrisa de Zapatero sólo había un mal gobernante, pero los principales líderes europeos ya conocen al presidente español, al que dan de lado y consideran un político dañino para España y para Europa”. Opinión. El País Humillación griega, altivez alemana Antón Costas La UE, y más en particular Alemania, están queriendo enfocar la solución al problema financiero griego de forma ejemplarizante. Es decir, como un escarmiento y un aviso a otros países con problemas fiscales, o susceptibles de tenerlos, de forma que viendo las barbas del vecino griego cortar, pongan las suyas a remojar. Angela Merkel está escenificando la ayuda a Grecia utilizando los tres elementos básicos del teatro trágico griego. En primer lugar, trata de dejar claro la "hubris", la "soberbia" o "malversación", griega de atreverse a romper las leyes "divinas" del euro, que prohíben el endeudamiento excesivo. En segundo lugar, aparece la "némesis", el castigo de tres años de penalidades que se le quiere infligir. Por último, está la "catarsis", la purificación que experimentan los espectadores que asisten a la escenificación con sentimientos ambivalentes de piedad y temor por el escarmiento, que ha de servirles para volver al camino de la virtud. No es nunca recomendable enfocar un problema económico como una cuestión moral. Y mucho menos teatralizarla. En este caso, al hacerlo, una arrogante y altiva Alemania no sólo está humillando a un Gobierno, sino a toda una nación. Y quien mejor debería saber que no se puede humillar a todo un país es la propia Alemania, humillada a su vez por los vencedores de la I Guerra Mundial condenándola a pagar todos los costes de una guerra provocada no por sus ciudadanos, sino por los delirios de sus élites. Esa humillación dio alas al nazismo, que buscó en la exacerbación del patriotismo nacionalista el camino para curar esa humillación. Lo que, finalmente, llevó a la II Guerra Mundial. ¿Por qué Merkel adopta este enfoque moral? Una explicación sería exigir responsabilidad a aquel al que vas a ayudar con el dinero de tus contribuyentes. Pero, ¿por qué ser tan exigente con un país en apuros que necesita unas cuantas decenas de miles de millones de euros y tan poco con los banqueros negligentes y defraudadores que han recibido cientos de miles sin castigo ninguno? Hay algo intrigante en esta conducta. Algo que tiene que ver con lo que está ocurriendo en el interior de Alemania. Está replegando de nuevo sobre sí misma, y renacionalizando la idea europea. En ese repliegue está volviendo a la vieja idea del sociólogo alemán del siglo pasado Max Weber sobre la ética protestante y el espíritu del capitalismo. Por un lado, los europeos del norte, protestantes, laboriosos, disciplinados y austeros. Por otro, los del sur (incluyendo ahora a Irlanda), católicos, indisciplinados y manirrotos. Es una tesis falaz, sin fundamento real, pero influyente. Desde Alemania se quiere ahora transmitir la idea de que los problemas financieros de los PIIGS (acrónimo de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, pero también ‘cerdo’ en inglés) son debidos a su falta de disciplina fiscal. Pero eso no es cierto. Puede valer parcialmente para Grecia (sin olvidar que en el encubrimiento de su lenidad fiscal contó con el "colaborador necesario" que fue la propia banca alemana). Pero de ningún modo alguno para Irlanda, España o Italia, que han tenido superávits, y en el caso de España, un bajísimo nivel de deuda pública en relación con su PIB. Si no ha sido el despilfarro previo de los Gobiernos, ¿cuál es la causa de fondo que provoca la situación de urgencia financiera con la que nos enfrentamos? La gran recesión, provocada a su vez por la crisis financiera. Los déficits públicos no son la causa de la crisis, sino su consecuencia. Es importante tenerlo en cuenta, porque si no, la medicina será equivocada. Al confundir causas con consecuencias, Alemania propone para Grecia una medicina que la empobrecerá durante al menos una generación. Y al hacerlo empobrece también al resto de Europa, y a sí misma. Es como escupir al cielo. Déjenme citar una frase del gran economista británico John Maynar Keynes en un opúsculo escrito en 1919, que merece ser vuelto a leer, sobre Las consecuencias económicas de la paz que se derivaban del Tratado de Versalles, que, como dije, humillaba a Alemania. "Si lo que nos proponemos es que, por lo menos durante una generación, Alemania no pueda adquirir siquiera una mediana prosperidad; (…) si deseamos que, año tras año, sea empobrecida y sus hijos se mueran de hambre y enfermen, y que esté rodeada de enemigos, entonces rechacemos todas las proposiciones generosas, y particularmente las que puedan ayudar a Alemania a recuperar una parte de su