SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Habrá que oí­rlo

Lo de Rajoy es histórico. Si se dedicase al cine, sería un maestro del suspense. Estoy por asegurar que no existe un gobernante democrático en el mundo con mayor capacidad de resistencia a las presiones. Salvo sus ministros y diputados, no creo que haya un solo español con acceso a los medios que no le haya pedido que explique lo de Bárcenas. Unos, con buena intención. Otros, para acorralarlo. Y él aguantó hasta ayer heroica y silenciosamente, refugiado en los muros de Moncloa, protegido por sus portavoces y escudado por los medios afines. De vez en cuando, sus trabajos le obligaron a salir, dio un par de señales de vida y volvió a su refugio, mientras la sociedad se intrigaba con una pregunta: ¿cuál será el misterio de su silencio?

Yo creo que al señor Rajoy, sencillamente, no le apetecía hablar de Bárcenas. Es sabido que no quiere ni citar su nombre. Ayer mismo, cuando anunció su comparecencia parlamentaria, habló de “ese asunto que le preocupa”. Con lo cual, mi intriga actual es qué cantidad de ingenio derrochará para hacer un discurso sin pronunciar ese nombre. Empieza a ser un desafío a sí mismo y a su imaginación. Y, de hecho, plantea una sesión donde el tema central no sea Bárcenas. El presidente quiere hablar de “lo importante”, y lo importante será que la EPA ha dado un respiro al empleo y que la caída del PIB se ha frenado y está llegando la recuperación. Sus reformas funcionan, los mercados confían y tenemos por delante un futuro prometedor. Apuesto mis vacaciones a que ese será el eje del mensaje, y Bárcenas se quedará como un incómodo accidente, falseado por los medios y utilizado por quienes quieren desestabilizar el país.

¿Conseguirá así apartar el amargo cáliz de la moción de censura? Depende de lo que diga. Mejor dicho: depende de que Bárcenas aparezca al día siguiente con una de esas bombas atómicas que dicen que tiene almacenadas. Y depende de la generosidad de Rubalcaba: si da por buenas las explicaciones de Rajoy, adiós censura. Si la explicaciones son evasivas, seguirá la tensión. De momento, vamos a escucharlo y asumamos que el miedo funciona. No hay nada como un buen susto para hacer hablar al mismísimo Rajoy.

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