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Grecia: «¡Las cartas sobre la mesa!»

Ya dejé de contar. Desde hace tres años, el club de la eurozona está intentando sacar adelante a su socio en problemas, Grecia. Desde entonces, las noticias sobre una posible decisión final se acumulan semana tras semana. Pero, con una sola excepción, hasta el momento nunca se llegó a una resolución. La excepción de este año fue un primer corte de la deuda helena, que redujo sus obligaciones de pago por cerca de 100.000 millones de euros. Después se siguió intentando buscar alternativas, y los miembros del club se remitieron a la próxima cumbre del euro, a la falta de un informe de la “troika”, o a quién sabe qué otra cosa.

Y esta vez volvió a suceder. Los ministros de Finanzas del Eurogrupo se refirieron a una posible decisión en el encuentro de este martes, 20.11.2012. Según el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, se estaba trabajado con denuedo para resolver el problema, y hasta este martes ya se debería haber una repuesta para Grecia. Pero, una vez más, la respuesta es que la situación es muy compleja y que aún no se ha podido tomar una decisión. Y se pospone todo hasta la semana próxima. ¿Se puede esperar entonces una decisión hasta dentro de una semana? Seguramente que no. Los rodeos probablemente continuarán como hasta ahora.

Europa se decidió a mantener a Grecia dentro de la eurozona, y eso a pesar de que está a la vista -y los hechos concretos lo demuestran- que ese país es un barril sin fondo. Sí, es cierto: los griegos hicieron los deberes, aplicaron otro paquete de ahorro por miles de millones de euros y más recortes para los ciudadanos, pero el resultado de las medidas de austeridad no resultó en una recuperación de la economía. El rendimiento económico sigue en picada y, a la misma velocidad, crece la montaña de deudas.

Ahora, luego de tres años de infructuosas ayudas financieras en forma de garantías, créditos y movimiento de dinero, se impone la realidad: el sueño del rescate a Grecia por ese camino ha fracasado. Ya es hora de que la clase política europea les diga abiertamente a sus electores: “Lo sentimos mucho. Lo intentamos, pero si de veras queremos ayudar a Grecia, eso tiene su precio». Y nadie puede decir cuántos miles de millones serán necesarios, o qué variante se elegirá, si será un nuevo recorte de deuda o la exclusión de Grecia de la eurozona. Tampoco está claro cuáles pueden ser las consecuencias de una decisión así para el resto de Europa y para la economía mundial.

Está bien que el Fondo Monetario Internacional, en su carácter de donante, deje en claro que ya no está dispuesto a participar en este tira y afloja. El FMI tiene un principio muy importante que no piensa transgredir por causa de Grecia, y es que los créditos de ayuda solo se otorgan a quien más tarde pueda devolverlos. Eso es algo que también los políticos deben entender, sobre todo el Gobierno de Berlín, con su constante negativa, que ya demostró durante el primer corte de la deuda de Atenas, y que ahora sigue demorando una verdadera solución con mentiras y cabildeos. Es increíble escuchar que hay que mantener a Atenas con vida durante un año más, hasta que se hayan llevado a cabo elecciones en Alemania, el próximo otoño boreal. Eso es algo que seguramente se volverá en contra de la canciller alemana, que todavía está a tiempo de decirle la verdad a su pueblo.

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