Los resultados de las elecciones legislativas en Polonia hacen posible que una nueva coalición, al frente de la cual se sitúa el centrista-liberal Donald Tusk – ex primer ministro y anterior presidente del Consejo Europeo (2014-2019)- tome las riendas del país
Tras ocho años de gobiernos ultrareaccionarios e iliberales de Ley y Justicia (PiS) -con vínculos a partidos ultras europeos como los de Melloni, Le Pen o Vox- los resultados de las elecciones polacas celebradas el 15 de octubre abren paso a la formación de un ejecutivo de coalición muy distinto. Los ultraconservadores de Kaczyński (PiS) quedaron como la fuerza más votada con el 35,6% de los votos, pero quedan lejos de la mayoría parlamentaria. Los tres partidos de la oposición, en cambio -aunque muy distintos entre sí- suman el 53,5% de las papeletas, suficientes para formar Gobierno.
Durante dos legislaturas, los gobiernos de Ley y Justicia han aplicado un rodillo ultra en Polonia. Su política económica, favorable a los grandes capitales y hostil a las clases trabajadoras, no dista demasiado de la de otros países europeos, pero sí sus feroces ataques a las libertades, en línea con los que hace el gobierno de Viktor Orbán en Hungría. El PiS ha arremetido contra los derechos de las mujeres imponiendo las leyes anti-aborto más duras de Europa; ha atacado ferozmente a los migrantes y al colectivo LGTB; ha tratado de imponer un férreo control de la Justicia y de la prensa… Ley y Justicia sigue siendo el partido más votado, y eso que existe una fuerza a la derecha de la ultraderecha, una coalición de grupos fascistas conocida como la Confederación (Konfederacja)
Pero con una participación récord -el 74,38%, doce puntos más que en 2019 y la mayor desde la caída del Muro de Berlín- Polonia ha votado por cambiar de aires. Aunque -análogamente a lo que hemos visto en España- Ley y Justicia intentará formar gobierno, los números no se lo permiten.
Se configura un gobierno de coalición liberal formado por fuerzas muy distintas. La fuerza que lo encabeza, la Plataforma Cívica de Donald Tusk (30,7% de los votos) es un partido europeísta y neoliberal, que va a mantener a Polonia en la órbita de EEUU pero que -a diferencia del PiS- va a buscar un mayor entendimiento (y/o subordinación) a Berlín y París.
Tusk se apoyará -seguramente sin demasiados problemas- en la conservadora (democristiana) coalición Tercera Vía (Trzecia Droga), terceros en las elecciones con el 14,4% de los votos. La tercera pata del taburete del cambio será probablemente la Nueva Izquierda (Lewica), que a pesar de sus magros resultados (8,61%) y de sus diferencias ideológicas con los conservadores y liberales, está obligada a gobernar con ellos para limpiar Polonia de tufo ultraconservador.
A pesar de los pesares, «cuando se anunciaron los resultados de las elecciones, hubo un estallido de alegría en los círculos liberales y de izquierda liberal», escribe Krzysztof Katkowski en El Salto. «Una alegría comprensible, también en el caso de la izquierda», dice este sociólogo y periodista polaco: se han evitado cuatro años más de ultraderecha iliberal.