antigua prosperidad material. Si tal modo de estimar a las naciones y las relaciones de unas con otras fuera adoptado por las democracias de la Europa occidental, entonces, ¡que el cielo nos salve a todos! Si aspiramos deliberadamente al empobrecimiento de la Europa Central, la venganza, no dudo en predecirlo, no tardará". Los soldados aliados que ocuparon Alemania al final de la II Guerra llevaban en sus mochilas -además de cigarrillos- dos cosas. Un "Plan Marshall", de ayuda, no de castigo y empobrecimiento. En segundo lugar, una nueva institución de control de las cuentas alemanas, el Bundesbank. Eso es lo que ahora hay que hacer en Grecia. Ayudarla y exigir responsabilidad. Y controlar sus cuentas desde las nuevas instituciones europeas. ¿Qué enseñanzas útiles se pueden sacar de la tragedia griega actual y de la historia? Dos. La primera es que hay que exigir a Grecia, y a cualquier otro país, honestidad en las cifras sobre su déficit. De lo contrario, la deuda es penalizada. La segunda es que la solución que hay que dar a los déficits públicos es el crecimiento, no la economía de la miseria. EL PAÍS. 2-5-2010 Sondeo. El País La desconfianza se apodera de España Fernando Garea José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a intentar insuflar optimismo y ha proclamado que ha empezado la recuperación, pero los españoles cada vez tienen una impresión más negra del panorama económico. Su mensaje no cala entre los ciudadanos y hasta un 62% teme un efecto contagio del terremoto griego. Y lo que es peor: desconfían de la capacidad de las autoridades españolas y europeas para poner freno a la crisis y acabar con el colapso griego, mientras la valoración de los principales líderes políticos es la peor de toda la legislatura. Nunca antes los españoles habían tenido una opinión tan negativa del presidente y del líder de la oposición, especialmente de este último. La encuesta de Metroscopia para EL PAÍS realizada esta semana, con una cifra récord de paro y un convulso panorama económico agitado aún más por Grecia, da como resultado el tono más pesimista, dos años después de iniciarse la crisis económica. El 81% de los encuestados asegura que el Gobierno no ha sabido adoptar medidas para hacer frente a la crisis y el 62% cuestiona las de la Unión Europea. Lo peor para el Gobierno es que hasta un 64% de los votantes del PSOE rechaza la actuación del Ejecutivo. De la encuesta se desprende que no han calado entre los españoles los mensajes de Zapatero que aseguran que la crisis ha tocado fondo y que el Gobierno ha tomado todas las medidas posibles para paliarla. Su falta de credibilidad no ayuda en un momento tan delicado. Desde mayo de 2009, cuando se inició este Barómetro de Clima social, no habían sido tan negativos los tres índices que miden el estado de ánimo de los españoles: el 87% califica negativamente la situación económica; el 80% cree que aún queda mucho para que haya mejora de la crisis a nivel mundial y el 87% ve lejos el final de la crisis española. De la tragedia griega, aparentemente lejana a España, llegan ecos en forma de temor a un contagio, porque el 50% dice que la UE no ha tomado las medidas correctas ante esa crisis y el porcentaje se eleva al 66% en el caso del Gobierno español. Ese temor se refuerza por otra de las noticias de la semana: la bajada de la calificación de la economía española por parte de una de las principales agencias internacionales. Este hecho hace pensar al 71% que se trata de un serio aviso de que si no se toman las medidas adecuadas acabaremos en situación parecida a Grecia y, como queda dicho, no hay confianza en quien tiene que adoptarlas. Los ciudadanos piden que los causantes de la crisis lo paguen y un 84% lamenta que el comportamiento de quienes la provocaron por sus errores y sus comportamientos esté quedando impune. La crisis económica española se convierte en crisis política porque los ciudadanos parecen no encontrar consuelo en ningún líder ni partido. Zapatero y Rajoy están en la valoración más negativa de la legislatura. El peor momento coincide con la peor valoración de los líderes.El 66% desaprueba la gestión de Zapatero; el 83% considera que improvisa sin parar y al 77% le inspira poca o ninguna confianza. Su problema además es que los datos son también negativos entre los votantes del PSOE, que tradicionalmente están menos movilizados y son menos estables que los del PP, aunque éstos sean aún más críticos con su líder. Pero lo mejor que le ha pasado a Zapatero es Rajoy. Es decir, que en una situación de desgaste y crisis como la actual no tenga enfrente a un líder con mejor imagen y posición, capaz de capitalizar ese descontento ciudadano. A Rajoy sólo se salva la movilización y