Por primera vez ocho organizaciones sindicales se han puesto de acuerdo sobre un texto de proposición frente a la crisis.
Los sindicatos franceses mostraron sus dudas sobre la voluntad de diálogo exresada por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, un día después de la jornada de huelga general que convocó a más de un millón de ciudadanos en manifestaciones en todo el país.»No iremos al Elíseo a hablar de sus proyectos de reforma, sino a evaluar desde el principio cuáles son los asuntos prioritarios», aseguró el presidente del sindicato FO, Jean-Claude MaillyFue la primera respuesta de los sindicatos a la propuesta formulada anoche por Sarkozy de reunirse con ellos, después de la jornada de huelga generalMailly afirmó que el encuentro debe tener lugar «lo antes posible», dio un plazo de diez días y aseguró que deben tratarse «temas concretos», como la revalorización del salario mínimo, la suspensión del proyecto de reducción de funcionarios o revisar la reforma sobre las horas suplementarias.Los sindicatos piden que el Gobierno haga «tabla rasa» sobre su plan de relanzamiento económico y elabore otro en concertación con los agentes sociales»Por primera vez ocho organizaciones sindicales se han puesto de acuerdo sobre un texto de proposición frente a la crisis. Nos reuniremos con Sarkozy para hablar sobre este proyecto, no sólo para escuchar», afirmóLos ocho sindicatos se reunirán el próximo lunes para definir las acciones siguientes tras la huelga de ayer.Con 2.500.000 manifestantes según los organizadores, fue el movimiento sindical más seguido en Francia desde 2006.Varios medios locales hablaron de un «jueves negro». Numerosos servicios suburbanos y ferroviarios quedaron suspendidos, las emisoras de radio públicas emitieron música en vez de noticias y en los centros sanitarios sólo funcionaron los servicios de emergencia. Escuelas y oficinas de correos permanecieron cerradas.Consciente del enorme desafío y obligado a suspender una gira por Africa en razón del paro, Sarkozy se expresó de modo contemporizador en una declaración emitida desde el Palacio del Elíseo.»La crisis tiene una amplitud sin precedentes que afecta a la economía mundial y provoca en Francia como en todas partes en el mundo una inquietud legítima», comentó.Bernard Thibault, secretario general del sindicato CGT, lo expresaba así en una entrevista en Le Parisien: «No podemos aceptar que los trabajadores seamos los únicos que pagan las consecuencias de la crisis. También necesitamos, como los bancos, garantías: pero garantías para la vivienda, para la jubilación…».En su opinión,» no se puede destinar más dinero público a los constructores automovilísticos como Renault cuando la empresa va a aumentar en 200 millones los dividendos a sus accionistas sin plantearse la cuestión de si es justo que los contribuyentes financien estos dividendos».Es la primera protesta de este tipo vinculada a la crisis en uno de los principales países industrializados y ha tenido el apoyo de la mayoría de los votantes franceses, según los sondeos.