Guerra entre JxCat y ERC por la Diputación de Barcelona

La Diputación de Barcelona es -tras la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona- el tercer centro de poder más decisivo e importante de Cataluña.

ERC exige a JxCat que rompa el acuerdo con el PSC que daría a los socialistas la llave de la Diputación. ¿La caverna de Waterloo pactando con el PSC… y ERC «llamando a no darse la mano con los del 155»? ¿Se han invertido los papeles?

Al contrario que en las otras tres diputaciones provinciales catalanas, que han quedado en manos de los independentistas, en la de Barcelona PSC y ERC empataron en número de representantes: tienen 16 cada uno. Les sigue JxCat con 7 diputados, comunes con cinco, Ciudadanos con cuatro, PP con dos y Tot per Terrassa –el partido del exsocialista Jordi Ballart– con uno. 

Los socialistas son los claros favoritos a hacerse con el control de la Diputación. La única posibilidad de que los republicanos se hicieran con el bastón de mando es un casi imposible acuerdo de ERC+JxCat y Comunes, del que el partido de Ada Colau no quiere saber nada. «ERC nos ofrece una mesa de tres patas que sólo tiene dos”, reprocha a los republicanos el portavoz de JxCat, Eduard Pujol.

Así que PSC y JxCat han llegado a un acuerdo que daría a los socialistas hasta 28 votos en la votación. Un pacto que pone el grito en el cielo en la sede de ERC. El vivepresident del Govern y cabeza visible de los republicanos en Cataluña, Pere Aragonés, ha insistido en la “necesidad” de que un independentista presida “la tercera institución de Catalunya” para que trabaje “alineada” con la causa soberanista. El desarrollo de la “hacienda propia” y la recaudación de tributos se juega en buena medida en la Diputación, insiste Aragonès. ¿Cómo vais a pactar con los partidos del 155 antes que con nosotros?, dicen en ERC.

La razón de este pacto aparentemente «antinatura» de los exconvergentes -que cuenta con el sorprendente aval de Puigdemont desde Waterloo- es sencilla. «Barcelona és bona si la bossa sona»: este refrán de reminiscencias medievales, los mercaderes italianos venían a decir que Barcelona está bien si conseguían vender sus mercancías. 

La Diputación de Barcelona es -tras la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona- el tercer centro de poder más decisivo e importante de Cataluña. 

Al ser la provincia más poblada y potente económicamente, la diputación barcelonesa maneja un formidable presupuesto de 955 millones de euros y ofrece un considerable «refugio» a la burguesía burocrática, con más de 4.000 trabajadores (1.749 de cuyas plazas están vacantes) y 84 cargos de confianza que asesoran a los 51 diputados, con sueldos que pueden oscilar entre los 2.500 y los 5.000 euros mensuales.

Dados los tiempos que corren, este es un «nicho» demasiado decisivo como para ser despreciado.  Con la calculadora en la mano, y mirando la bossa (la bolsa), la decisión está clara.

Para la burguesía burocrática administrativa -de la que los exconvergentes de JxCat son su más pura versión- la Diputación de Barcelona ofrece un botín demasiado grande como para renunciar a él. Demasiado vital para su supervivencia.

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