fidelidad de sus votantes, aunque sean implacables en la crítica con el líder del PP. Por ejemplo, al 49% de los votantes del PP Rajoy les inspira poca o ninguna confianza. Según los datos, la marca PP está muy por encima de su líder. Es lo único que le puede permitir ganar las elecciones. El PP mantiene una ventaja de 4,2 puntos, sólo 0,2 más que hace un mes, a pesar de que Rajoy es peor valorado aún que Zapatero. La crisis desgasta aún más al líder de la oposición que al presidente del Gobierno, pero puede facilitar un cambio político en España. El Gobierno no convence y la oposición no consigue ser vista como alternativa, pero le ayuda la fidelidad de los suyos. El 81% de quienes votaron al PP en las generales de 2008 volvería a hacerlo ahora, mientras que sólo el 59% de los que apoyaron al PSOE tiene decidido repetir. Los sociólogos hablan del voto exquisito de la izquierda que, ante las dificultades, da la espalda al PSOE y se decanta por otras opciones o por la abstención, frente al del PP que raramente opta por quedarse en casa y no dispone de otras opciones para castigar a este partido. Ni quiere hacerlo, aunque le disguste su líder. La crisis ha conseguido desgastar al PSOE y los ciudadanos lo perciben claramente. Por eso, en un mes ha subido seis puntos el porcentaje de españoles que creen que el PP ganaría las elecciones si se celebraran ahora. Hasta un 52% de los votantes socialistas da por hecha esa victoria del PP. Este panorama se resume en que tres de cada cuatro españoles califican negativamente la situación política de España. Es también el peor porcentaje desde mayo de 2009, de donde podría concluirse que España vive una doble crisis: política y económica. EL PAÍS. 2-5-2010 Opinión. El Confidencial Catalina II y el príncipe Potiomkin Jesús Cacho (…) El mismo miércoles en que se conoció “por error” la EPA del primer trimestre del año, la agencia Standard & Poor’s volvió a rebajar el rating de España un grado, desde AA+ hasta AA, manteniendo, además, la perspectiva negativa para la deuda pública de nuestro país, lo que indica que podría haber nuevas rebajas en el futuro, un movimiento que sigue a la decisión de la misma agencia de degradar hasta el nivel de bono basura la deuda griega y portuguesa. El mundo empresarial y financiero español vive desde entonces en una permanente sensación de pánico. “Esto se va a la mierda”, es la expresión más oída estos días en labios de gente muy principal. Sería interesante, por eso, conocer lo que el Banco de España sabe sobre la salida de capitales al exterior, aunque tal vez sea mejor no mentar la cuerda en casa del ahorcado. Como viene ocurriendo con un Gobierno de indigentes como el que preside Rodríguez Zapatero, lo peor es que esto se veía venir. Y también lo que está por llegar. El Tesoro Público como pozo sin fondo Lo hemos reiterado en esta columna casi hasta la saciedad. Desprovisto desde la entrada en la UE del mecanismo del tipo de cambio como palanca amortiguadora de los shocks de oferta y de demanda a los que se enfrentaba la economía española tras el estallido de la crisis, el Gobierno tenía que haber acometido de urgencia, ya en 2008, el saneamiento integral del sistema financiero, particularmente en lo que al subsector de Cajas se refiere, como requisito ineludible para que el crédito hubiera vuelto a fluir hacia particulares y empresas. De forma paralela o inmediatamente después, en todo caso en 2009, el Ejecutivo tendría que haber acometido un plan de ajuste drástico del gasto público, enviando a los mercados un mensaje de austeridad imprescindible para seguir contando con su confianza a la hora de financiar un déficit público que se te ha ido de las manos porque, José Luis, siempre pensaste que el Tesoro Público era una especie de pozo sin fondo (de un superávit de las cuentas públicas del 2,7 pasamos en un santiamén a un déficit del 11,4), del que se podía tirar ad aeternum para satisfacer el apetito de subsidios de los grupos que te sostienen en el Poder. Y, finalmente, tendría que haber acometido un plan liberalizador integral, basado en esas reformas estructurales por las que viene clamando cualquier profesional de la Economía desde hace tiempo, entre ellas, pero no solo ella, una reforma laboral que ayude a crear puestos de trabajo, no a destruirlos, asunto, José Luis, al que se opone frontalmente tu ministro de Trabajo en la sombra, el señor Méndez. Nada se ha hecho en este sentido. Todo sigue pendiente. Al dramatismo de la coyuntura, el Ejecutivo ha respondido con actuaciones populistas, fragmentarias e incoherentes, una política no solo ineficaz para combatir el desplome económico, sino incapaz de insuflar la imprescindible confianza en los agentes económicos sobre