SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Catalunya, en el primer año Rajoy

Don Mariano Rajoy y su partido han celebrado el primer año de su victoria electoral. Fue una conmemoración tristona: los datos económicos son negativos, la sociedad ha perdido ilusión de cambio y sólo el propio presidente cree y dice que «lo peor ha pasado». Pero algo extraño ocurre en el país cuando el balance es únicamente económico. Da la impresión de que la política ha desaparecido, al gobierno sólo le interesan sus cuentas y a los demás, sus consecuencias. ¿O será que en este periodo no hay nada que objetar, elogiar, ni comentar de la evolución política? Pues hay una gran historia sin cerrar: el salto de Catalunya hacia el estado propio, la mayor fractura de la convivencia en el estado español del último siglo. Me apresuro a decir que sería injusto atribuirlo a la gestión del señor Rajoy. Sólo ha coincidido en el tiempo. E incluso podría no haberse planteado la ruptura si en el liderazgo nacionalista no estuviese el tirón de Artur Mas, el hombre que hizo perder el miedo a la palabra independencia y confeccionar su hoja de ruta. Mas es el artífice, no algún gobernante español.Sin embargo, los hechos sí han ocurrido en el primer año de Rajoy, y así pasará a la historia. El partido que creó el eslogan «España, lo único importante» está viendo cómo la desafección de parte de Catalunya (el domingo veremos la dimensión de esa parte) alcanza el máximo nivel bajo su mandato. Aunque Rajoy no lo confiese, ésta es su corona de espinas. A efectos de valoración de las futuras generaciones, de poco serviría haber encarrilado la economía si este periodo resultase ser el cuatrienio de la independencia de Catalunya. Catalunya tendría un futuro incierto, porque no acabo de ver dónde están los beneficios de cambiar un mercado abierto de 47 millones de consumidores por otro de siete; pero la España sería también mucho más pequeña sin la rica aportación catalana.¿Ha sido todo cuestión de mala suerte? ¿Se ha producido una fatídica conjunción de fallos históricos y necesidades actuales? Todo eso puede haber ocurrido, pero el análisis detecta que ha faltado casi todo: intuición para conocer lo que se estaba gestando en la sociedad de Catalunya; información sobre los objetivos de Mas, que nunca ocultó en conversaciones privadas; sensibilidad para poner sentimientos y cariño en la relación, y astucia para prever el desenlace del «no» al pacto fiscal. En cambio, han sobrado exabruptos, sospechas de malas artes y miedos irracionales ante expresiones que ahora resultan cándidas como «relación bilateral». Nadie es culpable de todo, pero todo estalla en las manos de Mariano Rajoy.

Deja una respuesta