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Un resultado ajustado pero indiscutible. Con una alta participación (más del 82%), el candidato de la oligarquía criolla y de los centros de poder imperialistas, el joven empresario Daniel Noboa, se impuso en la segunda vuelta de las elecciones de Ecuador con el 52,83% de los votos, cuatro puntos de ventaja respecto al 48,17% de su contrincante, la correísta Luisa González
Ecuador elegía en las segunda vuelta de las elecciones del 15 de octubre dos modelos completamente diferentes de país. El camino de la revolución ciudadana, de las políticas redistributivas de la riqueza y de defensa de la soberanía que representaba Luisa González, candidata del correísmo. O el camino de la venta de país al capital extranjero y del acatamiento del yugo imperialista que representa Daniel Noboa, un magnate bananero, hijo del propietario del mayor grupo monopolista del país y miembro de una oligarquía financiera y terrateniente que tiene tupidos vínculos con EEUU.
La candidata izquierdista Luisa González ha logrado ampliar en casi quince puntos la base de apoyos de la Revolución Ciudadana, pasando del 33,61% de los votos en la primera vuelta al 48,17% final.
Un más que meritorio logro si tenemos en cuenta que desde el primer minuto, todos los esfuerzos de la clase dominante ecuatoriana y de los centros de poder hegemonistas se han centrado en promocionar a su hombre: a Daniel Noboa.
Todos los grandes medios de comunicación ecuatorianos -en manos oligárquicas- llevan más de una década lanzando todo tipo de climas de opinión contra Rafael Correa y contra la Revolución Ciudadana. Los aparatos judiciales han armado una condena por corrupción contra el expresidente que huele tanto a «lawfare» como la acusación que llevó a Lula a la cárcel. En ese contexto, que Luisa González se haya quedado a sólo cuatro puntos del candidato oligárquico es un gran éxito.
Pero ha ganado Daniel Noboa, que -con más o menos arreglos- va a continuar esencialmente con las mismas políticas neoliberales y entreguistas de su antecesor, el banquero Guillermo Lasso. Pero lo hará frente a unas clases populares ecuatorianas que a lo largo de todos estos años no han dejado de protagonizar grandes estallidos de protesta en el campo y las ciudades.