una pronta recuperación. El resultado del aumento del binomio gasto/déficit público no solo no ha servido para aminorar la trayectoria bajista del ciclo, sino que ha creado, además, una situación lesiva para la recuperación de la economía, cuya financiación se traducirá en una reducción de los recursos disponibles para el sector privado, lo que a su vez generará un efecto contractivo adicional. Por si esto fuera poco, la acumulación de deuda pública y privada en un entorno de recesión y de restricción crediticia amenaza con cerrar a cal y canto los flujos de crédito internos y externos a la economía española. En ausencia de un giro radical de la política fiscal, España se enfrenta a una crisis de deuda, esto es, a una eventual suspensión de pagos técnica como ya sucedió con el Reino Unido en 1976 y ahora mismo amenaza a Grecia. El dead line está ya muy cerca: el mes de julio. ¿Dónde está el problema? En la desconfianza radical que se ha instalado entre inversores, analistas y mercados en general sobre la capacidad del Gobierno Zapatero para hacer frente a la situación. Le ha costado, cierto, pero el ancho mundo ha terminado por darse cuenta de la calidad del paño que los españoles guardábamos en el arca de Moncloa. Arranque de un artículo aparecido en France-Soir el 14 de marzo pasado: “Han tardado seis años en descubrir que detrás de la sonrisa de Zapatero sólo había un mal gobernante, pero los principales líderes europeos ya conocen al presidente español, al que dan de lado y consideran un político dañino para España y para Europa”. La rebaja del rating de la deuda española significa, de entrada, que va a ser más difícil refinanciar esa deuda, y además a un mayor coste. Y que tanto las Administraciones como las empresas, por no hablar de los particulares, van a tropezar con creciente dificultades para conseguir crédito y van a tener que pagarlo mucho más caro. Un grado de cinismo difícilmente soportable Entre refinanciaciones y créditos nuevos, España necesita emitir este año deuda pública por importe de 215.000 millones. ¿Quién la comprará? ¿A qué precio? El Gobierno había anunciado para este viernes un magno plan de recorte del gasto en la Administración del Estado. Era un buen punto de partida para calibrar hasta qué punto el insensato que nos Gobierna estaba concernido por la situación y decidido por fin a tomar medidas drásticas. A la hora del almuerzo, sin embargo, la montaña del Consejo de Ministros parió, por boca de las dos vicepresidentas, un ratón paticorto y bobalicón: suprimir 32 altos cargos y reducir en 29 el número de empresas participadas por el grupo SEPI y los ministerios, todo ello para ahorrar… ¡16 millones de euros al año! Definitivamente esto no tiene remedio. Carente de voluntad política para afrontar el ajuste necesario, prisionero como es del voto más radical y menos dinámico de la sociedad, José Luis Rodríguez Zapatero es incapaz de gestionar una crisis como la que padecemos. Estamos gobernados por un necio, irresponsable y dogmático, y solo cabe esperar el milagro de un adelanto de las generales -cuanto antes mejor-, y pedir a los mercados que se apiaden de nosotros. Y blindarse ante la sensación creciente de falta de respeto. Cada día resulta más difícilmente soportable el grado de cinismo que exhibe el Ejecutivo a la hora de tratar de enmascarar la situación. “Son medidas rotundas” (De la Vega el viernes, al referirse a los 16 millones de marras). “No es el momento ya de hablar de crisis económica" (Elena Salgado). Es evidente que un Gobierno, cualquiera, está obligado a transmitir serenidad y confianza aun en las condiciones más difíciles, pero de ahí a tratar a los gobernados como tipos obtusos a los que se puede manipular a placer media el abismo que separa la vergüenza torera de la indecencia más absoluta. Todo en este Gobierno es embeleco. Cartón piedra. Propaganda. Herederos de aquel príncipe Potiomkim, capaz de tomar las medidas necesarias para que los territorios que la emperatriz Catalina II visitaba (caso de un célebre viaje a la Crimea recién anexionada en 1787) pareciesen más ricos y poblados de lo que eran en realidad, llegando incluso a construir falsos pueblos. También a nuestra castiza Isabel II le engañaron con algo parecido. En la España del 2010 todos somos tratados como Catalina II por su Grigori Potiomkim. Con Garzones como reclamos y conflictos civiles que ganar setenta años después de perdidos. Y mucha legislación radical: Ley de Igualdad de Trato, Ley de Libertad Religiosa… Es lo que se nos viene encima, lo que nos espera de aquí al final de la Legislatura. Lo que sea necesario para enmascarar su incapacidad para sacar al país del atolladero. EL CONFIDENCIAL. 2-5-2010

Deja una respuesta