Cine

Hollywood se queda sin ideas

Cuando se acaban las ideas siempre se puede reciclar la Historia. Algo así­ es lo que se está convirtiendo en una tendencia en los estudios de Hollywood. Desde X-men a Transformers o la nueva versión de Abraham Lincon que llegará este verano a las pantallas. A la par que su propia trayectoria como potencia, EEUU ha dejado de abrir caminos para cerrarlos y desviarlos.

No es que sea algo nuevo es que se ha agudizado y dado un salto cualitativo. Que duda cabe de que Hollywood sigue siendo la rimera potencia cinematográfica y el mejor centro mundial de producción de películas. Su propia trayectoria le ha permitido ser el principal referente de la industria y el arte del celuloide: son los que mejor saben hacer películas. Esto es así. Conocen el arte, el mercado, la industria… y los trucos. Pero para comprender esta tendencia hay que mirar objetivamente a las bases de desarrollo del gigante y a la coherencia que estas tienen con su desarrollo como potencia. Ningún aspecto o sector del arte se desarrolla al margen de las particulares condiciones del motor que lo impulsa. De la misma manera que en el periodo de entreguerras es cuando pueden surgir el cubismo, el surrealismo, o el futurismo; y bajo el mismo esquema en el que la meca del cine alcanza sus cuotas más altas en los años cincuenta, cuando EEUU alcanza, tras la IIGM su estatus de superpotencia, hoy en día Hollywood empieza a acusar el gigantesco declive de la “metrópolis mundial”. La decadencia del “american way of live”, que tan buenos resultados, artísticamente y en términos de dominio e influencia, ha dado a EEUU, impone ahora todo tipo de refritos y corta-pegas que solo las astronómicas inversiones en tecnología consiguen mantener. Por otra parte a nadie se le debe escapar que EEUU sigue editando el 80% de copias del planeta. Su monopolio de las redes de distribución en absoluto. Primero fue el aumento de producciones bajas en calidad y pobres en guión, después los remakes del pasado, más tarde los remakes de grandes éxitos propios y extraños – se está convirtiendo ya en una costumbre asistir al lanzamiento de versiones hollywoodienses de taquillazos extranjeros como “Abre los ojos”, protagonizada por Tom Cruise en su versión norteamericana, o “Déjame entrar”, el éxito vampírico made in Suecia -, recientemente las versiones de famosos cómics y ahora las ficciones que reescriben la historia. Mientras China, la India, o el incipiente cine africano y asiático ensayan fórmulas abriéndose paso en la industria mundial, Hollywood se esfuerza por rellenar su maquinaria de ideas que enganchen, aunque sea a base de trucos baratos y decadentes. Salvo contadas excepciones, claro. No dejan de ser los que mejor saben hacer cine con gigantes cinematográficos como Eastwood o Allen, que cada vez más salen de sus fronteras, o siempre lo hacen, para diseccionar la realidad que apasiona en la gran pantalla.

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