SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

¿Grexodus?

Debo reconocer que el tema de Grecia me apasiona, y su resolución final, pensando en mi país, España, y mis conciudadanos, los españoles, me importa, y mucho. En función de que el nuevo gobierno de Syriza lo haga bien y recomponga los destrozos mayúsculos de los otrora partidos hegemónicos griegos –Nueva Democracia y PASOK-, habrá un halo de esperanza para nuestra querida España. Si fracasan cualquier ilusión se desvanecerá, se esfumará.

La resolución de los problemas de los países de nuestro entorno cercano, con un diagnóstico similar al nuestro, es vital para poder predecir lo que puede pasar aquí, en nuestro querido país. Pongamos un ejemplo. En su momento hicimos referencia a un magnífico artículo publicado en el Irish Time donde Morgan Kelly, un académico irlandés, detallaba las discusiones sobre el rescate de su país a finales de 2010. Frente al interés del Fondo Monetario Internacional (FMI) de que hubiera quitas, el BCE, y el hombre de Wall Street, Timothy Geithner, se opusieron. Defendieron a los acreedores bancarios, pero lo que realmente subyacía en el mensaje de Irlanda era lanzar un aviso a España.

Como consecuencia de esas medidas, se acabó rescatando el sistema bancario hispano con dinero de los contribuyentes. Mientras que en 2008 la mayoría de la deuda era privada, los procesos de resolución de la crisis bancaria y otras dinámicas de socialización de pérdidas han disparado el volumen de deuda pública a niveles inasumibles. Y el modelo de crecimiento actual elegido por las élites representa la enésima huida hacia adelante, consumo, burbujas, deuda, más deuda. Ahora nos parecemos cada vez más a Grecia antes de que estallara en 2010. Cuando la aversión global al riesgo aumente, España entrará en un círculo vicioso: crisis de deuda soberana, crisis bancaria, y crisis de balanza de pagos. En definitiva, lo de siempre.

Grecia importa y mucho

Por eso, lo de Grecia importa, y mucho. Si la resolución del problema griego la acaban dictando los acreedores e imposibilitan a Syriza implementar su plan radical, al nuevo gobierno griego no le queda nada más que lanzar un órdago. Sin un verdadero plan para abandonar el euro y la voluntad de ejecutarlo, el gobierno griego no tendrá más influencia en la próxima ronda de negociaciones de la que tuvo en la primera, donde solo ganó tiempo. Varoufakis consiguió una ambigüedad creativa en el reciente acuerdo transitorio firmado entre Grecia y la Unión Europea. Ahora toca la negociación de verdad.

Si Berlín y Bruselas intentan imponer sus políticas de austeridad destructivas, Grecia debería recuperar su soberanía, en especial el control de su sistema monetario y bancario. Las consecuencias del impago de la deuda del país serían dramáticas, pero una vida relativamente mejor en comparación con la miseria garantizada a largo plazo del programa de austeridad de la Unión Europea.

Una salida de Grecia de la zona Euro generaría una considerable presión política en España o Italia. Tal vez esa perspectiva podría empujar a los alemanes hacia una cierta moderación de las políticas de austeridad. Pero nada de esto sucederá a menos que Grecia esté realmente preparada para salir del euro.

Grexodus

En este contexto Desmond Lachman, ex funcionario del FMI, y ahora investigador en la AEI (American Enterprise Institute), frente al vocablo despectivo “Grexit”, prefiere utilizar la palabra «Grexodus« para describir la posible salida de Grecia del euro. En primer lugar, éxodo es una palabra derivada del griego, a diferencia del origen latino de la palabra salida. Pero además éxodo, tiene esa connotación positiva bíblica de un pueblo que es liberado de la esclavitud y recupera su libertad.

Como ya introdujimos en el último blog, dentro de Syriza, Costas Lapavitsas, profesor de economía en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, sostiene que la única manera de que Grecia puede vencer a la austeridad es liberarse del euro e instó a su partido para hacer frente a esta realidad.»El paso más importante es darse cuenta de que la estrategia de la esperanza de lograr un cambio radical en el marco institucional de la moneda común ha llegado a su fin”. En realidad Lapavitsas siempre ha defendido esta idea. Véase su libro “Crisis en la Euro Zona”, publicado y traducido al castellano en 2013 por la editorial Capital Swing.

En ella Lapavistas defiende sin tapujos la salida del euro, que supondría una devaluación que haría necesarias la suspensión de pagos, la reestructuración de la deuda, controles de capital, y la nacionalización de la banca. Sería fundamental a su vez introducir la política industrial con la implementación de un programa nacional de inversión pública y privada. Las reformas estructurales no tienen nada que ver con lemas desgastados de la liberalización. Si se quiere que la productividad tome una trayectoria ascendente, las economías periféricas, entre ellas la nuestra, deben alejarse del consumo, el bajo nivel de ahorro e inversión, el endeudamiento individual y las burbujas especulativas. Un cambio estructural requiere mecanismos públicos que puedan movilizar los recursos disponibles para la inversión. Exige también una transformación de la educación asignando recursos adicionales y extendiendo su alcance a los más desfavorecidos. La mejora de la educación debe aumentar la cualificación de la mano de obra. Además, concluye Lapavistsas, Grecia deberá abordar su papel en una economía globalizada. La autarquía es imposible.

Parece evidente que una parte de Syriza ya tiene interiorizado el Plan B, la salida del Euro. En ese caso, ¿qué harán finalmente Alemania y los burócratas europeos? En realidad, desde el inicio de la crisis de la eurozona había soluciones más justas y eficaces al problema de la deuda (reestructuración de la banca; condonación de la deuda y menos austeridad). ¿Por qué fueron ignoradas? Ya saben nuestra respuesta, además de incompetencia estructural, la razón real es el instinto de supervivencia de clase, de la superclase, las élites bancarias quebradas. ¡Simplemente observen nuestra querida España!

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