SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Guindos, el diablo de Bankia y el temido rescate con dinero público

Los que han trabajado para el diablo saben lo mal que se vive en el infierno. Nuestro ministro de Economía, don Luís de Guindos, fue un empleado distinguido de uno de esos hijos de Belcebú, Lehman Brothers, y conoce perfectamente cómo sube la presión sanguínea cuando los inversores institucionales a los que llamamos mercado te aprietan la yugular. De todos es conocido como acabó el banco estadounidense después de que las hordas de los cortoplacistas advirtieran que la entidad de la que el señor de Guindos era presidente en España olía a azufre.Por ese simple motivo, por haber vivido en carnes propias como ajustician a los bancos débiles o zoombies, nuestro aleccionado ministro debería de tomar el toro por los cuernos. Y sabe, porque sus antiguos compatriotas del país de Lucifer se lo repiten semana si semana también, que el problema se llama Bankia. O mejor dicho, Banco Financiero de Ahorro (BFA), su banco malo o cabecera, del que Deloitte no se ha atrevido a estas alturas a emitir una opinión sobre la salud de sus cuentas. Lo mismo hizo Ersnt & Young antes de que se interviniese CCM.Porque aunque Rodrigo Rato esperó hasta última hora del último día, con presunta nocturnidad y alevosía, a presentar el balance de su filial y de su matriz, el auditor no se ha querido manchar más las manos después de haber colaborado en la formación de una cifras sobre las que todos los colegas de Guindos tienen profundas dudas. Más aún, hasta los próximos consejeros -los honestos, que no son muchos- de Bankia y de BFA reconocen que existe un déficit de capital de más de 10.000 millones en la sociedad holding.

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