Hay quien cree que la mejor victoria posible en una negociación es la que acaba en K.O., como si la victoria solo fuese posible a costa de la derrota de los demás. No es así. De hecho, la única victoria posible en una negociación es aquella en la que ambas partes se creen vencedoras, lo que comúnmente se denomina win-win. Los alemanes han demostrado dominar esta técnica, dándole a Grecia la oportunidad de demostrar que es merecedora de confianza. Saben que las relaciones a largo plazo no se cimentan sobre la sumisión, sino sobre el respeto, y por eso han optado por el win-win: solo así pueden convertirse en líderes ‘legítimos’ de la Eurozona.
Como comentamos recientemente (“¿En qué se parecen Syriza y la troika?” Perlas de Kike – 5/2/15), el acuerdo entre las partes es posible al existir puntos en común entre ambos bandos, siendo la clave de la negociación las reformas a aplicar y el buen gobierno. Syriza no ha obtenido verdaderas concesiones por el momento, pero lo que sí ha conseguido es tiempo para demostrar que no son un partido populista trasnochado. Los objetivos de superávit primario se difuminan en el corto plazo y se otorga autonomía para proponer las reformas estructurales que estimen oportunas. Si las propuestas funcionan, y se alcanza crecimiento con estabilidad en las cuentas públicas, entonces Syriza se beneficiará de nuevos poderes en la delegación de funciones; en caso contrario existirá carta blanca para que la troika haga lo que considere oportuno.
Relajando los objetivos de superávit primario a corto plazo, y aceptando que sea Syriza quien proponga las reformas estructurales a realizar, Alemania consigue legitimar su indiscutible liderazgo político actual. Los germanos, cediendo, ganan claramente. Incluso es posible que, de no tener un mínimo gesto con los griegos o de esbozar una respuesta desproporcionada, generasen dudas en los demás Estados miembros de la Unión sobre el verdadero fin de las recetas aplicadas. ¿El objetivo es el largo plazo o salvar a los acreedores helenos (en gran parte bancos alemanes)? ¿Realmente se cree en la austeridad o solo se han intervenido las cuentas para afectar lo menos posible al presupuesto de defensa (uno de los mayores de la Unión y cuyo armamento procede principalmente de Alemania)?
Pero que Alemania gane no quiere decir que Grecia pierda. En principio lo hace. Sin embargo, los griegos han obtenido un resultado mucho más positivo de lo que a priori se podría esperar, puesto que han conseguido una oportunidad. ¿Alguien se la daría teniendo en cuenta la ‘propensión histórica al default’ que presentan? O como está de moda decir últimamente, ¿alguien se la daría teniendo en cuenta la payment culture del país? No creo que conseguir una oportunidad pueda considerarse un mal resultado teniendo los antecedentes históricos de impago, teniendo en cuenta las promesas incumplidas del pasado y que Syriza, lo consideremos un partido constructivo o un partido populista, genera dudas añadidas.
De hecho el resultado pasa de aceptable a bueno cuando tenemos en consideración un factor no explícito, pero sí muy importante. El verdadero motivo del desastre griego no es el despilfarro ni la vagancia, sino la corrupción. Es cierto que se dan casos de pensiones injustificadas, picarescas, y que han generado una deuda pública monstruosa. Pero no nos engañemos, los principales beneficiados de tal descontrol no han sido los ciudadanos de a pie, sino una élite totalmente podrida que ha saqueado el país sin contemplación. Bancos que dan préstamos sin garantías de cobro, monopolios de conveniencia, sobornos… Ese es el día a día de un país cuyo desmán ha sido tan grande que casi hace bueno lo ocurrido con el nuestro (y no porque lo nuestro se quede corto).
¿Por qué, siendo la corrupción el principal obstáculo al desarrollo, no se han tomado medidas para su solución, centrándose todo en las políticas de austeridad? Es lo fácil, es más fácil controlar un presupuesto que controlar personas, es mucho más sencillo gestionar dinero que cambiar la cultura y hábitos de un país. Si Grecia quiere eliminar la corrupción tienen que ser sus ciudadanos quienes la rechacen tajantemente; algo así no se puede imponer. Es uno mismo quien tiene que luchar por su propia prosperidad, terceros solo nos darán unos mínimos, no el éxito. Alemania lo sabe, y además es pragmática, por lo que tiene todo el sentido que haga lo que hace. Si bien, quizá esa no sea toda la historia.
Alemania ha ganado, siempre lo hace, pero eso no quiere decir que Syriza haya perdido. Cuando introducimos la corrupción en la ecuación observamos que los griegos no solo han jugado bien sus cartas, es que además podrían ganar la partida. Y es que Syriza no solo ha conseguido tiempo para demostrar que es confiable, además ha conseguido que las reformas no le vengan impuestas, por lo que inequívocamente tratará de atizarle a la corrupción: es el principal problema del país, es lo que más rédito político puede ofrecerle… y es donde puede ganar su particular partida de cartas. No porque Alemania vaya a perder, nunca lo hace, pero sí por darle un giro inesperado a los acontecimientos.
Lo comentado anteriormente con respecto al elevado gasto griego en defensa, beneficiando a proveedores como los alemanes, no es un caso aislado. De hecho, no hablamos simplemente de un gasto discutible, hablamos de casos de sobornos realizados por empresas alemanas para condicionar la compra de armamento por parte de las autoridades griegas. En un interesante artículo de opinión (“In Greece, Focus on Justice” 20-2-15 Op-Ed The New York Times) escrito por Gregory Maniatis, consultor internacional y miembro del Council on Foreign Relations, se desglosan algunos casos, no solo de armamento, sino de varios sectores donde empresas de renombre como Siemens, Daimler o Deutsche Bahn se ven salpicadas en casos de corrupción.
Y en este caso incluso la prensa germana reconoce los hechos y admite que algunas empresas son cómplices en la vorágine de corrupción del país heleno, donde eran habituales mordidas del 2% de los ingresos a PASOK o Nueva Democracia. Recordemos que Alemania es uno de sus principales socios comerciales, y que sus intereses económicos en la región son sustanciales. Por supuesto que el hecho de que una empresa no se comporte correctamente no quiere decir que un país entero lo haga, pero si la lucha contra la corrupción de Syriza sigue adelante no será extraño que algunas multinacionales alemanas se vean salpicadas. Esto podría hacer girar la balanza en favor de los griegos, quienes pueden plantear ante la opinión pública que no solo existen deudores irresponsables, también acreedores; no solo existen políticos que aceptan sobornos, también empresas que pagan.
Por supuesto todas estas hipótesis parten de una base: la buena voluntad y gestión de Syriza. Y por el momento ni conocemos sus verdaderas intenciones ni su capacidad para llevar a cabo lo que plantean. De hecho, todo el mundo es consciente de que Grecia será incapaz de reducir su deuda pública en porcentaje sobre el PIB a niveles sostenibles, ya que solo los países con importantes superávits comerciales y en fase expansiva del ciclo son capaces de obtener superávits primarios elevados de forma recurrente, por lo que antes o después será necesario modificar el plan inicial. Lo que aún no sabemos es cuál es el partido adecuado para ello. Si Syriza lo consigue, no solo será un win-win para Grecia y Alemania, lo será para toda la Eurozona.