SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Golpe de timón

El PSOE no puede arriesgarse a acudir a las próximas elecciones autonómicas con un cabeza de cartel cuestionado por los sobrecostes del tranvía de Parla —el municipio del que Tomás Gómez fue alcalde—, tras las investigaciones de la policía y de la fiscalía reveladas por EL PAÍS. Cerrar los ojos y aplazar decisiones sería contradecir la necesidad de presentarse ante la ciudadanía con candidaturas libres de sospechas, un requisito necesario para recuperar la credibilidad.

Por eso el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no ha dudado en apartar al líder de la organización socialista madrileña, en un movimiento que refuerza considerablemente su liderazgo y permite elegir a un mejor candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Vale más una decisión contundente que aguardar a que investigaciones habitualmente lentas determinen inocencias y culpabilidades. La inquietud de los ciudadanos por la corrupción y el fraude no admite ese tipo de excusas para eternizar la adopción de medidas políticas.

La virulenta reacción de Gómez, acusando al secretario general del PSOE de sumarse a una operación “no democrática” de la derecha —en la que de paso incluye a este periódico—, confirma no solo su pésimo talante, sino que su suerte personal le importa mucho más que el futuro del partido. Al margen de que Gómez resulte imputado o no —él atribuye la responsabilidad del tranvía al Consorcio Regional de Transportes, presidido en su día por María Dolores de Cospedal—, caben pocas dudas de su responsabilidad política sobre uno de los proyectos creados al calor del ladrillo y cuya consecuencia es la quiebra técnica del Ayuntamiento que soportó la obra. Si a esos hechos derivados de su época de alcalde se suman el continuo deterioro de la influencia del PSOE en Madrid, los malos resultados alcanzados en las elecciones de 2011 y las pobres perspectivas de las próximas, se obtiene un cuadro que hacía su destitución más que recomendable.

Es verdad que la agitación de los socialistas madrileños viene de lejos. También es cierto que las pugnas internas de los partidos y la falta de cohesión entre sus dirigentes les destrozan ante los ciudadanos, si no se explican en función de ideas y programas. En estas condiciones será difícil combatir al PP y hacer frente a las acometidas de las nuevas opciones que luchan por instalarse en el tablero político.

Aún así, el Partido Socialista está obligado a dar una batalla seria en Madrid, tanto por la importancia de esta Comunidad como por las repercusiones más allá de sus límites. Sin perjuicio del derecho de Tomás Gómez a la presunción de inocencia judicial, lo cierto es que el sistema organizado por él ha conducido a esta fuerza política a la mediocridad. No es posible presentarse en mayo ante los ciudadanos con tan magro bagaje, que no se ve precisamente fortalecido por la presencia como candidato a la alcaldía del tertuliano Antonio Miguel Carmona, que arropó a Gómez en su despedida.

Pedro Sánchez se traza un camino exigente, pero es mejor tomar con firmeza el timón que navegar entre dudas o curar heridas con paños calientes.

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