SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Grecia y España

Ninguna votación en Grecia ha despertado tanta expectación en España como las elecciones generales del próximo domingo. Son unos comicios cuyo resultado tendrá proyección tanto en la política europea como en la española; pero conviene no establecer paralelismos automáticos que lleven a conclusiones equivocadas.

Grecia y España forman parte de una misma realidad europea en la que ningún país es ajeno a las vicisitudes de los demás; además, ambos encaran momentos políticos importantes. Pero también presentan enormes diferencias que desmontan la visión que pretende convertir lo que pueda suceder el domingo en el Egeo en un adelanto de lo que pasará inevitablemente en esta parte del Mediterráneo.

Las encuestas en Grecia dan a Syriza una ventaja de 4,6 puntos sobre la centroderechista Nueva Democracia y confirman que la formación izquierdista populista liderada por Alexis Tsipras puede convertirse en la primera de esta tendencia que llegue al Gobierno de un país de la UE. Se trata de un hecho que va mucho más allá de la anécdota; como el propio Tsipras acaba de escribir en este periódico, su objetivo es que Grecia sea el primer paso de un cambio político en el sur de Europa —incluyendo España— para replantear las reglas del juego en la UE.

El discurso de Syriza ha prendido como la pólvora en el país europeo más castigado por la crisis, donde la clase media ha sufrido de manera más severa y los servicios públicos han sido recortados más drásticamente. Y hay un dato fundamental: los partidos sobre los que se ha asentado la estabilidad griega en las últimas décadas corren el riesgo de quedar relegados a un papel secundario (cuando no a su desaparición, como les ocurre a los socialistas del Pasok). El Gobierno saliente, de Nueva Democracia, se ha enfrentado a la crisis en minoría en el Parlamento y con la economía intervenida; con un PIB desplomado y un descontento social muy extendido. Su alternativa natural — en este caso, el centroizquierda— ha quedado relegada a una formación minoritaria sin apenas margen político. Además, el movimiento neonazi goza de notable e inquietante presencia en el Parlamento y en las calles del país heleno.

El domingo los griegos decidirán sobre su futuro y, en parte, sobre el de todos los europeos. Pero no hay que perder de vista las diferencias. Grecia y España viajan juntas en la UE; y cada una escribe su futuro.

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